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Esta es una impresión artística de la colisión de dos estrellas de
neutrones. El choque entre dos densos restos estelares desata la energía
de 1.000 explosiones de novas estelares estándar. Tras la colisión, se
expulsa un chorro de radiación a casi la velocidad de la luz. El chorro
se dirige a lo largo de un estrecho rayo confinado por potentes campos
magnéticos. El chorro rugiente arrasa con el material del medio
interestelar circundante y lo barre. Créditos: Obra de arte: Elizabeth
Wheatley (STScI)
GW170817, una colisión titánica entre dos estrellas de neutrones detectada en
agosto de 2017, expulsó un chorro relativista estructurado con una velocidad
superior al 99,97% de la velocidad de la luz, según un equipo de astrónomos
estadounidenses.
La fusión binaria de estrellas de neutrones GW170817 se produjo en NGC 4993,
una galaxia lenticular situada a unos 130 millones de años luz de la Tierra.
Fue el primer acontecimiento detectado tanto por las ondas gravitacionales
como por las ondas electromagnéticas, incluidos los rayos gamma, los rayos X,
la luz visible y las ondas de radio.
Las secuelas de la fusión fueron observadas por 70 telescopios orbitales y
terrestres de todo el mundo.
Los astrónomos apuntaron rápidamente el telescopio espacial Hubble de la
NASA/ESA al lugar de la explosión apenas dos días después.
Las estrellas de neutrones colapsaron en un agujero negro cuya poderosa
gravedad comenzó a atraer material hacia él. Ese material formó un disco que
giraba rápidamente y generó chorros que se movían hacia fuera desde sus polos.
El chorro rugiente se estrelló contra el material de la cáscara en expansión
de los restos de la explosión y lo arrastró. Esto incluyó una mancha de
material a través de la cual surgió un chorro.
Aunque el suceso tuvo lugar en 2017, los científicos han tardado varios años
en encontrar la forma de analizar los datos del Hubble y los de otros
telescopios para poder pintar esta imagen completa.
La observación del Hubble se combinó con las observaciones de múltiples
radiotelescopios de la NSF que trabajan juntos para la interferometría de
línea de base muy larga (VLBI). Los datos de radio se tomaron 75 días y 230
días después de la explosión.
"Estoy asombrado de que el Hubble pudiera darnos una medición tan precisa, que
rivaliza con la precisión alcanzada por los potentes radiotelescopios VLBI
repartidos por todo el mundo", dijo el Dr. Kunal Mooley, astrónomo de Caltech
y del Observatorio Nacional de Radioastronomía.
El Dr. Mooley y sus colegas utilizaron los datos del Hubble junto con los del
satélite Gaia de la ESA, además de la VLBI, para lograr una precisión extrema.
"Fueron necesarios meses de cuidadoso análisis de los datos para realizar esta
medición", dijo el Dr. Jay Anderson, astrónomo del Space Telescope Science
Institute.
Combinando las diferentes observaciones, pudieron localizar el lugar de la
explosión.
La medición del Hubble mostró que el chorro se movía a una velocidad aparente
de siete veces la velocidad de la luz.
Las observaciones de radio mostraron que el chorro se había desacelerado
posteriormente a una velocidad aparente cuatro veces superior a la de la luz.
En realidad, nada puede superar la velocidad de la luz, por lo que este
movimiento superlumínico es una ilusión.
Como el chorro se acerca a la Tierra casi a la velocidad de la luz, la luz que
emite más tarde tiene una distancia más corta que recorrer. En esencia, el
chorro está persiguiendo su propia luz.
En realidad, ha pasado más tiempo entre la emisión de la luz del chorro de lo
que el observador cree. Esto hace que se sobrestime la velocidad del objeto,
que en este caso parece superar la velocidad de la luz.
"Nuestro resultado indica que el chorro se movía al menos a un 99,97% de la
velocidad de la luz cuando fue lanzado", dijo el Dr. Wenbin Lu, astrónomo de
la Universidad de California, Berkeley.
Fuentes, créditos y referencias: