Fenómeno fan: la ciencia que hay detrás de la veneración por Coldplay o Taylor Swift

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En 1964, el aeropuerto JFK de Nueva York fue testigo de una escena que pasaría a la historia: miles de jóvenes gritaban y lloraban mientras esperaban la llegada de los Beatles. Este fenómeno, conocido como beatlemanía, fue uno de los primeros ejemplos modernos de fanatismo en masa.

La beatlemanía aterriza en Estados Unidos.

Décadas después, artistas como Taylor Swift y Coldplay continúan generando una devoción similar en sus seguidores. ¿Qué hay detrás de este comportamiento?

Claves psicológicas del fenómeno fan

El fenómeno fan se refiere a la lealtad y pasión desmedida que ciertos individuos sienten hacia una figura pública, ya sea un músico, actor, deportista o, incluso, personaje ficticio.

La teoría de la identidad social de Henri Tajfel y John C. Turner (1979) sugiere que las personas categorizan su mundo social en grupos a los que pertenecen (“nosotros”) y colectivos a los que no pertenecen (“ellos”). Desde este punto de vista, los seguidores de Taylor Swift, por ejemplo, se identifican fuertemente como swifties, un grupo con valores, normas y comportamientos compartidos.

Estudios más recientes sugieren que el sentido de pertenencia a un grupo de fans puede mejorar el bienestar emocional y la autoestima, proporcionando un espacio donde los individuos sienten aceptación y apoyo.

Taylor Swift y la conexión emocional

Taylor Swift es un caso paradigmático de cómo un artista puede cultivar una base de fans extremadamente leal. La cantante estadounidense, conocida por sus letras autobiográficas y emotivas, ofrece a sus seguidores algo más que música: una narrativa con la que pueden identificarse. Esta conexión emocional es clave para entender por qué los swifties son tan devotos.

Las swifties se explican en vísperas del primer concierto de Taylor Swift en Madrid.

Un estudio de Donald Horton y R. Richard Wohl (1956) introdujo el concepto de “relación parasocial”, que describe la ilusión de una relación personal entre el espectador y una figura mediática. Las interacciones en redes sociales, como veremos, refuerzan esa ilusión.

Un estudio de 2019 amplía la idea, demostrando que las relaciones parasociales pueden ser tan significativas como las reales en términos de apoyo emocional y conexión.

Coldplay y la experiencia colectiva

Por otro lado, Coldplay ofrece un ejemplo claro de cómo la música puede fomentar un sentido de comunidad y pertenencia. Las actuaciones en vivo del grupo británico son conocidas por su ambiente inclusivo y energizante. Durante sus conciertos, es común ver a miles de fans cantando al unísono.

La teoría del flujo del psicólogo Mihály Csikszentmihalyi (1990) puede ayudarnos a entenderlo. El “flujo” es un estado mental en el que una persona está completamente inmersa en una actividad, experimentando una sensación de enfoque y disfrute.

Los espectáculos de Coldplay, con su música envolvente y efectos visuales, crean un ambiente propicio para que los seguidores alcancen ese estado. Trabajos recientes han demostrado que las experiencias de flujo en eventos musicales también pueden tener un impacto positivo duradero en el bienestar emocional de los asistentes.

Concierto de Coldplay.

Liberación de dopamina

El fenómeno fan puede analizarse a través de varios prismas. Desde una perspectiva neurobiológica, una investigación de 2011 encontró que las emociones intensas provocadas por la escucha de música están asociadas con la liberación del neurotransmisor dopamina en el sistema cerebral de recompensa. Esta liberación refuerza la conducta, haciendo que los individuos busquen repetidamente experiencias similares.

Asistir a conciertos o interactuar con otros fans puede activar los mismos engranajes, fortaleciendo el comportamiento de búsqueda de experiencias relacionadas con el artista.

Una forma de pertenencia

Por su parte, la psicología social considera este fenómeno como una forma de conformidad y cohesión. Como ha señalado el psicólogo y escritor estadounidense Robert Cialdini, las personas son más propensas a conformarse con las normas y comportamientos de aquellos que consideran similares o pertenecientes a su grupo.


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La hipótesis de la comparación social del psicólogo Leon Festinger (1954) añade que las personas evalúan sus propias opiniones y habilidades mediante comparaciones. En el contexto que nos ocupa, los fans se comparan con otros miembros del grupo para reafirmar su identidad. Esto puede llevar a una mayor implicación en actividades como asistir a conciertos o participar en discusiones en línea.

Luces y sombras de ser fan

En definitiva, ser fan de un artista puede tener efectos psicológicos positivos. La pertenencia a una comunidad proporciona un sentido de identidad y apoyo social. Además, participar en actividades relacionadas con el fandom puede ser una forma de escapismo, ofreciendo un alivio temporal del estrés y las preocupaciones diarias.

Sin embargo, no debemos obviar los aspectos negativos. En algunos casos, la devoción extrema puede llevar a comportamientos obsesivos o incluso a la idolatría, donde la figura pública es vista como infalible y perfecta.

Esta idealización puede generar expectativas poco realistas y desencanto cuando el ídolo no las cumple. Un estudio de 2004 asociaba la idolatría extrema con problemas psicológicos como la ansiedad y la depresión.

La gasolina de las redes sociales

En nuestros días, las redes sociales han jugado un papel crucial en la evolución del fenómeno. Plataformas como Twitter, Instagram y TikTok permiten a los fans interactuar directamente con sus ídolos, creando comunidades globales y fomentando un sentido de intimidad antes impensable.

Una de sus principales ventajas es el acceso directo a las figuras públicas, que pueden comunicarse con sus seguidores a través de publicaciones, vídeos en vivo y comentarios. Esta accesibilidad crea una ilusión de relación personal, a pesar de que la relación es unilateral.

Las redes sociales también facilitan la formación de comunidades y subculturas. Los seguidores pueden unirse en grupos y foros donde comparten su amor por el artista, intercambian noticias y contenido y organizan eventos y actividades relacionadas. Estas comunidades proporcionan un espacio seguro y de apoyo para expresar la pasión y encontrar a otros con intereses similares, algo crucial para el bienestar emocional y la construcción de identidad.

Por otra parte, la capacidad de las redes sociales para hacer que el contenido se vuelva viral ha permitido a los fans organizar campañas masivas se apoyo a a sus ídolos. Un ejemplo notable es el uso de hashtags para promocionar nuevos lanzamientos de música o votar en premios.

Estos movimientos no solo demuestran el poder colectivo de los seguidores, sino que pueden tener un impacto significativo en la carrera del artista. Un estudio de 2013 ya encontró que las campañas de fans en Twitter pueden influir en las listas de popularidad y en las decisiones de las compañías discográficas.

Pero el uso de las redes sociales también comporta riesgos psicológicos: la comparación constante con las vidas aparentemente perfectas de las celebridades puede llevar a sentimientos de insuficiencia y baja autoestima. Esto sugería, por ejemplo, una investigación temprana (2014) que analizaba las equiparaciones sociales en Facebook.

El fenómeno fan es un campo fascinante que combina elementos de la psicología, la sociología y la cultura pop. A través de una combinación de conexión emocional, experiencias compartidas y la construcción de comunidades, estos artistas logran crear vínculos duraderos con sus seguidores, algo amplificado por las redes sociales.

The Conversation

Oliver Serrano León no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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