Estreptococo A: motivos para preocuparnos por el aumento de infecciones invasivas

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Ilustración de la bacteria _Streptococcus pyogenes_, conocida coloquialmente como Estreptococo A. Shutterstock / Kateryna Kon

Varios países europeos han indicado un aumento en el año 2022, particularmente desde septiembre, en el número de casos de enfermedad estreptocócica invasiva del grupo A (iGAS) entre niños menores de 10 años de edad. Concretamente Francia, Irlanda, los Países Bajos, Suecia y el Reino Unido.

La causante es la bacteria Streptococcus pyogenes, denominada coloquialmente estreptococo del grupo A (GAS), un patógeno común que afecta predominantemente a la piel, los tejidos blandos y el tracto respiratorio. Ostenta el dudoso honor de situarse entre los principales patógenos que causan morbilidad y mortalidad a nivel mundial, particularmente en entornos desfavorecidos de todo el mundo.

Cuando no se queda en faringitis

El estreptococo del grupo A representa la causa más común de faringitis bacteriana en niños en edad escolar. Cada año se esperan 616 millones de nuevos casos de faringitis por estreptococo del grupo A. Las infecciones por GAS generalmente causan una enfermedad leve que incluye dolor de garganta, dolor de cabeza y fiebre, junto con un sarpullido rojo y fino.

Por desgracia, Streptococcus pyogenes también provoca infecciones potencialmente mortales que incluyen, entre otras, la escarlatina, la bacteriemia, la neumonía, la fascitis necrosante, la mionecrosis, la endometritis, la artritis séptica, la glomerulonefritis posestreptocócica y el síndrome de shock tóxico estreptocócico. Es tan agresivo porque sintetiza factores de virulencia que contribuyen a la destrucción de los tejidos y a la diseminación de la infección.

Aproximadamente 18,1 millones de personas sufren en la actualidad una enfermedad grave por estreptococo del grupo A, con 1,78 millones de casos nuevos y unas 517 000 muertes anuales. La mayoría de las muertes ocurren dentro de los siete días posteriores a la infección, y el mayor riesgo de mortalidad ocurre dentro de las primeras 48 horas.

Además, la infección por estreptococos del grupo A es considerada la causa subyacente de la fiebre reumática. Estos microorganismos son capaces de liberar exotoxinas pirogénicas que provocan enrojecimiento de la lengua y erupción cutánea en forma de sarpullido rojo brillante en la mayor parte del cuerpo. La enfermedad cursa con dolor de garganta y fiebre alta, pero si no es tratada puede producir complicaciones en pulmones, riñones, oído medio, amígdalas y piel.

Han sido descritos más de 200 serotipos diferentes de Streptococcus pyogenes basados en la estructura de la proteína M, conocida por permitir la invasión bacteriana en las células humanas, prevenir la fagocitosis y promover la supervivencia en los tejidos infectados. Sin embargo, menos de 10 serotipos son predominantes en infecciones estreptocócicas invasivas clínicamente significativas.

Clásicamente, las infecciones son clasificadas como no invasivas o invasivas, según la ubicación y la gravedad. Las infecciones no invasivas incluyen faringitis (también conocida como faringitis estreptocócica), sinusitis, impétigo, ectima (ulceración cutánea), otitis media, escarlatina (erupción producida por toxinas), celulitis, endometritis (especialmente en mujeres embarazadas) y neumonía. Las infecciones invasivas incluyen absceso periamigdalino, miositis, artritis séptica, fascitis necrosante, meningitis, bacteriemia y síndrome de shock tóxico estreptocócico.

Una tasa de mortalidad de hasta el 16 %

La infección invasiva por estreptococo del grupo A (iGAS), caracterizada por la entrada de la bacteria en los fluidos corporales estériles, incluyendo la sangre, tiene una tasa de mortalidad del 8 % al 16 %. En Reino Unido se han registrado 851 casos en la semana 46 del año, en comparación con un promedio de 186 en los años anteriores. La situación es similar en algunos puntos de los Estados Unidos. Y en lo que va de temporada, ya ha habido 60 muertes en todos los grupos de edad en Inglaterra. En las últimas semanas, al menos 17 niños menores de quince años han muerto en varios países europeos consecuencia de la infección.

Compinchada con los virus respiratorios

El número de infecciones invasivas por estreptococos del grupo A (iGAS) suele mostrar un patrón estacional, con picos durante los meses de invierno y primavera.

Es probable que el aumento reciente de casos de enfermedad por iGAS en niños también esté asociado con el aumento reciente de la circulación de virus respiratorios, incluida la gripe estacional y el virus respiratorio sincitial, ya que la coinfección de virus con estreptococo del grupo A puede aumentar el riesgo de enfermedad estreptocócica invasiva del grupo A (iGAS). Los niños con infecciones virales como la varicela o la gripe tienen un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad iGAS.

Eso no descarta que afecten otros factores como las condiciones médicas coexistentes subyacentes y los tipos de estreptococos A que circulan en la comunidad y la inmunidad contra estos tipos en la población.

Se contagia con facilidad

Las infecciones causadas por Streptococcus pyogenes son muy contagiosas. La transmisión puede ocurrir a través de gotitas en el aire o por contacto de las manos con secreciones nasales o con objetos y superficies contaminadas con las bacterias. También se transmite por el contacto de la piel con lesiones contaminadas o con alimentos contaminados.

Los entornos comunes que facilitan la transmisión del microorganismo y provocan epidemias de estreptococos del grupo A incluyen escuelas, guarderías y jardines de infancia, hospitales, refugios para personas sin hogar, residencias de ancianos e instalaciones de entrenamiento militar. De hecho, en los colegios y residencias la transmisión es intensa.

Un método preventivo sencillo y efectivo es asegurarse de que los niños y ancianos se laven las manos regularmente, especialmente después de toser o estornudar. Dado que es probable que la prevención de enfermedades virales sea importante para reducir el riesgo de enfermedad iGAS, también es oportuno promover la vacunación contra la gripe estacional y la covid-19.

Cuándo debemos preocuparnos

Las tasas generales de mortalidad para todas las infecciones invasivas por Streptococcus pyogenes oscilan entre el 10 y el 20 %. Sin embargo, en situaciones concretas y puntuales, en algunas infecciones invasivas graves, como la fascitis necrotizante y el shock tóxico estreptocócico, las tasas de mortalidad pueden aumentar hasta en un 80 %.

Los primeros signos y síntomas de la infección invasiva por estreptococo del grupo A (iGAS) pueden incluir fiebre alta, dolores musculares severos, sensibilidad muscular localizada y a veces enrojecimiento en el sitio de una herida.

Si la infección desemboca en fascitis necrotizante, los primeros síntomas pueden incluir un área de la piel roja, caliente o hinchada que se propaga rápidamente, dolor intenso, incluido el dolor más allá del área de la piel que está roja, caliente o hinchada y fiebre.

Los síntomas posteriores de la fascitis necrotizante pueden incluir úlceras, ampollas o manchas negras en la piel, cambios en el color de la piel, pus o supuración del área infectada, mareo, fatiga, diarrea o náuseas. En el caso de que ocurra síndrome de shock tóxico estreptocócico a menudo los síntomas comienzan con fiebre y escalofríos, dolores musculares, náuseas y vómitos. Tras un periodo de 24 a 48 horas aparece hipotensión, taquicardia, taquipnea e insuficiencia orgánica.

Las infecciones por iGAS pueden presentarse inicialmente con síntomas inespecíficos (fiebre, cansancio general, pérdida de apetito) pero, particularmente en niños, pueden progresar rápidamente a una enfermedad grave. Por eso, ante la aparición de los síntomas iniciales, conviene solicitar asesoramiento sanitario, evaluación clínica y atención médica inmediata.

The Conversation

Raúl Rivas González ne travaille pas, ne conseille pas, ne possède pas de parts, ne reçoit pas de fonds d'une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n'a déclaré aucune autre affiliation que son organisme de recherche.


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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