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Cada vez que una persona es admitida en el hospital por cualquier motivo, ya sea porque está enferma o para someterse a una cirugía, se espera que pase su estancia descansando en la cama mientras se recupera. Sin embargo, aunque el descanso es importante, pasar todo el tiempo sentado o en reposo en pijama y en la cama podría resultar contraproducente y derivar en más problemas de salud como consecuencia del sedentarismo.
Pero ¿qué alternativa tiene un paciente ingresado en un hospital? En muchos casos, la solución podría pasar por caminar de manera ligera, o decantarse por alguna otra manera de estar físicamente activo.
Hemos llegado a la conclusión de que dedicar solo 25 minutos al día a caminar tranquilamente durante una estancia hospitalaria puede acelerar significativamente la recuperación y evitar volver a ser hospitalizados en el futuro. Y además de mejorar la salud de los pacientes, para los sistemas de atención médica podría suponer un ahorro de miles de millones de euros cada año.
El reposo no es la prioridad
Aunque la idea de hacer caminar a los pacientes no es nueva, rara vez se ha integrado en el tejido de la atención hospitalaria. El énfasis se ha puesto, principalmente, en el descanso, con el concepto erróneo de que demasiada actividad podría obstaculizar la recuperación. Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que podría ocurrir justo lo contrario.
Los efectos negativos del reposo en cama empezaron a estudiarse en la década de 1940. Desde entonces, se ha llevado a cabo mucha investigación sobre el reposo en cama, principalmente para entender qué efecto puede tener la exploración espacial en el cuerpo. Sorprendentemente, no tarda mucho. A las pocas horas de guardar reposo en la cama, empezamos a perder masa muscular y ósea. Esto lleva a una pérdida de fuerza que acaba reduciendo la capacidad de desarrollar independientemente en las tareas cotidianas.
Por si fuera poco, largos períodos de reposo en cama disminuyen el flujo sanguíneo y la capacidad pulmonar e incrementan el riesgo de trombosis venosa profunda. También puede llevar a úlceras por presión, estreñimiento e incontinencia.
En contraste, introducir caminatas ligeras en la rutina diaria de un paciente parece contrarrestar todos esos efectos perjudiciales. No solo porque la actividad física permite preservar la fuerza muscular necesaria para la movilidad y las tareas cotidianas, sino porque, además, mantiene el sistema cardiovascular a punto.
Nuestro estudio ha demostrado que los adultos mayores que participaron en una actividad física leve, como caminar, tenían una mejor función física y una menor probabilidad de sufrir caídas. Además, los pacientes activos demostraron un riesgo de readmisión 10 % menor dentro de los 30 días después del alta.
El estudio se basó en datos de más de 3 000 adultos mayores, de entre 55 a 78 años (54,32 % mujeres), que fueron admitidos en una Unidad de Cuidados Intensivos del hospital o en una sala de Medicina General debido a una enfermedad aguda o a una intervención quirúrgica.
Otros estudios anteriores también han mostrado los beneficios de la actividad física durante una estancia en el hospital. Por ejemplo, existe evidencia que muestra los beneficios de la terapia de movilidad temprana en las Unidades de Cuidados Intensivos para pacientes críticos e inconscientes, mejorando su recuperación, la capacidad funcional y el número de días libres de ventilación.
La campaña #EndPJParalysis
El llamamiento a incorporar caminatas ligeras en las estancias hospitalarias respalda la campaña #EndPJParalysis, un movimiento con origen en el Reino Unido que alienta a los pacientes a cambiar los pijamas y el reposo en cama por ropa de deporte y actividad ligera. Esta campaña, iniciada por profesionales de la salud, tiene como objetivo desafiar las normas tradicionales de la atención hospitalaria y empoderar a los pacientes en su proceso de recuperación.
El cambio no es meramente físico: también es psicológico. Vestir ropa normal y participar en ejercicio suave ayuda a los pacientes a mantener un sentido de normalidad y autonomía, aspectos cruciales que pueden influir positivamente en su mentalidad y recuperación.
Por supuesto, este enfoque debe ser adaptado a cada paciente, teniendo en cuenta su estado de salud y capacidades. Los profesionales de la salud deben asegurarse de que las caminatas se introducen de manera segura y supervisarlas de cerca, sin que nunca se presione a los pacientes más allá de sus niveles de comodidad.
Así que la próxima vez que necesite ingresar en un hospital, lleve sus zapatillas de caminar. No hay una talla única para todos, pero cada movimiento cuenta. La clave es asegurarse de hacer actividades adecuadas para las capacidades de cada paciente e incrementar gradualmente la actividad. Incluso pequeños movimientos, como salir de la cama y moverse a una silla cercana para descansar, o ir a dar un paseo corto al baño o a la cafetería, son un buen punto de partida.
Al rediseñar las normas de la atención hospitalaria tenemos la oportunidad no solo de mejorar los resultados de salud individuales, sino también reducir la carga de nuestros sistemas de atención médica.
Borja del Pozo Cruz recibe fondos del Gobierno de Andalucía, a través del programa de captación de talento EMERGIA (2020/00158)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.