Los gatos siguen los movimientos de sus dueños aunque no los vean, según estudio.

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Los gatos siguen los movimientos de sus dueños aunque no los vean, según estudio.

Un equipo de investigadores afiliados a varias instituciones de Japón ha descubierto que los gatos siguen la pista de dónde se encuentran las personas en sus casas incluso cuando no pueden verlas. En su artículo publicado en PLOS ONE, el grupo describe los experimentos que realizaron con gatos y grabaciones de voces y lo que aprendieron de ellos.

En algún nivel de conciencia, tu gato está mapeando mentalmente tu posición espacial basándose en pistas de audio en el entorno, incluyendo el sonido de tu voz, según una nueva investigación.

Este tipo de información sobre el paradero de los demás es una forma de lo que se denomina cognición socioespacial, en la que los animales mantienen un control mental sobre la ubicación inferida de otros miembros del grupo, incluso si no están presentes de forma visible.

Sin embargo, no está del todo claro el grado de desarrollo de esta capacidad en los gatos. Para explorar este fenómeno, unos científicos japoneses llevaron a cabo un experimento probablemente muy divertido.

Para el nuevo estudio, decidieron poner a prueba a los gatos utilizando señales de audio, ya que los gatos son conocidos por su excepcional oído y son capaces de encontrar presas ocultas en condiciones de baja visibilidad. "De hecho, los gatos parecen ser buenos para inferir la presencia física y social a partir de los sonidos", escriben los autores.

Anteriormente, la autora principal del estudio, Saho Takagi, candidata al doctorado en la Universidad de Kioto (Japón), descubrió que cuando los gatos escuchaban los sonidos de la voz de sus dueños, esperaban ver la cara de estos. En otros estudios, los gatos también han demostrado que pueden distinguir entre voces humanas conocidas y desconocidas y que pueden localizar objetos ocultos. Así que "parece plausible que los gatos sean capaces de trazar mentalmente la ubicación de los demás basándose en las vocalizaciones", afirman los científicos en el estudio.

Fig. 1. Disposición de una sala de pruebas. Hubo ligeras diferencias entre las salas de pruebas en función de los espacios familiares de los gatos (casa o cafetería para gatos). El experimentador colocó el altavoz 1 fuera de la sala de pruebas y el altavoz 2 dentro de la sala de pruebas, cerca de otra puerta o ventana que diera a otra habitación o al exterior. Los gatos se quedaban solos y podían moverse libremente. Los comportamientos de los gatos se grabaron con cámaras de vídeo durante las pruebas. Crédito: DOI: 10.1371/journal.pone.0257611
Fig. 1. Disposición de una sala de pruebas. Hubo ligeras diferencias entre las salas de pruebas en función de los espacios familiares de los gatos (casa o cafetería para gatos). El experimentador colocó el altavoz 1 fuera de la sala de pruebas y el altavoz 2 dentro de la sala de pruebas, cerca de otra puerta o ventana que diera a otra habitación o al exterior. Los gatos se quedaban solos y podían moverse libremente. Los comportamientos de los gatos se grabaron con cámaras de vídeo durante las pruebas. Crédito: DOI: 10.1371/journal.pone.0257611


Los experimentos contaron con la ayuda de 50 gatos domésticos (y sus dueños), que fueron separados en tres grupos aleatorios. Cada uno de los tres grupos se dividió a su vez en gatos domésticos y gatos de café. Cada uno de los gatos fue colocado dentro de un recinto del tamaño de una habitación equipado con un altavoz. Se colocó otro altavoz fuera del recinto. Los grupos de gatos fueron expuestos a diferentes sonidos procedentes de los altavoces: algunos eran las voces de los propietarios llamándoles por su nombre; otros eran voces de extraños llamándoles por su nombre; otros eran ruidos aleatorios.

A continuación, los investigadores reprodujeron sonidos por pares, el primero de los cuales se envió al altavoz del interior del recinto; el segundo se envió al altavoz del exterior del recinto. A medida que se reproducían los sonidos, los investigadores hacían que observadores voluntarios calificaran el grado de sorpresa mostrado por cada gato.

Al analizar los datos, los investigadores descubrieron que los gatos parecían expresar su sorpresa cuando escuchaban la voz de su dueño primero dentro del recinto y de repente fuera de él, un hecho que sugería que el humano se había teletransportado instantáneamente de un lugar a otro. El hecho de que los gatos parecieran sorprendidos sugería que seguían la pista de dónde se suponía que estaba el humano construyendo un mapa mental de su entorno, que incluía a los humanos que vivían con ellos.

Fuentes, créditos y referencias:

Saho Takagi et al, Socio-spatial cognition in cats: Mentally mapping owner's location from voice, PLOS ONE (2021). DOI: 10.1371/journal.pone.0257611

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