Lagos de Moreno: ante la violencia y las desapariciones la juventud mexicana pide paz y justicia

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Intervención realizada por estudiantes de Sociología de la Universidad de Guadalajara. Carmen Chinas, Author provided

Jalisco tiene el dudoso honor de ocupar la primera posición entre las provincias de la República Mexicana en el número de personas desaparecidas, y está entre los lugares con más cantidad de cuerpos recuperados de fosas clandestinas.

La última muestra de esta peligrosidad ha sido la desaparición, el 11 de agosto de 2023, de cinco jóvenes amigos, uno de ellos estudiante de Ingeniería en la Universidad de Guadalajara. Se trata de Roberto Carlos Olmeda (20), Uriel Galván (19), Jaime Adolfo Martínez (21), Dante Cedillo (22) y Diego Alberto Lara (20), que se encontraban disfrutando de una actividad festiva en un mirador de Lagos de Moreno.

El dolor y la desesperanza tras la desaparición de los cinco jóvenes de Lagos de Moreno se hizo más profunda tras la difusión de un vídeo en el que se ve cómo fueron torturados. Muchos medios de comunicación difundieron las imágenes, que luego se hicieron virales en las redes sociales. No hubo, pues, un manejo responsable de la tragedia, ni respeto a la dignidad de los desaparecidos y al sufrimiento de las familias.

Con poco más de 100 000 habitantes, Lagos de Moreno se ha visto directamente afectada por la inseguridad presente en diversas regiones de México. La presencia de grupos armados, los homicidios, los desplazamientos forzados, los secuestros, los narcobloqueos y las desaparición de personas han hecho perder la tranquilidad a esta localidad de Altos de Jalisco, que ya en 2013 sufrió el dolor de otra desaparición múltiple, cuando seis jóvenes fueron privados de la vida de manera brutal.

Un grave problema que afecta a la juventud mexicana

Las desapariciones forzosas se han convertido en una de las mayores preocupaciones de los mexicanos. De 2006 a 2023 se han incorporado al Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) los datos de casi cien mil personas. La mayoría de estos desaparecidos tienen menos de 35 años de edad. Los jóvenes son el sector de la población más agraviado por estos crímenes.

En el RNPDNO, el registro histórico de los desaparecidos de menos de 35 años es de 67 382 personas, de las que el 70,68 % son hombres y el 28,87 % mujeres.

La mayoría de los hombres desaparecidos tienen entre 17 a 35 años. En cambio, en las mujeres el rango de edad es más específico: las desaparecidas tienen, en su mayoría, entre 13 y 18 años.

Violencia: más allá de lo imaginable

Históricamente, en América Latina las desapariciones han sido una estrategia aplicada por los regímenes militarizados para generar miedo, y así poder ejercer mayor control social sobre sus ciudadanos. Por el contrario, las desapariciones más recientes en México han adquirido otra dimensión: estarían vinculadas a la inseguridad y violencia generalizada que se deriva de la presencia de grupos delictivos y la impunidad de sus actos.

La violencia perpetrada principalmente por el crimen organizado puede ser analizada bajo el concepto de “necropolítica” acuñado por el historiador camerunés Achille Mbembe en su libro del mismo nombre, en el sentido de que las numerosas muertes ocurren entre los sectores más vulnerables de la población y afectan particularmente a los jóvenes.

La investigadora mexicana Sayak Valencia, en el libro Capitalismo Gore, plantea que el derramamiento de sangre explícito e injustificado, así como el uso depredador de cuerpos, sirven para mantener los fines lucrativos de la industria criminal, que utiliza la violencia como herramienta de necroempoderamiento.

Nueva violencia en México

Un punto de partida para determinar en qué momento se desbordó la inseguridad en México es la fallida estrategia de combate a la delincuencia implementada en 2006 por el entonces presidente mexicano Felipe Calderón –conocida como guerra contra el narco–, que provocó innumerables violaciones de derechos humanos y el incremento de los homicidios, las desapariciones y las fosas clandestinas.

El informe Seguridad ciudadana con rostro humano, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en 2013, señala:

“Otro caso que permite ilustrar las consecuencias negativas que pueden tener las políticas de mano dura lo presenta México (…) no lograron detener los avances de la delincuencia organizada y, por el contrario, coincidieron con una severa agudización de la violencia”.

Un llamamiento para construir la paz

Ante la atroz desaparición de los cinco jóvenes de Lagos de Moreno, los ciudadanos se han movilizado exigiendo a las autoridades la implementación de los mecanismos legales necesarios para su búsqueda y localización. Pero también han llamado a la unidad para recuperar la paz.

La comunidad universitaria de la Universidad de Guadalajara también se sumó a este llamado, señalando que los jóvenes necesitan contar con espacios seguros para realizar sus actividades familiares, laborales, educativas y recreativas.

La presidenta de la federación estudiantes de la universidad, Zoé García, declaró ante la tragedia de Lagos de Moreno:

“Quienes actualmente estudiamos en la UdG somos la generación de la ‘guerra contra el narco’, somos quienes crecimos y vivimos con la violencia, quienes diariamente tenemos que compartir el cartel de búsqueda de un amigo, un familiar o un conocido. Y somos quienes tenemos que salir a las calles a exigir justicia”.

La violencia no es normal

Las múltiples formas de violencia vulneran el derecho a la seguridad, fracturan el tejido social e impiden la convivencia comunitaria.

Ante la cotidianidad con la que se repiten una y otra vez los acontecimientos de violencia se puede llegar a asumirlos como algo normal y perder la capacidad de asombro frente a tanto dolor. Por eso, las acciones que llaman a la paz y a la recuperación de la calma resultan indispensables.

Se debe insistir en la aplicación de estrategias efectivas de combate a la inseguridad, que tengan como centro el cuidado y la atención a las víctimas.

The Conversation

Carmen Chinas Salazar no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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