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Un equipo de biólogos evolutivos e investigadores biomédicos de Harvard se ha puesto manos a la obra en un nuevo estudio publicado en PNAS. El trabajo expone pruebas evolutivas y biomédicas que demuestran que los humanos, que evolucionaron para vivir muchas décadas después de dejar de reproducirse, también evolucionaron para ser relativamente activos en sus últimos años.
Los investigadores afirman que la actividad física en edades avanzadas desvía la energía de los procesos que pueden comprometer la salud y la dirige hacia los mecanismos del cuerpo que la prolongan. Su hipótesis es que los seres humanos evolucionaron para mantenerse físicamente activos a medida que envejecen y, al hacerlo, asignar energía a procesos fisiológicos que frenan el deterioro gradual del cuerpo con el paso de los años. Esto protege contra enfermedades crónicas como las cardiovasculares, la diabetes de tipo 2 e incluso algunos cánceres.
El equipo de investigación, que incluye a Aaron Baggish e I-Min Lee, de la Facultad de Medicina de Harvard, cree que el artículo es la primera explicación evolutiva detallada de por qué la falta de actividad física a medida que el ser humano envejece aumenta el riesgo de enfermedad y reduce la longevidad.
Baggish, de 47 años, que también es cardiólogo del equipo de los Patriotas de Nueva Inglaterra y del fútbol estadounidense, y Lieberman, de 57 años, son compañeros de carrera desde hace mucho tiempo y a menudo discuten las ideas que se incluyen en el artículo durante las carreras matutinas de entre 5 y 10 millas.
El estudio utiliza a los primos simios de los humanos como punto de partida. Los investigadores señalan que los simios, que suelen vivir solo entre 35 y 40 años en la naturaleza y rara vez sobreviven más allá de la menopausia, son considerablemente menos activos que la mayoría de los humanos, lo que sugiere que en la evolución humana hubo selección no solo para vivir más tiempo, sino también para ser más activos físicamente.
Esto es especialmente sorprendente cuando se compara con los cazadores-recolectores contemporáneos, que realizan una media de 135 minutos de actividad física moderada a vigorosa al día. Ese nivel de movimiento -entre seis y diez veces más que el promedio de los estadounidenses- puede ser una de las claves de por qué los cazadores-recolectores que sobreviven a la infancia tienden a vivir unas siete décadas, aproximadamente 20 años después de la edad en la que los humanos suelen dejar de tener hijos. Las pruebas fósiles indican que esta prolongación de la vida era habitual hace 40.000 años, en contra de la creencia de que la vida humana era corta hasta hace poco.
El equipo subrayó que el principal beneficio para la salud de la actividad física es la prolongación de la esperanza de vida humana, que se define como los años de vida que se pasan con buena salud.
Los investigadores examinaron dos vías por las que la actividad física a lo largo de la vida reasigna la energía para mejorar la salud. La primera consiste en alejar el exceso de energía de mecanismos potencialmente perjudiciales, como el almacenamiento de grasa. El equipo también identificó cómo la actividad física asigna la energía a los procesos de reparación y mantenimiento. El trabajo demuestra que, además de quemar calorías, la actividad física es fisiológicamente estresante y provoca daños en el organismo a nivel molecular, celular y tisular.
"El punto clave a tener en cuenta es que, dado que evolucionamos para ser activos durante toda nuestra vida, nuestros cuerpos necesitan actividad física para envejecer bien. En el pasado, la actividad física diaria era necesaria para sobrevivir, pero hoy tenemos que elegir hacer ejercicio, es decir, realizar actividad física voluntaria por el bien de la salud y la forma física", dijo Lieberman.
¿El consejo de los investigadores? Levántese de la silla y haga algo de ejercicio.
"La clave es hacer algo y tratar de que sea agradable para seguir haciéndolo", dijo Lieberman. "La buena noticia es que no es necesario ser tan activo como un cazador-recolector. Incluso pequeñas cantidades de actividad física -sólo 10 o 20 minutos al día- reducen sustancialmente el riesgo de mortalidad."
Fuentes, créditos y referencias:
The active grandparent hypothesis: Physical activity and the evolution of extended human healthspans and lifespans, PNAS (2021). DOI: 10.1073/pnas.2107621118