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Meraxes gigas, un enorme dinosaurio carnívoro que vivió en Argentina hace unos 94 millones de años, tenía los brazos cortos como el Tyrannosaurus rex.
Meraxes gigas vivió en la actual región de la Patagonia argentina durante el Cretácico Superior, hace unos 94 millones de años.
Este antiguo depredador medía unos 11 m de largo y pesaba más de 4 toneladas.
Meraxes gigas era un miembro de Carcharodontosauridae, una familia de dinosaurios terópodos carnívoros gigantes.
"El grupo floreció y alcanzó un pico de diversidad poco antes de extinguirse", dijo el Dr. Juan Canale, paleontólogo del Museo Paleontológico Ernesto Bachmann, la Universidad Nacional de Río Negro y el CONICET.
"Es posible que utilizaran los brazos para comportamientos reproductivos, como sostener a la hembra durante el apareamiento o apoyarse para volver a levantarse después de un descanso o una caída".
El cráneo casi completo y el esqueleto parcial de Meraxes gigas fueron descubiertos en la Formación Huincul en el Cañón de las Campanas, a 25 km al suroeste de Villa El Chocón, provincia de Neuquén, Argentina.
El espécimen es uno de los esqueletos de carcarodontosáuridos más completos que los paleontólogos han encontrado hasta ahora en el hemisferio sur.
"Lo más interesante es que encontramos que la planta del cuerpo es sorprendentemente similar a la de tiranosaurios como el Tyrannosaurus rex", dijo el profesor Peter Makovicky, paleontólogo de la Universidad de Minnesota.
"Pero, no están particularmente emparentados con el Tyrannosaurus rex. Son de ramas muy diferentes del árbol genealógico de los dinosaurios carnívoros".
"Por lo tanto, tener este nuevo descubrimiento nos permitió indagar en la pregunta de: ¿Por qué estos dinosaurios carnívoros se hacen tan grandes y tienen estos pequeños y diminutos brazos?"
"El descubrimiento de este nuevo carcarodontosáurido, el más completo hasta el momento, nos da una oportunidad excepcional para conocer su sistemática, paleobiología y tamaño real como nunca antes", dijo el doctor Sebastián Apesteguía, paleontólogo de la Universidad Maimónides.
Los investigadores descubrieron que los grandes dinosaurios mega-depredadores de las tres familias de tópodos crecían de forma similar. A medida que evolucionaban, sus cráneos se hacían más grandes y sus brazos se acortaban progresivamente.
"Lo que sugerimos es que hay una visión diferente de esto", dijo el profesor Makovicky.
"No deberíamos preocuparnos tanto por el uso de los brazos, porque en realidad los brazos se reducen como consecuencia de que los cráneos se vuelven masivos".
"Sea cual sea el uso que se le haya dado a los brazos, están adquiriendo una función secundaria, ya que el cráneo se está optimizando para manejar presas más grandes".
Los científicos descubrieron que el cráneo de Meraxes gigas estaba decorado con crestas, surcos, protuberancias y pequeños cuernos.
"Esas ornamentaciones aparecen en una fase tardía del desarrollo, cuando los individuos se convierten en adultos", dijo el Dr. Canale.
"Estos rasgos se utilizaban probablemente para atraer a posibles parejas".
"La selección sexual es una poderosa fuerza evolutiva. Pero dado que no podemos observar directamente su comportamiento, es imposible estar seguros de ello".
Los autores también descubrieron que los dinosaurios carcarodontosáuridos evolucionaron muy rápidamente, pero desaparecieron repentinamente del registro fósil muy poco después.
"Normalmente, cuando los animales están al borde de la extinción, es porque sus ritmos evolutivos son bastante lentos, lo que significa que no se están adaptando muy rápidamente a su entorno", dijo el Dr. Canale.
"Aquí tenemos pruebas de que Meraxes gigas y sus parientes evolucionaban con bastante rapidez y, sin embargo, a los pocos millones de años de existir, desaparecieron, y no sabemos por qué".
"Es uno de esos hallazgos en los que se responden algunas preguntas, pero se generan más preguntas para el futuro".
Fuentes, créditos y referencias:
Juan I. Canale et al. New giant carnivorous dinosaur reveals convergent evolutionary trends in theropod arm reduction. Current Biology, published online July 7, 2022; doi: 10.1016/j.cub.2022.05.057
Créditos a SciNews