El deporte de la orientación o cómo mantenernos en forma sin perder el norte

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La primera vez que participé en una prueba de orientación deportiva acabé totalmente perdida en medio de un pinar, pero con muchas ganas de aprender a enfrentarme a este reto. Porque, doy fe, es una actividad que engancha.

Minoritaria en España, esta disciplina es muy popular en otros lugares como Francia o los países nórdicos, donde cuenta con numerosos adeptos. Según la Federación Española de Orientación (FEDO), 8 millones de personas lo practican en todo el mundo (25 000 españoles cada año).

Vídeo de la Federación Española de Orientación.

Para todas las edades y condiciones físicas

La orientación deportiva surgió en Suecia a finales del siglo XIX, de forma simultánea a la aparición de los mapas topográficos, como una forma de entrenamiento militar para mejorar la autonomía.

Hoy es un deporte de resistencia que se suele practicar en un entorno natural, aunque también se organizan pruebas en pueblos o ciudades. Las calles de Venecia o los centros comerciales han sido algunos de esos escenarios.

Prueba de orientación en el interior de un centro comercial.

Los deportistas deben recorrer una serie de puntos señalizados en un mapa en un lugar desconocido previamente para ellos, tardando el menor tiempo posible. Estos puntos cartográficos se encuentran en forma de baliza de color naranja y blanco sobre el terreno. Las únicas ayudas disponibles son una brújula y una tarjeta electrónica para registrar su paso por los puntos de control.

El mapa de orientación está diseñado específicamente para estas pruebas y tiene unas características particulares de colores y simbología.

Detalle de mapa de orientación.

Las pruebas se dividen en categorías por sexo y edad, en rangos de cinco años dependiendo de la prueba. Los recorridos están totalmente adaptados a cada categoría en dificultad y dureza física.

Y ese es precisamente uno de los puntos fuertes de la orientación: cualquiera, sea cual sea su edad o condición física, puede participar. Se revela, pues, como una opción muy adecuada para fomentar la práctica deportiva entre las personas mayores y en familia. En una prueba podemos encontrarnos desde niños pequeños corriendo solos por el monte a participantes veteranos que se desplazan más despacio pero leen el mapa mejor que los jóvenes.

A pie, en bici, sobre esquís…

Existen diferentes modalidades de orientación deportiva, en las que varía la forma de desplazamiento:

  • Orientación a pie (O-PIE). El practicante busca los puntos corriendo o andando.

  • En bicicleta de montaña (MTB-O). Sólo podemos movernos por los caminos o sendas existentes, a diferencia de la orientación a pie, en la que el deportista puede desplazarse por donde considere.

  • La orientación en esquí (ESQUÍ-O), practicada en nieve con esquís de fondo.

  • Los raides de aventura. Combinan diferentes disciplinas de aventura (MTB, carrera de montaña, escalada, kayak, tiro con arco…) con el leit motiv de la orientación.

  • Los rogaining. Son pruebas de larga duración (6, 12 o más horas) en las que los participantes (agrupados por parejas o en equipos) deben encontrar el máximo número de puntos de control, puntuando según la dificultad.

  • Trail-O. Opción adaptada a personas con movilidad reducida. Aquí no cuenta el tiempo, sino el grado de precisión a la hora de identificar la ubicación de los puntos de control.

Beneficios físicos y cognitivos

La orientación deportiva puede considerarse un deporte muy completo, ya que combina factores de rendimiento físico como la resistencia –son carreras de larga distancia– con la agilidad y la coordinación, pues se desarrollan en un entorno natural, fuera de los caminos.

Además, las habilidades cognitivas juegan un papel fundamental a la hora de leer un mapa, decidir una ruta, memorizar, identificar los elementos del mapa en el terreno, tomar decisiones… No vale solo correr como un pollo sin cabeza. Adicionalmente, el orientador debe adaptarse a las condiciones del terreno, la meteorología y otros factores no controlables, lo que fomenta su capacidad de reacción.


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En cuanto a la evidencia científica, diversos estudios muestran que la práctica de la orientación mejora la calidad de vida en las personas mayores. Además, se plantea como una intervención para prevenir el deterioro cognitivo, salvaguardar la memoria y mejorar la locomoción en ese grupo de población.

La gran familia de la orientación

En segundo lugar, como se ya hemos comentado, se trata de un deporte muy familiar que pueden practicar incluso personas con movilidad reducida. La socialización entre los participantes es inherente a esta disciplina.

Para los más pequeños supone una aventura que potencia la orientación espacial, la autonomía y la toma de decisiones. Y, por supuesto, proporciona a todos una inmersión total en la naturaleza.

Vistos los beneficios que ofrece a nivel físico y cognitivo, y sin olvidar que además es muy divertido, invitamos a probar el deporte de orientación y a perder el miedo, valga la redundancia, a perderse.

The Conversation

Ana Vanessa Bataller Cervero no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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