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La pandemia del COVID-19 trajo consigo una compleja serie de retos que tuvieron repercusiones en la salud mental de todos, incluidos los niños. A veces puede ser difícil para los niños abrir su corazón a los adultos.
Un estudio reciente realizado por un equipo de robóticos, informáticos y psiquiatras de la Universidad de Cambridge ha sugerido que los robots pueden ser mejores para detectar problemas de bienestar mental en los niños que las pruebas realizadas por los padres o por ellos mismos.
El equipo llevó a cabo un estudio empírico con 28 niños de 8 a 13 años que interactuaron con Nao -un robot humanoide de unos 60 centímetros de altura- en una sesión de 45 minutos. El robot administró el Cuestionario Breve de Estado de Ánimo y Sentimientos (SMFQ) y la Escala Revisada de Ansiedad y Depresión Infantil (RCADS) para evaluar el bienestar mental de cada participante. Un padre o tutor, junto con el miembro del equipo de investigación, observaba desde una sala adyacente.
Antes de la sesión experimental, el equipo también evaluó el bienestar mental de los niños mediante enfoques estandarizados establecidos a través de cuestionarios RCADS en línea rellenados por los niños (autoinforme) y sus padres (informe de los padres).
Durante cada sesión, Nao, con voz de niño, hizo a los niños preguntas abiertas sobre recuerdos felices y tristes de la última semana, administró el Cuestionario Breve de Estado de Ánimo y Sentimientos (SMFQ) y también un cuestionario utilizado en el diagnóstico de la ansiedad, el trastorno de pánico y el bajo estado de ánimo.
Los investigadores agruparon a los participantes en tres grupos en función de sus puntuaciones en el SMFQ. Los participantes interactuaron con el robot a lo largo de la sesión hablando con él o tocando los sensores de las manos y los pies del robot. Otros sensores siguieron los latidos del corazón, la cabeza y los movimientos de los ojos de los participantes durante la sesión.
Además, los investigadores analizaron la respuesta al cuestionario en los tres grupos y en los diferentes modos de administración (autoinforme, informe de los padres y robotizado). Los resultados muestran que la evaluación robotizada parece ser el modo más adecuado para identificar las anomalías relacionadas con el bienestar de los niños en los tres grupos de participantes, en comparación con los modos de autoinforme e informe de los padres. Los niños disfrutaron hablando con el robot; algunos compartieron con él información que no habían compartido ni en persona ni en el cuestionario online.
"Como el robot que utilizamos tiene el tamaño de un niño y no supone ninguna amenaza, los niños pueden ver al robot como un confidente: sienten que no se meterán en problemas si comparten sus secretos con él", afirma Nida Itrat Abbasi, primera autora del estudio. "Otros investigadores han descubierto que los niños son más propensos a divulgar información privada -como que les están acosando, por ejemplo- a un robot que a un adulto".
Los investigadores esperan ahora ampliar su encuesta en el futuro incluyendo a más participantes y siguiéndolos a lo largo del tiempo. También están investigando si se podrían obtener resultados similares si los niños interactuaran con el robot a través de un videochat.
Fuentes, créditos y referencias:
Fuente: Universidad de Cambridge
Imagen: La coautora, la Dra. Micol Spitale, estrechando la mano del robot humanoide Nao. Crédito: Universidad de Cambridge