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En las últimas cinco décadas se han ido acumulando pruebas de que los componentes y las condiciones necesarias para la vida son comunes en el Universo.
Predecir las propiedades específicas de las emisiones electromagnéticas de las tecnologías extraterrestres es uno de los aspectos más difíciles de la búsqueda de vida en el Universo. Sin embargo, también representa un esfuerzo de alto riesgo y alta recompensa.
Si una civilización extraterrestre tratara intencionadamente de indicar su presencia a través de tales emisiones, sería ventajoso que las señales fueran fácilmente distinguibles de los fenómenos naturales.
Las pruebas de tales emisiones se denominan tecnosignaturas, y el campo dedicado a su detección se conoce como Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI).
Se suele suponer que las civilizaciones de otros lugares del Universo pueden emplear tecnologías similares a las desarrolladas en la Tierra.
En consecuencia, las radiofrecuencias se consideran un dominio lógico para realizar estudios SETI, debido al uso generalizado de las telecomunicaciones y el radar.
Por lo tanto, la radioastronomía ha desempeñado un papel importante en el campo de SETI desde la década de 1960.
Numerosos estudios SETI anteriores han utilizado grandes telescopios de un solo plato que operan a frecuencias superiores a 1 GHz. Sin embargo, la exploración de la ventana de radio por debajo de 1 GHz ha sido relativamente limitada.
Las búsquedas de tecnosignaturas suelen buscar emisiones de radio de banda estrecha (aproximadamente en la escala de Hz), transmitidas directamente o procedentes de otras civilizaciones. Sin embargo, no existe una preferencia inherente por ningún segmento específico del espectro radioeléctrico, lo que obliga a realizar estudios que abarquen desde las frecuencias bajas (30 MHz) hasta las altas (100 GHz).
"En los últimos 50 años se han ido acumulando pruebas de que los componentes y las condiciones necesarias para la vida son relativamente comunes en el Universo, lo que plantea una de las grandes incógnitas de la vida: ¿estamos realmente solos?", afirma el profesor Evan Keane, astrónomo del Trinity College de Dublín y de la Universidad de Galway, y responsable del telescopio irlandés LOFAR.
En su nuevo estudio, el profesor Keane y sus colegas se centraron en el SETI de baja frecuencia en el rango de 110-190 MHz.
Utilizando las estaciones LOFAR irlandesa y sueca, escanearon 1,6 millones de sistemas estelares señalados como objetivos interesantes por las misiones espaciales Gaia y TESS. Hasta ahora, estas búsquedas no han dado ningún resultado.
"Lo que hace que estudios como éste sean realmente cautivadores es el hecho de que estamos llevando estos telescopios a sus límites absolutos, dirigiéndolos hacia partes sustanciales del cielo", explica Owen Johnson, doctorando del Trinity College de Dublín.
"Como resultado, tenemos la apasionante posibilidad de descubrir todo tipo de fenómenos salvajes y maravillosos durante este proceso y, si somos muy afortunados, incluso de encontrarnos con nuestros vecinos cósmicos".
"LOFAR se someterá en breve a una serie escalonada de actualizaciones en todas las estaciones del conjunto en toda Europa, lo que permitirá un SETI aún más amplio en rangos de 15-240 MHz".
"Tenemos miles de millones de sistemas estelares que explorar y dependeremos de algunas técnicas de aprendizaje automático para cribar el inmenso volumen de datos".
"Eso en sí mismo es interesante: sería bastante irónico que la humanidad descubriera vida extraterrestre utilizando inteligencia artificial".
Fuentes, créditos y referencias:
Trinity College de Dublín - Owen A. Johnson et al, A Simultaneous Dual-site Technosignature Search Using International LOFAR Stations, The Astronomical Journal (2023). DOI: 10.3847/1538-3881/acf9f5
Créditos a SciNews