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En España se llevan a cabo más de la mitad de los tratamientos de donación de óvulos en Europa, lo que la convierte en el mayor proveedor de óvulos de donantes de todo el continente. Es más, cada año miles de pacientes internacionales viajan a este país para acceder a un tratamiento privado de fertilidad.
La popularidad se debe a que en España cualquier mujer u hombre, independientemente de su estado civil, orientación sexual o edad, puede acceder a estos tratamientos. Eso contrasta con la situación en muchos países de origen de los pacientes, donde existen restricciones y prohibiciones, en particular en relación con la donación de óvulos. Además, España suele tener listas de espera bastante cortas.
Otro elemento a favor es que en los últimos años han proliferado los bancos de óvulos en España, enviando óvulos de donantes a todo el mundo como parte de una industria multimillonaria.
Cerca de 15 000 mujeres se someten a ciclos de extracción de óvulos cada año en este país. En muchos casos la motivación es económica, ya que las donantes reciben alrededor de 1 100 euros por un ciclo exitoso. Y eso supone que las mayores compensaciones económicas de toda Europa.
Aunque hay investigaciones que señalan que algunas mujeres afirman donar sus óvulos también por razones altruistas, se sabe muy poco sobre la experiencia de la donación. En su mayor parte, son invisibles.
Para tratar de hacerme una mejor idea de cómo es realmente el proceso entrevisté a donantes de óvulos y a médicos, además de observar a distintas mujeres en clínicas de fertilidad.
La realidad de la donación de óvulos
Las páginas web de las clínicas de fertilidad suelen describir la donación de óvulos como un procedimiento rápido y sencillo. Pero las mujeres que quieren ser donantes de óvulos tienen que prepararse bastante antes de que se produzca la donación.
En primer lugar, se someten a un cribado que incluye cuestionarios psicológicos y de salud, así como pruebas ginecológicas y genéticas. A continuación, las donantes potenciales reciben inyecciones hormonales durante unos diez días.
Después se procede a la extracción de óvulos, que consiste en una intervención quirúrgica bajo anestesia general para extraer los óvulos a través de un ecógrafo vaginal conectado a una aguja. Es un proceso largo, incómodo y a veces doloroso. Y conlleva riesgos médicos como el síndrome de hiperestimulación ovárica, que se produce cuando los ovarios aumentan de tamaño y puede provocar varios problemas graves, como coágulos de sangre o hemorragias.
Las donantes también pueden sufrir intolerancia a la medicación o efectos secundarios, además de estar en riesgo de infección durante la intervención quirúrgica. Para colmo, y debido a la limitada cantidad de estudios realizados en este ámbito, los riesgos a largo plazo de ser donante de óvulos siguen siendo en gran medida desconocidos.
También descubrí que la realidad de la donación de óvulos puede implicar horarios muy apretados para compaginar el trabajo, los estudios y la vida personal. Para evitar perder ingresos, la mayoría de las mujeres con las que hablé no solían interrumpir ninguna de sus actividades habituales durante el ciclo. En lugar de eso, intentaban que todo encajara en sus ajetreadas vidas, lo que a veces suponía riesgos para su salud.
Esto era especialmente evidente cuando se trataba de la extracción de óvulos. La programación de la intervención depende del ritmo de los medicamentos hormonales en el organismo, por lo que no puede decidirse según la conveniencia de las donantes. Cuando los óvulos están listos para ser extraídos, lo están, y esto puede variar de una paciente a otra. Cuando las donantes están listas, tienen que administrarse la inyección final, que es la que las hace ovular antes de que se les programe la intervención a la mañana siguiente.
El resultado es que, aunque las clínicas aconsejan descansar entre 24 y 48 horas tras la extracción, muchas donantes de óvulos trabajan al día siguiente, o incluso el mismo día, en sus turnos de tarde.
Pagos y compensaciones
La compensación por un ciclo suele pagarse en metálico al final del proceso. Y sólo se asegura tras la cirugía de extracción si hay óvulos extraíbles –las donantes cobran la misma cantidad independientemente del número de óvulos–.
Si el proceso tiene que interrumpirse antes de la extracción por motivos ajenos a la donante, como que la medicación no produzca los efectos esperados en la producción de óvulos, la mayoría de las clínicas no ofrecen compensación.
Si las donantes se someten a la cirugía de extracción pero no hay óvulos extraíbles, el asunto suele discutirse entre médicos, con diferencias significativas entre clínicas. Si hay indicios de que la donante puede no haberse administrado la última inyección de hormonas o de que lo hizo en el momento equivocado, la clínica no suele pagarle nada.
Si la clínica cree que la donante ha seguido las normas pero que ha ovulado antes de lo previsto, las normas varían de una clínica a otra: algunas pueden darle el importe íntegro, otras sólo un pago parcial y otras nada en absoluto.
También se puede exigir a las donantes que reembolsen todos los gastos de los tratamientos si deciden abandonar el proceso a mitad de camino por razones no médicas, algo que la mayoría no puede permitirse.
En caso de efectos secundarios o complicaciones tras la extracción, las donantes suelen ser derivadas a urgencias de los hospitales públicos, ya que el contrato de donación no incluye seguro médico privado.
Mujeres mal informadas
Los pocos estudios sobre la experiencia de las donantes de óvulos que existen en España muestran problemas y lagunas en cuanto a la información que se proporciona a las donantes y las condiciones en las que se realiza la donación de óvulos.
La mayoría de las mujeres con las que hablé no sabían cuántos óvulos se extraían, el número de mujeres que podrían ser tratadas con ellos, o si se utilizarían en la clínica, se congelarían para guardarlos en un banco o se enviarían al extranjero.
Por lo tanto, está claro que, a medida que aumenta la demanda de donación de óvulos, es necesario tomar medidas urgentes para garantizar que las mujeres del sector mundial de la donación de óvulos estén debidamente informadas, atendidas y aseguradas en caso de complicaciones y efectos secundarios.
Anna Molas recibe fondos de la Independent Social Research Foundation (ISRF).
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.