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Hace unos días leíamos titulares que alertaban de que una bacteria –un estreptococo– “carnívora” y “mortal”, con origen en Japón, podría llegar a España. No sé a usted, pero a mi este mensaje me asusta bastante.
Streptococcus pyogenes
Vayamos por partes. Los estreptococos son un grupo de bacterias Gram positivas. Hay distintos tipos de estreptococos y muchos de ellos viven en pacífica armonía en nuestro cuerpo, son parte de nuestra microbiota. Atendiendo a la composición de algunos carbohidratos (azúcares) de su pared celular, Rebecca Lancefield ideó una clasificación –que aún se utiliza– en distintos grupos a los que nombró con letras mayusculas: A, B, C…
Algunos estreptococos producen toxinas y enzimas que los pueden hacer muy peligrosos. En concreto, los hay que producen citotoxinas capaces de romper las células. Para detectarlas se emplea la prueba de la hemólisis: si las bacterias producen citotoxinas, conseguirán romper los eritrocitos de la sangre y producirán un halo grande alrededor de las colonias bacterianas que crecen sobre una placa de agar.
Un tipo concreto de estreptococo es el Streptococcus pyogenes del grupo A beta-hemolítico (GAS, por el acrónimo inglés de Group A Streptococcus). El nombre, pyogenes, indica que se asocia habitualmente a la producción de pus en las heridas. Se trata de un patógeno humano frecuente que suele colonizar el tracto respiratorio superior y es capaz de originar diversas enfermedades, desde faringitis, otitis o mastitis hasta infecciones en las capas superficiales de la piel (impétigo), escarlatina (exantema difuso) y fiebre reumática. Pero también casos más graves de neumonía, síndrome del shock tóxico o fascitis necrosante.
Se transmite por gotículas al respirar y también por contacto. La mayoría de los casos son leves, apenas el 1 % se complica. Las personas de más riesgo son los niños pequeños y los pacientes con otras afecciones previas (cáncer, diabetes, otras infecciones, enfermedad pulmonar o enfermedad cardíaca).
No hay una vacuna comercial, y el tratamiento es con antibióticos. Por suerte, la bacteria es muy sensible a las penicilinas. Hasta la fecha no se han descrito complicaciones debidas a la resistencia a los antibióticos.
El síndrome del shock tóxico y la fascitis necrosante
Probablemente las manifestaciones más graves de la infección por esta bacteria son el síndrome del shock tóxico y la fascitis necrosante, infecciones invasivas.
El síndrome del shock tóxico es una infección generalizada que cursa con una inflamación de los tejidos, dolor, síntomas inespecíficos (fiebre, escalofríos, malestar general, náuseas, vómitos y diarreas) y bacteriemia (presencia de bacterias en sangre). Si la enfermedad progresa puede provocar un shock e insuficiencia multiorgánica en riñón, pulmones, hígado y corazón.
En cuanto a la fascitis necrosante, es una infección que se desarrolla en el tejido subcutáneo y se caracteriza por una destrucción o necrosis de tejido muscular y adiposo. De ahí proviene el apelativo de “bacteria comedora de carne”. La bacteria se introduce en el tejido por una herida, una infección vírica con vesículas, quemaduras o una intervención quirúrgica.
Estas infecciones están causadas porque algunas de las toxinas de la bacteria actúan como superantígenos y son capaces de estimular a los macrófagos y a los linfocitos T (células del sistema inmunitario) de forma descontrolada y masiva. En algunos medios se ha afirmado que la mortalidad por una infección por S. pyogenes puede ser mayor del 30 %, pero no es cierto. La mayoría de las infecciones por S. pyogenes son leves. Lo que sí es cierto es que cuando se producen casos tan graves como el síndrome del shock tóxico o la fascitis necrosante la progresión de la enfermedad puede ser fulminante y la mortalidad superior al 30 %.
La cepa M1UK
En Reino Unido, desde 2014 ha habido un aumento del número de casos de infecciones por S. pyogenes. Entonces se describió una cepa concreta de la bacteria portadora de una hipertoxina (SpeA) que se denominó cepa M1UK. Se ha detectado en otros países, y desde 2020 es la cepa dominante en Reino Unido, Holanda, Australia, Canadá y EE.UU.
Más recientemente, desde 2022, se ha dado un aumento de casos por esta cepa en Reino Unido y otros países europeos. En España también se ha detectado esta nueva variante hipervirulenta, pero, de momento, no parece todavía dominante ni más agresiva que otras cepas. La enfermedad por S. pyogenes no es de declaración obligatoria, lo que dificulta su seguimiento.
La actual alarma surge porque en Japón están detectando también una tendencia a una mayor circulación de esta cepa hipervirulenta. Concretamente, en 2023 hubo 941 casos, y en lo que llevamos de año 2024 ya hay constancia de 378, y además con una mayor extensión por todo el país. De ahí que se haya dado la voz de alarma para hacer una vigilancia más estrecha del número de casos.
¿Por qué de repente surge este aumento del número de casos? ¿Una nueva “conspiración internacional” para vendernos una nueva vacuna? Muy probablemente se dan varias circunstancias al mismo tiempo. Por una parte, los microorganismos evolucionan y surgen nuevas cepas o variantes que puede ser más virulentas y transmisibles. Por otra, ya hemos comprobado con la covid-19 que lo mejor para la transmisión de una bacteria o un virus es que haya mucha gente, muy junta y moviéndose por el planeta, y eso es precisamente la globalización actual.
Además, cada vez tenemos mejores sistemas de vigilancia y detección de patógenos: si buscas con mayor intensidad, acabas encontrándolo. Por último, aunque no todo el mundo está de acuerdo, podría haber una cierta “deuda inmunitaria”. Eso quiere decir que, con la pandemia de covid-19, muchas infecciones víricas y bacterianas comunitarias prácticamente desaparecieron. Pero desde el invierno de 2022 se ha venido observando una reemergencia de muchas de estas infecciones, especialmente en la población pediátrica.
El objetivo, por tanto, es vigilar sin alarmar, e informar sin alarmar. Desconfíen de un titular sensacionalista, impactante, con redacción poco profesional y contenidos especialmente llamativos, exagerados o excepcionales. Cuanto más inquietante o sorprendente sea una noticia, más probabilidades hay de que sea mentira o contenga errores.
La versión original de este artículo fue publicada en el blog del autor, microBIO.
Ignacio López-Goñi no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.