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Algunas personas ven a las plantas como implacables acaparadoras del aire respirable de nuestros hogares, principalmente, de los dormitorios. Consideran que dormir con ellas es peligroso porque nos privan del oxígeno mientras dormimos, una creencia aún hoy ampliamente extendida.
En realidad, se trata de un mito, aunque con una parte de verdad, ya que es cierto que las plantas, al ser organismos aerobios, consumen oxígeno. Pero ¿tanto como para asfixiarnos? Veamos qué dice la ciencia.
Ingenieras de la composición atmosférica
La respiración es el proceso mediante el que las plantas consumen oxígeno (O₂) y carbohidratos para producir energía. Como resultado de esta reacción, también se genera dióxido de carbono (CO₂) y agua. La ecuación química general de este proceso es la siguiente:
Carbohidratos + 6 O₂ → 6 CO₂ + 6 H₂O + energía
A su vez, los vegetales también son capaces de producir oxígeno a través de la fotosíntesis, que es el proceso químico inverso a la respiración, y cuya ecuación se resume de la siguiente manera:
6 CO₂ + 6 H₂O + luz solar → carbohidratos + 6 O₂
En este caso, la planta utiliza el CO₂ atmosférico y el agua que absorbe por las raíces para fabricar, con la intervención de la luz solar, oxígeno y carbohidratos, su fuente de energía. Por ende, la fotosíntesis sucede obligatoriamente por el día.
Como nosotros, las plantas respiran durante todo el día, pero durante las horas de sol la respiración queda enmascarada por la fotosíntesis, que es el proceso predominante.
Así, la producción de oxígeno por las plantas predomina durante el día y su consumo por la noche.
¿Ladronas de oxígeno?
¿Debemos preocuparnos, por tanto, de que las plantas nos roben el oxígeno mientras dormimos?
La respuesta es un rotundo no.
Nuestras habitaciones no son compartimentos herméticos, sino estancias ventiladas en las que el oxígeno está constantemente renovándose, pero aunque durmiésemos en estancias completamente cerradas, las plantas tampoco supondrían un riesgo serio.
La cantidad de oxígeno que consumen las plantas que habitualmente tenemos en nuestras casas es, por lo general, irrisoria, aunque varía en función de varios factores, como su tamaño (cuanto más grande, más consume), su tasa de crecimiento o la temperatura ambiental, entre otros. Además, el oxígeno que producen mediante la fotosíntesis supera ampliamente el que consumen durante toda la noche, garantizándonos una reserva de oxígeno más que suficiente para todo el día.
Por ejemplo, se estima que 5 kg de petunias consumen 0,01 l durante 8 horas por la noche. En cambio, una persona adulta consume alrededor de 0,26 l de oxígeno por minuto, por lo que en 8 horas habrá consumido 124,8 l.
La diferencia es tan abismal que no existe planta lo suficientemente grande que quepa en nuestra habitación y que pueda igualar la cantidad de oxígeno consumido por un ser humano.
Por lo tanto, sería más razonable preocuparnos por dormir con otras personas o, incluso, con nuestras mascotas. Sin embargo, tampoco hay que alarmarse en estos casos, ya que nuestras habitaciones están ventiladas y hay oxígeno de sobra para todo el mundo.
Los beneficios de dormir con plantas
Dormir con plantas no solo no es perjudicial, sino que aporta diversos beneficios para nuestra salud.
Las plantas son estupendas depuradoras de aire y contribuyen a mejorar su calidad. Por sí solas o con la ayuda de las bacterias y los hongos que crecen en su superficie, las plantas pueden degradar enzimáticamente multitud de gases y compuestos volátiles que, de acumularse, constituirían un riesgo para nuestra salud, como el formaldehído, el benceno o los óxidos de nitrógeno.
Las plantas también contribuyen a regular la humedad relativa de los espacios interiores. Uno de los productos resultantes de la respiración es el agua, que liberan a la atmósfera en forma de vapor. De este modo, pueden ayudar a mantener la humedad en niveles óptimos y evitarnos problemas oculares, respiratorios y cutáneos.
El miedo a dormir con plantas se basa en creencias infundadas e irreales. Por el contrario, merece la pena reverdecer nuestras habitaciones para darles un toque decorativo y mejorar la calidad del aire. Siempre con moderación, no sea que nuestras inquilinas se conviertan en un riesgo real para nuestra salud al tropezarnos con ellas cuando vamos adormilados al baño en la oscuridad de la noche.
Alberto Romero Blanco does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.