Vea También
Imagen de Bianca van Dijk en Pixabay |
Se han dedicado décadas de investigación a entender el canto de las ballenas jorobadas. ¿Por qué cantan? ¿Cuál es el público al que se dirigen estos cantos? Para ayudar a descubrir las respuestas, muchos científicos han enmarcado los cantos de las ballenas como algo similar a los cantos de los pájaros: vocalizaciones diseñadas para atraer a posibles parejas o advertir a los competidores.
Pero en los últimos años, un investigador de la Universidad de Buffalo ha propuesto una historia radicalmente diferente sobre los cantos de las ballenas. Su último estudio, publicado en la revista Animal Cognition, presenta pruebas adicionales que refuerzan su argumento para dejar de considerar el canto de las ballenas como el análogo subacuático del canto de las aves.
Los resultados revelan la naturaleza cambiante de las unidades dentro de los cantos de las ballenas y la forma en que esas unidades se transforman a lo largo de los años. Estos cambios presentan una flexibilidad vocal que demuestra lo inadecuado de utilizar etiquetas humanas, como gritos, chirridos y gemidos, para una especie con la capacidad de producir sonidos mucho más sofisticados.
"Los análisis de este trabajo sugieren que no deberíamos pensar en los cantos de las ballenas como un lenguaje o unas notas musicales", afirma el doctor Eduardo Mercado, profesor de psicología en la Facultad de Artes y Ciencias de la UB. "Lo que hacen los cantantes parece ser mucho más dinámico, tanto dentro de las canciones como a través de los años".
"Tal vez sea una cuestión de pasar de pensar en los cantos de las ballenas como notas musicales a algo más libre, como la danza".
Las hipótesis actuales suponen que las ballenas combinan sonidos (unidades) en patrones (frases) para construir las exhibiciones (canciones) que revelan su aptitud a posibles parejas. Desde esta perspectiva, dice Mercado, las unidades individuales son como las púas individuales de la cola de un pavo real, cada una funcionalmente igual y útil solo como colectivo.
Pero las unidades no son funcionalmente iguales, según el artículo de Mercado, coescrito con Christina E. Perazio, profesora adjunta de la Universidad de Nueva Inglaterra. La transformación de las unidades produce algunas que son mucho menos detectables que otras, un hallazgo que desafía las conclusiones anteriores sobre la aptitud a favor de que los cantos revelen más bien ubicaciones y movimientos, y que cada cambio haga que las unidades relevantes sean más fáciles de oír a través de largas distancias.
Para ayudar a hacer su punto, Mercado alude a la revisión hecha al código moral del corral en "Rebelión en la granja" de George Orwell en el título de su trabajo, sugiriendo que algunas unidades de jorobados "son más iguales que otras".
"Hay claras diferencias en las unidades al escuchar los cantos de las ballenas de diferentes años", dice Mercado. "Son tan diferentes que es como pasar de un género musical a otro. En un año determinado, las ballenas utilizan un conjunto de sonidos totalmente diferente".
Entonces, ¿qué ocurre? ¿Es todo aleatorio?
No es probable, según Mercado.
Mercado se basó en un método que recogió medidas detalladas de las variaciones en las unidades producidas por los cantantes y luego comparó esas medidas con las características producidas en diferentes años. Este enfoque hizo hincapié en la variabilidad del comportamiento vocal más que en los resúmenes de los "tipos de unidades".
"Estos cambios son los que me hicieron interesarme por los cantos de las ballenas", dice Mercado. "Intentaba entender cómo se salen con la suya. Si están cambiando los sonidos, ¿cómo hacen otras ballenas para dar sentido a esos cambios? Imagínese a personas sin preparación que cambian de idioma varias veces en un lapso de 10 años y todos siguen entendiendo a los demás a pesar de esa variación."
Los cambios parecen de naturaleza evolutiva, no aleatoria. Las modificaciones se ciñen a un conjunto claro de reglas, como el mantenimiento de los rangos de tono incluso cuando los sonidos parecen variar subjetivamente bastante. La transformación de estas unidades podría contribuir a la función general de los cantos, posiblemente aumentando el número de posiciones desde las que las ballenas que escuchan pueden detectarlas, localizarlas y seguirlas con fiabilidad.
Esa flexibilidad revela además las deficiencias inherentes a los métodos subjetivos o computacionales para clasificar las unidades en categorías discretas que no captan los matices de las vocalizaciones.
"Estas etiquetas son una mala idea", dice Mercado. "Los cambios en el tono y la duración podrían forzar una recategorización incorrecta de las unidades. Podríamos pensar que estamos oyendo algo diferente, pero la ballena podría estar diciendo que nada ha cambiado".
Mercado añade: "Los humanos no son el patrón de oro para distinguir los sonidos, y tenemos que reconocerlo y respetarlo al realizar la investigación."
Fuentes, créditos y referencias:
Eduardo Mercado et al, All units are equal in humpback whale songs, but some are more equal than others, Animal Cognition (2021). DOI: 10.1007/s10071-021-01539-8