Un experimento revela por qué dormir más no siempre es beneficioso

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Un experimento revela por qué dormir más no siempre es beneficioso

Consecuencias económicas del aumento del sueño entre los pobres urbanos. 

Resumen

Los pobres urbanos de los países en desarrollo se enfrentan a entornos de vida difíciles, que pueden interferir con un buen sueño. Utilizando la actigrafía para medir el sueño de forma objetiva, descubrimos que los adultos de bajos ingresos de Chennai, India, duermen sólo 5,5 horas por noche de media a pesar de pasar 8 horas en la cama. Su sueño es muy interrumpido, con una eficiencia del sueño -sueño por tiempo en la cama- comparable a la de aquellos con trastornos como la apnea del sueño o el insomnio. Un tratamiento aleatorio de tres semanas de duración que proporcionaba información, estímulo y mejoras en el entorno del sueño en el hogar aumentó la duración del sueño en 27 minutos por noche al inducir más tiempo en la cama. En contra de las predicciones de los expertos y de un amplio conjunto de investigaciones sobre el sueño, el aumento del sueño nocturno no tuvo efectos detectables en la cognición, la productividad, la toma de decisiones o el bienestar, y provocó pequeñas disminuciones en la oferta de trabajo. Por el contrario, las siestas cortas de la tarde en el lugar de trabajo mejoraron un índice general de resultados en 0,12 desviaciones estándar, con aumentos significativos de la productividad, el bienestar psicológico y la cognición, pero una disminución del tiempo de trabajo.

Dormir lo suficiente es fundamental para mantenerse sano y en forma, por lo que los científicos buscan constantemente formas de garantizarlo.

Ahora, un nuevo estudio de la India sugiere que las horas extra en la cama no significan mucho en términos de beneficios, si no hay también un aumento correspondiente en el sueño de buena calidad.

La investigación, en la que participaron 452 trabajadores de bajos ingresos a lo largo de un mes en Chennai, también descubrió que una siesta por la tarde era más beneficiosa que una hora adicional de sueño durante la noche, al menos en los participantes del estudio que tenían un sueño nocturno muy interrumpido.

Las mediciones se realizaron con acígrafos: pequeños sensores de movimiento portátiles capaces de monitorizar los ciclos de sueño, que cada vez son más populares en la investigación científica. Los actígrafos pueden tomar lecturas mientras las personas duermen en sus propios hogares, sin necesidad de ningún equipo adicional ni de una configuración complicada.

Proporcionando información y estímulo, junto con mejoras en el entorno del sueño en el hogar, los investigadores consiguieron que los trabajadores durmieran una media de media hora más cada noche, pero no se produjeron los beneficios esperados para la salud.

"Para nuestra sorpresa, estas intervenciones de sueño nocturno no tuvieron ningún efecto positivo en ninguno de los resultados que medimos", afirma el economista Frank Schilbach, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

Esos resultados incluían la cognición, la productividad, la toma de decisiones y el bienestar. El número de horas trabajadas de media también se redujo, quizá porque pasar más tiempo en la cama significaba menos tiempo para trabajar. Los voluntarios realizaban un trabajo de introducción de datos diseñado exclusivamente para el estudio, en el que se podía medir su atención y rendimiento.

Es importante señalar también las otras condiciones del estudio. Los participantes sólo dormían una media de 5,5 horas de ocho horas en la cama por noche, antes de que los investigadores pudieran aumentar esta cifra.

Al final del mes de experimentos, los trabajadores pasaban 38 minutos más por noche en la cama, lo que equivalía a 27 minutos más por noche de sueño real.

Esta baja eficiencia del sueño parece impedir el tipo de sueño más profundo y reparador que puede ser tan ventajoso para la salud en general. Numerosas investigaciones anteriores han puesto de manifiesto las consecuencias de no dormir lo suficiente cada noche, incluido un mayor riesgo de demencia.

En su vida cotidiana, los voluntarios incluidos en el estudio solían despertarse unas 31 veces de media cada noche, señalan los investigadores. En otras palabras, su calidad de sueño actual es comparable a la de alguien de un país rico con problemas de insomnio o apnea del sueño.

"En Chennai, se puede ver a la gente durmiendo en sus rickshaws", dice Schilbach. "A menudo, hay cuatro o cinco personas durmiendo en la misma habitación, donde hay mucho ruido y se ve gente durmiendo entre tramos de carretera junto a una autopista".

"Hace un calor increíble incluso por la noche, y hay muchos mosquitos. Esencialmente, en Chennai puedes encontrar cualquier irritante potencial o factor adverso para el sueño".

También se animó a la mitad de los participantes a hacer una siesta de media hora durante el día, lo que produjo varios resultados positivos: se observaron mejoras en la productividad, la función cognitiva y el bienestar psicológico.

Sin embargo, una vez más, el tiempo de trabajo disminuyó: los participantes no querían o no eran capaces de recuperar el tiempo que pasaban durmiendo la siesta, a pesar de que hacían más trabajo cuando estaban realmente en el trabajo.

Los investigadores afirman que se necesitan más estudios como éste en los países en vías de desarrollo, en lugar de limitarse a los laboratorios del sueño de los países más ricos, y también advierten del peligro de que los estudios sobre el sueño se apliquen de forma demasiado generalizada en diferentes países y comunidades.

El equipo de investigación sugiere que en el futuro los estudios se centren en la calidad del sueño más que en su duración, y que también se tengan en cuenta los factores psicológicos, como el estrés y la preocupación que suelen tener las familias con menores ingresos.

"No hay muchos trabajos que estudien el sueño de las personas en su vida cotidiana", dice Schilbach. "Y realmente espero que la gente estudie más el sueño en los países en desarrollo y en los países pobres, centrándose en los resultados que la gente valora".

Fuentes, créditos y referencias:

La investigación se ha publicado en The Quarterly Journal of Economics.

Créditos a ScienceAlert

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