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Pruebas moleculares del cambio de la población humana asociado a eventos climáticos en las tierras bajas mayas
El análisis de los estanoles fecales en núcleos de sedimentos lacustres ofrece una nueva oportunidad para reconstruir el cambio de la población humana, asumiendo que la variabilidad en la concentración de estanoles fecales es un indicador fiable de las poblaciones humanas relativas. Los antiguos mayas de las tierras bajas de Mesoamérica representan una importante sociedad antigua cuya dinámica demográfica en muchos lugares sigue siendo incierta. Aplicamos el proxy del estanol fecal a un núcleo de sedimento recuperado de un lago adyacente al sitio arqueológico de Itzan, un antiguo centro de población en las tierras bajas mayas del suroeste. El registro de estanol fecal sedimentario de la Laguna Itzan implica cambios sustanciales a escala centenaria y milenaria en las poblaciones humanas locales desde 3300 años cal. La variabilidad en las concentraciones de estanol fecal es ampliamente consistente con la evidencia arqueológica del cambio social regional a través de las tierras bajas mayas, pero también implica una presencia humana más temprana en este sitio de lo que actualmente se indica en el registro arqueológico de Itzan. Encontramos evidencias de una variabilidad de alta frecuencia en las concentraciones de coprostanol durante el período Preclásico Maya, que inferimos representa cambios a escala centenaria en los patrones de asentamiento asociados con los cambios en los patrones agrícolas y de uso de la tierra. Teniendo en cuenta las concentraciones máximas de estanol fecal del periodo Preclásico, observamos concentraciones máximas de estanol fecal del periodo Clásico más bajas de lo esperado, y éstas pueden ser en parte el resultado del uso de los desechos humanos como fertilizante o de la reducción de la erosión del suelo, o de ambos. Tres periodos de declive poblacional inferido se asocian con evidencias paleoclimáticas de un clima seco, concretamente durante el Clásico Terminal (1220-1050 cal yr BP) y el Protoclásico 2 (1860-1670 cal yr BP), así como la sequía menos estudiada entre 3330 y 2900 cal yr BP durante los periodos Preclásico Temprano y Medio. Una disminución adicional y un paréntesis en el aporte de coprostanol coinciden con un período de clima anómalamente húmedo en el Preclásico Tardío. Estos vínculos sugieren que el cambio y la variabilidad climática podrían haber desempeñado un papel en el cambio demográfico en múltiples momentos de la evolución de la civilización maya. Nuestro trabajo muestra que los estanoles fecales son valiosos indicadores de la dinámica de la población humana en el pasado, y su relación con el cambio climático, en Mesoamérica.
La caca humana puede revelar más de lo que se piensa, incluso cuando es muy, muy antigua.
En un nuevo estudio sobre una civilización maya centroamericana, las muestras de heces antiguas han mostrado cómo el tamaño de esta comunidad varió significativamente en respuesta al cambio climático contemporáneo.
Los investigadores identificaron cuatro periodos distintos de cambio de tamaño de la población como reacción a periodos particularmente secos o particularmente húmedos, que no habían sido documentados antes: 1350-950 a.C., 400-210 a.C., 90-280 d.C. y 730-900 d.C.
Además, los montones de caca aplanada muestran que la ciudad de Itzán -que en la actualidad estaría en Guatemala- estuvo habitada unos 650 años antes de lo que sugerían las pruebas arqueológicas. Es mucha información para obtener de un excremento humano.
"Esta investigación debería ayudar a los arqueólogos proporcionándoles una nueva herramienta para observar los cambios que podrían no verse en las pruebas arqueológicas, ya que éstas podrían no haber existido nunca o haberse perdido o destruido desde entonces", afirma el biogeoquímico Benjamin Keenan, de la Universidad McGill de Canadá.
"Las tierras bajas mayas no son muy buenas para preservar edificios y otros registros de la vida humana debido al entorno de la selva tropical".
Este estudio utiliza un método de análisis relativamente nuevo basado en los estanoles fecales, moléculas orgánicas de las cacas humanas (y animales) que se conservan en las capas de sedimentos bajo los lagos y ríos, a veces durante miles de años.
Las concentraciones de estos estanoles a lo largo del tiempo, marcadas por las capas de sedimentos, pueden dar a los investigadores pistas sobre el cambio de la población que pueden ser respaldadas con otros registros históricos. Hasta ahora, los estanoles han demostrado ser indicadores precisos del número de personas que vivían en un lugar determinado en un momento dado.
En este caso, los estanoles se extrajeron de un lago cercano al yacimiento de Itzán y se compararon con lo que los expertos ya sabían sobre la zona en los últimos miles de años, basándose en los descubrimientos de las excavaciones arqueológicas tradicionales.
A continuación, los resultados se cotejaron con los datos climáticos históricos, incluidas las pruebas de las precipitaciones (o de la falta de ellas) y los niveles de polen (que indican la cubierta vegetal) dejados en el registro geológico. Los investigadores encontraron algunas correlaciones, pero también algunos nuevos cambios de población en las antiguas capas de restos de caca.
"Es importante para la sociedad en general saber que hubo civilizaciones antes que nosotros que se vieron afectadas por el cambio climático y se adaptaron a él", afirma el biogeoquímico Peter Douglas, de la Universidad McGill.
"Al vincular las pruebas del cambio climático y de la población podemos empezar a ver una clara relación entre las precipitaciones y la capacidad de estas antiguas ciudades para mantener a su población".
El equipo también pudo utilizar el registro fecal para identificar un pico de población alrededor de la época del ataque de España en 1697 al último bastión maya en una zona vecina, presumiblemente un movimiento de refugiados de guerra, y que los historiadores no habían documentado hasta ahora.
También hay puntos en los que las épocas de alta población conocida en Itzan no coinciden con el volumen de estanoles fecales recuperados. Los investigadores creen que esto podría deberse a que esta comunidad maya utilizaba las cacas humanas como abono para los cultivos, una forma de contrarrestar la degradación del suelo y la pérdida de nutrientes en sus tierras agrícolas.
Y todo esto puede evaluarse a partir de restos de heces dejados hace miles de años, lo que demuestra que este método de análisis puede ser una parte útil del conjunto de herramientas de los científicos cuando se trata de rastrear el cambio de la población hasta la antigüedad.
"Los estanoles fecales tienen un gran potencial para servir como indicadores de los cambios en las poblaciones humanas y animales en los paisajes mesoamericanos, al tiempo que proporcionan información sobre el cambio de uso de la tierra", concluyen los investigadores en su artículo publicado.
Fuentes, creditos y referecncias:
La investigación se ha publicado en Quaternary Science Reviews.
Originalmente publicada en ScienceAlert