¿Votamos a un partido político u otro en función de nuestro género?

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A finales de los años sesenta del pasado siglo, se desarrolló el concepto de “clivaje” para designar a aquellos elementos que dividían a los miembros de la sociedad generando grupos con características e intereses diferentes y que, habitualmente, estaban en conflicto. La fractura que se producía entre estos grupos sociales se trasladaba al campo político, explicando el nacimiento de los diferentes partidos e influyendo en las actitudes, creencias y sentimientos de los individuos, así como en su comportamiento electoral.

La clase social, la tensión territorial centro/periferia o urbano/rural y también la religión son algunos de los clivajes que más importancia han alcanzado en la mayoría de las democracias europeas. El género apenas ha sido atendido como una de esas fracturas de la sociedad capaces de influir en el conflicto político.

Esta tendencia está cambiando al empezar a comprender cómo el género tiene una dimensión estructural y cultural que puede influir en la posición política de las personas, al mismo tiempo que los intereses materiales de clase pierden entidad como división social con efectos políticos.

Un debate feminista cada vez más presente

La introducción de la agenda feminista en el debate partidista, y la emergencia de organizaciones de mujeres que buscan posicionar determinadas reivindicaciones con ejercicios de acción colectiva tan relevantes como las huelgas, refuerzan la idea de que el género se está convirtiendo en un importante elemento de confrontación sociopolítica.

Afirmar que en España el género se está convirtiendo en un clivaje político es aún arriesgado, pues rompe con medio siglo de evidencias académicas que han tendido a no encontrar diferencias significativas en el comportamiento político según el género del votante.

Para impugnar esta tradición sería necesario constatar, al menos, dos hechos:

  1. La existencia de partidos con una base electoral altamente feminizada o masculinizada (“partidos de mujeres” o “partidos de hombres”).

  2. Diferencias notables en las actitudes políticas según género.

Sobre el primer hecho, el Barómetro Postelectoral del CIS, referido a las últimas elecciones generales en España, muestra la existencia de dos partidos con una base electoral desequilibrada en la composición hombre/mujer: Vox y PSOE. El 66 % de las personas que recordaban haber votado por Vox eran hombres. El 56,1 % de las personas que recordaban haber votado al PSOE eran mujeres. Sin embargo, en los otros dos grandes partidos nacionales (PP y Sumar) la distribución era altamente homogénea: 49,2 % de hombres en el PP y 48,2 % de mujeres en Sumar, más cerca de la realidad sociodemográfica del conjunto del país.

Parece que empiezan a aparecer en España partidos sustentados mayoritariamente por uno de los dos géneros. Los hombres protagonizan el apoyo a la derecha radical y las mujeres lo hacen con la socialdemocracia. La clásica teoría de la “brecha de género” en política podría estar cambiando: las mujeres ya no son más conservadoras que los hombres. Y esto no solo sucede en España, sino que parece una tendencia en todas las democracias occidentales desarrolladas.

Comparación de sentimientos hacia los principales partidos políticos entre hombres y mujeres. Tercera Encuesta Nacional de Polarización Política CEMOP

Pero no solo hay evidencias de esta división de género en el voto. El Grupo de Investigación CEMOP de la Universidad de Murcia ha presentado su III Encuesta Nacional de Polarización Política, realizada durante la campaña electoral del 23J, y ha constatado que los sentimientos hacia los diferentes partidos y líderes también tienen importantes diferencias entre hombres y mujeres. Las mujeres mostraron 6,5 puntos menos de simpatía por Santiago Abascal que los hombres. El líder que más sentimientos positivos despertó entre las mujeres era Pedro Sánchez, mientras que entre los hombres fue Alberto Núñez Feijóo.

Si nos centramos en los sentimientos hacia los partidos, en una escala 0-10 (0: antipatía y rechazo, 10: simpatía y adhesión), los hombres se situaron en un 2,98 respecto a Vox y las mujeres en un 1,78. En el caso del PSOE, los hombres se situaron en un 4,06 y las mujeres en un 5,15. Las diferencias para PP y Sumar son más reducidas.

Entender las dinámicas políticas en España sin atender a las tensiones de género parece difícil a día de hoy. El feminismo se ha convertido en un tema cada vez más presente en nuestras vidas y en los debates parlamentarios. Ahora también tenemos que asumir que hombres y mujeres pueden llegar a desarrollar una identidad de grupo según su género, lo que les puede llevar a votar a partidos distintos y también a expresar diferentes sentimientos políticos.

Si estas dinámicas se consolidan en el tiempo, podríamos llegar a hablar definitivamente del género como un nuevo clivaje político, al nivel de la religión o de la identidad territorial, ocupando el hueco que la clase social ha dejado en este tiempo postmaterialista.

The Conversation

José Miguel Rojo Martínez recibe fondos del Ministerio de Universidades del Gobierno de España a través de un Contrato Predoctoral FPU (FPU20/01033). La III Encuesta Nacional de Polarización Política del CEMOP se ha realizado con financiación de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia a través de la Fundación Séneca (ayudas 2022 a proyectos para el desarrollo de investigación científica y técnica por grupos competitivos).

Ismael Crespo Martínez does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organization that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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