El estallido de energía de la galaxia más lejana conocida podría haber sido un satélite en órbita alrededor de la Tierra

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El estallido de energía de la galaxia más lejana conocida podría haber sido un satélite en órbita alrededor de la Tierra
Crédito: NASA, ESA y M. Kornmesser

El cosmos es el escenario de una variedad de explosiones gigantescas. Entre ellas se encuentran las llamaradas estelares, en las que las estrellas liberan repentinamente energía magnética, y las fusiones de estrellas de neutrones, en las que dos estrellas densas chocan entre sí. Pero hay una clase de explosiones que eclipsa al resto: los estallidos de rayos gamma son las explosiones más energéticas que se ven en el universo.

Los rayos gamma son una de las formas más energéticas de la luz, y las explosiones de rayos gamma liberan cantidades casi inimaginables de ellos. Descubiertas por primera vez durante la Guerra Fría -por medio de satélites militares que buscaban señales de pruebas nucleares en la atmósfera superior-, se cree que las explosiones de rayos gamma son causadas por estrellas masivas que sufren enormes explosiones cuando se les acaba el combustible. Estos eventos son raros, pero tan energéticos que pueden verse en galaxias a muchos miles de millones de años luz de distancia.

Recientemente, los astrónomos pensaron que habían visto pruebas de una de estas explosiones en la galaxia más lejana jamás vista. Pero un artículo publicado recientemente pone en duda estas afirmaciones, sugiriendo que podría haber sido causada por una fuente más mundana mucho más cerca de casa.

Explosiones de rayos gamma

Todavía no se han documentado estallidos de rayos gamma en nuestra galaxia, lo que puede no ser malo. Un estallido de rayos gamma apuntando directamente a la Tierra probablemente provocaría una extinción masiva y el fin de la civilización tal y como la conocemos. De hecho, es posible que eventos no documentados hayan causado ya eventos de extinción masiva en la historia de la Tierra. 


Sin embargo, los estallidos de rayos gamma se han visto muy lejos. El artículo que sugería que los investigadores habían descubierto un nuevo estallido de rayos gamma en la galaxia más lejana conocida se publicó en 2020. Utilizando el telescopio Keck en Mauna Kea, Hawái, los investigadores observaron franjas del cielo, y por casualidad vieron un destello brillante, de apenas unos segundos de duración, en una de sus exposiciones.

Al modelar la duración y el brillo del destello, descartaron que se tratara de un satélite natural o de origen humano cercano. También descartaron otras explicaciones astronómicas y llegaron a la conclusión de que la explicación más probable era, efectivamente, una explosión de rayos gamma.

Lo más singular de este descubrimiento fue que el equipo localizó la dirección del evento y descubrió que procedía de la misma zona que una galaxia conocida como GN-z11, que resulta ser la galaxia más lejana y antigua que hemos descubierto hasta ahora.

¿Fue una increíble coincidencia cósmica? ¿O se trata de una señal de que las explosiones de rayos gamma eran más comunes en el universo primitivo, apenas 400 millones de años después del Big Bang? Esta última conclusión tendría grandes implicaciones para nuestra comprensión de cómo se forman las estrellas y las galaxias en el universo primitivo, y provocó un gran entusiasmo entre los astrónomos.

Sin embargo, las conclusiones del grupo suscitaron inquietud, ya que algunos argumentaron que era mucho más probable que el destello procediera de un objeto de nuestro sistema solar, que podría ser un satélite natural (como una luna) o artificial. En otro artículo, otro equipo sugirió que la explicación más probable era un reflejo de un satélite artificial. Los autores originales siguieron con estas afirmaciones, redoblando su interpretación de la explosión de rayos gamma, pero el coro de los escépticos no hacía más que aumentar.

El estallido de energía de la galaxia más lejana conocida podría haber sido un satélite en órbita alrededor de la Tierra
El Telescopio Roman Baranowski/Telescopio Espectroscópico de Poznań utilizado para confirmar la naturaleza humana del destello, y la posición de GN-z11. Crédito: Krzysztof Kamiński, Universidad Adam Mickiewicz de Poznań.

Basura espacial

Ahora, la controversia ha dado un nuevo giro, con un nuevo artículo publicado recientemente en Nature. Los autores de este trabajo sugieren que el supuesto estallido de rayos gamma fue en realidad un destello causado por un satélite de fabricación humana. Los investigadores utilizaron un sitio web público de seguimiento espacial para buscar posibles interferencias de satélites humanos en la dirección y el momento de la detección del destello.

Alrededor del momento en que el equipo original estaba estudiando el cielo, un cohete protón ruso alcanzó la órbita baja de la Tierra y liberó sus etapas superiores (apodadas Breeze-M), que luego se convirtieron en basura espacial, orbitando la Tierra. Al observar la órbita de la chatarra espacial y compararla con las observaciones realizadas en el estudio original, el nuevo equipo descubrió que el destello podía explicarse simplemente por la caída de la etapa superior más allá de la parte del cielo que observaba el telescopio.

El cohete protón lleva en funcionamiento desde la década de 1960, y no es la única vez que una de sus etapas superiores Breeze-M ha sido noticia. En 2013, una explosión dispersó enormes cantidades de desechos en la órbita cercana a la Tierra, e hizo que la NASA se apresurara a evaluar si suponía un peligro para la Estación Espacial Internacional.

Si bien este incidente en particular fue quizás particularmente desafortunado, con el aumento de la cantidad de basura en el espacio y el lanzamiento de grandes constelaciones de satélites por parte de la empresa privada SpaceX y otras en los próximos años, pone de manifiesto las crecientes dificultades a las que se enfrentan los astrónomos para observar desde la superficie de la Tierra.

La mejora de las bases de datos de los satélites y de la basura espacial ayudará a evitar este tipo de identificaciones erróneas. Pero la creciente contaminación lumínica de las constelaciones de satélites amenaza la capacidad de los telescopios en tierra para ver con la suficiente claridad como para hacer ciencia de primer orden. 

Este artículo ha sido publicado por The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.

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