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Compartir la vida con una pareja se asocia de manera importante al bienestar personal, a disfrutar de mejor salud y a vivir en una posición económica más desahogada. En cambio, la muerte de una pareja puede ser uno de los eventos más devastadores en la vida de una persona.
El duelo, al estar fuertemente influido por nuestra cultura, puede ser muy distinto entre sociedades incluso cercanas. También la edad en la que se produzca esta circunstancia, el sexo, la situación económica derivada de la pérdida de la pareja o el estado de salud previo son factores que pueden afectar con mayor o menor intensidad a la propia persona que enviuda.
Asimismo, la dimensión temporal es un elemento fundamental para profundizar en la comprensión de los efectos negativos de enviudar. Los trabajos procedentes del campo de la psicología muestran numerosos ejemplos de trayectorias adaptativas. En ellos se identifican diferencias en los tiempos y patrones de adaptación tras un evento, sea positivo, como ganar la lotería o encontrar pareja, o negativo, como padecer una enfermedad o perder un empleo, influidos por elementos individuales, contextuales y sociales.
Efectos a corto y medio plazo y circunstancias sociales
Teniendo ello en mente, nos planteamos analizar los efectos de enviudar sobre el bienestar, la salud y el uso de servicios sanitarios y de cuidados personales. El análisis se dirige a 27 países europeos más Israel, diferenciando entre efectos a corto (2 años después de enviudar) y a medio plazo (4-5 años tras dicho evento).
Para tal fin, se emplea la encuesta europea sobre salud, envejecimiento y jubilación Survey of Health, Ageing and Retirement in Europe (SHARE). Dicha base de datos longitudinal incluye información de 120 000 personas de cincuenta o más años de edad sobre sus características personales, su estado de salud, su situación financiera o su uso de recursos sanitarios y sociales, entre otras. El periodo analizado va de 2004 a 2015.
El método de análisis aplicado es una variante de emparejamiento denominada genetic matching (coincidencia genética), donde comparamos la evolución de las personas que estaban casadas o vivían en pareja y han enviudado en la oleada siguiente (grupo tratamiento) con la situación de personas que, estando en la misma situación inicial (casadas o en pareja), mantienen su estado en la oleada consecutiva (grupo de control).
Los resultados confirman que enviudar se asocia con una evolución negativa de la percepción de bienestar y con un empeoramiento de la salud mental. También se incrementa el uso de servicios de cuidados de larga duración (tanto profesionales como no profesionales, es decir, los cuidados prestados por las familias). En cambio, no se identificó una mayor utilización de servicios sanitarios.
Asimismo, los efectos identificados son más intensos en el corto plazo que en el medio. En otras palabras, identificamos la existencia de un elemento adaptativo que suaviza el impacto negativo de enviudar en el bienestar percibido y en la utilización de cuidados a largo plazo (adaptación parcial) o los hacen desaparecer por completo en el caso de los efectos sobre la salud (adaptación completa).
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Mayor efecto en mujeres que en hombres
Otro elemento a destacar es que estos resultados deben matizarse en función del sexo, la edad y el país de residencia. De este modo, el efecto identificado sobre la salud mental en las mujeres viudas fue mayor que el efecto observado en los varones que habían enviudado. Además, ellas presentaron un mayor uso de cuidados no profesionales (familiares) que los hombres viudos, mientras que en estos últimos se reveló un mayor uso de cuidados profesionales.
Con respecto a la edad, se observó que el efecto negativo de enviudar fue más intenso en la salud mental de las personas más jóvenes (menores de 65 años), observándose un efecto adaptación (desaparición casi completa del efecto) en el medio plazo.
Finalmente, la intensidad del efecto sobre la salud y el uso de recursos también fue diferente por zona geográfica. Así, en los países del sur de Europa el efecto de enviudar sobre la salud mental resultó más intenso que en las personas que residen en el centro y norte de Europa, observándose un elemento adaptativo con la desaparición completa del efecto en el medio plazo.
Deterioro de la salud mental
En suma, los resultados de este estudio confirman la existencia de un riesgo importante en el deterioro de la salud mental de las personas que enviudan, especialmente en los primeros años posteriores a sufrir dicho evento, y un cambio en sus necesidades y organización de cuidados.
Esta información sugiere que debería facilitarse el acceso a atención psicológica temprana a personas que acaban de enviudar. Asimismo, los resultados obtenidos confirman la necesidad de concentrar un mayor esfuerzo en personas que acaban de enviudar en materia de dotación de cuidados personales, manteniendo la provisión de este tipo de cuidados también en el medio plazo.
Juan Oliva Moreno, Profesor de Economía de la Salud, Universidad de Castilla-La Mancha; Beatriz Rodríguez Sánchez, Profesor Ayudante Doctor de Economía Aplicada, especializada en economía de la salud, Universidad Complutense de Madrid y Luz María Peña Longobardo, Profesora del departamento de Análisis Económica y Finanzas, Universidad de Castilla-La Mancha
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.