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Pequeñas nanopartículas de hierro, diferentes de las que se encuentran en la naturaleza en la Tierra, están casi por todas partes en la Luna, y los científicos están tratando de entender por qué. Un nuevo estudio dirigido por el candidato a doctor de la Universidad del Norte de Arizona, Christian J. Tai Udovicic, en colaboración con el profesor asociado Christopher Edwards, ambos del Departamento de Astronomía y Ciencias Planetarias de la NAU, descubrió importantes pistas para ayudar a entender la sorprendentemente activa superficie lunar. En un artículo publicado recientemente en Geophysical Research Letters, los científicos descubrieron que la radiación solar podría ser una fuente de nanopartículas de hierro lunar más importante de lo que se pensaba.
Los impactos de asteroides y la radiación solar afectan a la Luna de una forma única, ya que carece del campo magnético y la atmósfera que nos protegen aquí en la Tierra. Tanto los asteroides como la radiación solar descomponen las rocas y el suelo lunares, formando nanopartículas de hierro (algunas más pequeñas y otras más grandes) que son detectables desde los instrumentos de los satélites que orbitan la Luna. El estudio utilizó datos de las naves espaciales de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) y de la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) para comprender la rapidez con que se forman las nanopartículas de hierro en la Luna a lo largo del tiempo.
"Durante mucho tiempo hemos pensado que el viento solar tiene un pequeño efecto en la evolución de la superficie lunar, cuando en realidad puede ser el proceso más importante que produce nanopartículas de hierro", dijo Tai Udovicic. "Como el hierro absorbe mucha luz, se pueden detectar cantidades muy pequeñas de estas partículas desde muy lejos, lo que las convierte en un gran indicador de los cambios en la Luna".
Sorprendentemente, las nanopartículas de hierro más pequeñas parecían formarse a un ritmo similar al de los daños causados por la radiación en las muestras devueltas por las misiones Apolo a la Luna, un indicio de que el sol tiene una fuerte influencia en su formación.
"Cuando vi por primera vez los datos de las muestras del Apolo y los de nuestro satélite, me quedé sorprendido", dijo Tai Udovicic. "Este estudio muestra que la radiación solar podría tener una influencia mucho mayor en el cambio activo de la Luna de lo que se pensaba, no sólo oscureciendo su superficie, sino que también podría crear pequeñas cantidades de agua utilizables en futuras misiones".
Mientras la NASA se prepara para alojar a la primera mujer y al próximo hombre en la superficie de la Luna en 2024 como parte de la misión Artemis, es fundamental comprender el entorno de la radiación solar y los posibles recursos de la Luna. En sus futuros trabajos, recientemente galardonados con una beca FINESST (Future Investigators in Space Science and Technology) de la NASA, Tai Udovicic planea ampliar su estudio a toda la Luna, pero también está dispuesto a examinar más de cerca los misteriosos remolinos lunares, uno de los cuales ha sido recientemente seleccionado como lugar de aterrizaje para el próximo rover Lunar Vertex. También estudia las temperaturas lunares y la estabilidad del hielo de agua para informar sobre futuras misiones.
"Este trabajo nos ayuda a entender, a vista de pájaro, cómo cambia la superficie lunar con el tiempo", dijo Tai Udovicic. "Aunque todavía hay mucho que aprender, queremos asegurarnos de que cuando volvamos a tener botas en la Luna, esas misiones estén respaldadas por la mejor ciencia disponible. Es el momento más emocionante para ser un científico lunar desde el final de la era Apolo en los años 70".
Fuentes, créditos y referencias:
C. J. Tai Udovicic et al, New Constraints on the Lunar Optical Space Weathering Rate, Geophysical Research Letters (2021). DOI: 10.1029/2020GL092198