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Las elecciones del 12 de mayo de 2024 en Cataluña supusieron, por primera vez, la derrota electoral de los partidos independentistas, que han perdido la sólida mayoría parlamentaria que les ha permitido gobernar desde el año 2015 hasta la actualidad.
Esta nueva realidad nos lleva a formularnos dos preguntas relevantes: ¿Ha finalizado definitivamente el procés catalán? y ¿la derrota electoral de los partidos independentistas significa la conclusión del movimiento independentista? Empecemos por un pequeño recorrido histórico y analicemos las posibles respuestas desde una perspectiva multidimensional.
El procés es un movimiento político que persigue la independencia de Cataluña y cuyo origen lo podemos situar en julio de 2010, cuando el Tribunal Constitucional, a través de su sentencia, anula y corrige algunos aspectos esenciales del nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña, que había sido previamente refrendado en junio de 2006 por el pueblo catalán.
Hasta esa fecha, los partidos independentistas tenían un apoyo electoral minoritario (menos del 20 % del electorado) y su influencia en la política catalana era más bien escasa. Sin embargo, a partir de 2010, el apoyo de los catalanes a los partidos independentistas crece de manera exponencial, hasta alcanzar un techo del 48 % en las elecciones de 2015.
Este nuevo panorama supone el inicio de un profundo cambio en el sistema político catalán. El giro independentista de la sociedad catalana reduce el tradicional espacio electoral de CiU. La pérdida de 10 diputados en las elecciones de 2012 obligan a Convergencia a virar hacia posiciones más independentistas, y provoca la ruptura con Unió y el abandono definitivo de las siglas históricas de CiU, que pasan a integrarse en una nueva coalición con ERC denominada Junts X Sí.
Impulso independentista
La legislatura del 2015, con Puigdemont a la cabeza, supone la implementación de una agenda política claramente independentista. En el momento más álgido del procés (septiembre y octubre de 2017), el Parlament de Catalunya aprueba la Llei de referèndum d’autodeterminació y la Llei de transitorietat jurídica i fundacional de la República (6 y 8 de septiembre, respectivamente), que tienen como objeto regular la desconexión territorial de Cataluña respecto de España.
Con posterioridad, el registro por parte de la Guardia Civil de diversas sedes del Govern (20 de septiembre) provoca una reacción inmediata de la ciudadanía catalana que se autoconvoca a las puertas de la Conselleria de Economía.
Días más tarde, los principales dirigentes civiles del independentismo, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, son imputados por el delito de sedición.
El 1 de octubre de 2017 se celebra el referéndum de autodeterminación de Cataluña, donde votan algo más de dos millones de personas. A lo largo de la jornada se registran graves incidentes provocados por las duras cargas policiales con el objetivo de requisar las urnas y de impedir las votaciones.
Seguidamente, el Parlament aprueba el 27 de octubre la declaración de independencia de Cataluña y, con posterioridad, los acontecimientos se precipitan. El mismo día 27 el gobierno de Mariano Rajoy, previa autorización del Senado, interviene la autonomía catalana a través del artículo 155 de la Constitución e inmediatamente después convoca elecciones autonómicas.
El 29 de octubre, una parte del Govern huye y se refugia en Bélgica y, poco después, el resto de los líderes independentistas, que aún permanecen en Cataluña, son detenidos y acusados por los delitos de rebelión, sedición y malversación.
Ascenso del PSC
Los comicios de 2024 suponen un giro radical en el mapa político catalán. El PSC gana holgadamente las elecciones y los partidos independentistas pierden su supremacía parlamentaria. En las elecciones de 2015, 2017 y 2021 éstos habían obtenido cómodas mayorías absolutas superiores a los 70 diputados. En cambio, en las elecciones de 2024 el cómputo total del independentismo se reduce a 59 diputados.
Esta nueva realidad política nos lleva a formular la siguiente pregunta: ¿El procés ha finalizado definitivamente? La respuesta es clara, pero es necesario correlacionarla con una segunda pregunta: ¿La derrota electoral de los partidos independentistas significa la conclusión del movimiento independentista en Cataluña?
Con respecto a la primera pregunta, el procés, entendido como un movimiento político que persigue el objetivo de la independencia de Cataluña, a través de la unilateralidad, y con unos actores políticos muy concretos, sí que ha finalizado. Incluso ha dejado de ser una prioridad política, puesto que la confrontación continuada con las estructuras del Estado español ha sido muy poco productiva para Cataluña y muy disruptiva políticamente para España, que ha visto cómo la ultraderecha avanza y consolida posiciones políticas relevantes esgrimiendo un discurso muy anticatalanista.
Diálogo y amnistía
En este contexto, los indultos y la ley de Amnistía son los catalizadores que han permitido rebajar la tensión y reconducir, de nuevo, el conflicto hacia el terreno de la política.
Por otra parte, el giro desarrollado por el president Pere Aragonés, desde la ruptura de la coalición de gobierno con Junts (2022), ha primado una política más real y más pragmática que ha permitido establecer canales de comunicación y negociación que han facilitado un diálogo más fluido entre ambos gobiernos. La mesa de diálogo entre el Gobierno de España y la Generalitat y la Comisión Bilateral Generalitat-Estado han sido los mecanismos para hallar soluciones y facilitar transferencias que permitan normalizar las relaciones políticas entre Cataluña y España.
Independentismo estructural
Con relación a la segunda pregunta, la derrota electoral de los partidos independentistas no significa, en absoluto, la conclusión del movimiento independentista en Cataluña. Como podemos observar en la tabla 2, desde los comicios de 2015 el porcentaje de voto independentista siempre ha sido superior al voto “constitucionalista”, a excepción de las útimas elecciones, y con un suelo electoral del 39,4 %.
Asimismo, el cansancio y el desencanto político de una parte del electorado catalán en las elecciones de 2021 y 2024 se ha plasmado en un fuerte incremento de la abstención que ha afectado especialmente a los partidos independentistas.
En conclusión, como podemos observar en el gráfico 1, las tesis independentistas siguen muy vigentes puesto que el posicionamiento de los catalanes ante la independencia de Cataluña continúa registrando un apoyo mínimo del 42 %. De manera que el movimiento independentista es un fenómeno estructural que difícilmente va a desaparecer y que únicamente puede ser reconducido a través del diálogo y la negociación entre gobiernos y partidos.
Víctor Climent Sanjuán no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.