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El olfato de las aves no se limita a los buitres y otras pocas especies de aves, según una nueva investigación de la Universidad de California, Davis, y Riverside.
Los buitres tienen un sentido del olfato muy sensible, y algunas especies se comparan con "sabuesos del aire". Esto se debe, en parte, a sus grandes bulbos olfativos, tejido del cerebro que controla el olfato.
Sin embargo, los bulbos olfativos de los colibríes son, como el resto de su cuerpo, extremadamente pequeños.
Estudios anteriores no pudieron demostrar que los colibríes mostraran una preferencia por el olor de las flores que contienen néctar. Además, las flores polinizadas por las aves no suelen tener olores fuertes, a diferencia de las polinizadas por los insectos.
Por estas razones, los científicos no creían anteriormente que las aves poseyeran la capacidad de oler.
"Esto es muy emocionante, ya que es la primera demostración clara de que los colibríes utilizan su sentido del olfato por sí solos para tomar decisiones de búsqueda de alimento y evitar el contacto con insectos potencialmente peligrosos en una flor o un comedero", dijo la autora principal, la Dra. Erin Wilson Rankin, investigadora del Departamento de Entomología de la Universidad de California en Riverside.
Para sus experimentos, la Dra. Rankin y sus colegas permitieron a más de 100 colibríes elegir entre dos comederos, uno con agua azucarada sola y otro con agua azucarada más una de varias sustancias químicas cuyo aroma indicaba la presencia de un insecto.
No hubo diferencias visuales entre los dos comederos ofrecidos en cada uno de los experimentos.
Las pruebas incluyeron el olor depositado en las flores por las abejas melíferas europeas (Apis mellifera); una sustancia química de atracción segregada por las hormigas argentinas invasoras (Linepithema humile); y el ácido fórmico, un compuesto defensivo producido por las hormigas de la madera (Formica francoeuri) que se sabe que daña tanto a las aves como a los mamíferos.
Los colibríes evitaron ambas sustancias químicas derivadas de las hormigas, especialmente el ácido fórmico.
Sin embargo, no reaccionaron en absoluto al olor de las abejas, que se sabe que disuade a otras abejas de visitar las flores.
Para asegurarse de que los pájaros reaccionaban al producto químico en sí, y no simplemente al miedo a los nuevos olores, los investigadores hicieron una prueba adicional con butirato de etilo, un aditivo habitual en la alimentación humana.
"El estudio plantea nuevos interrogantes sobre la infravalorada importancia del olor en las decisiones de búsqueda de alimento de las aves y, en concreto, de los colibríes", afirma el Dr. Rankin.
Fuentes, créditos y referencias:
What is that smell? Hummingbirds avoid foraging on resources with defensive insect compounds. Behav Ecol Sociobiol 75, 132; doi: 10.1007/s00265-021-03067-4