¿Es bueno tomar antioxidantes antes de hacerse una radiografía, una mamografía o un TAC?

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El descubrimiento de los rayos X en el año 1895 por Wilhelm Conrad Röntgen revolucionó la medicina y la ciencia, permitiendo la visualización interna de organismos sin la necesidad de procedimientos invasivos. Desde entonces, la utilización de las radiaciones ionizantes para el diagnóstico de diversas patologías ha ido en aumento. Es más, en la actualidad sería imposible la medicina moderna como la conocemos sin esta herramienta tan valiosa.

Con todo y con eso, existen efectos nocivos derivados de su uso que pueden dar lugar a toxicidades agudas y crónicas que reducen la calidad de vida relacionada con la salud a largo plazo de estos pacientes. Es difícil establecer parámetros rígidos para definir los efectos de la radiación sobre las células, dado que las lesiones originadas dependen de múltiples factores, tanto del tipo de radiación ionizante como de su dosis y de las características individuales de los tejidos irradiados.

Para disminuir los efectos nocivos de las radiaciones ionizantes sobre los tejidos sanos, tenemos distintas posibilidades terapéuticas que se basan en prevenir, mitigar o tratar lesiones del tejido.

¿Cómo nos pueden ayudar los antioxidantes?

Los datos experimentales y clínicos han permitido identificar un importan número de moléculas que resultan eficaces en la protección de los daños producidos por la radiación ionizante gracias a sus propiedades antioxidantes. Son los “radioprotectores”.

Cuando una persona se expone a la radiación, se producen rápidamente grandes cantidades de radicales libres de oxígeno, entre ellas especies reactivas de oxígeno (ROS), que provocan un estado de estrés oxidativo. Los radicales libres de oxígeno generados pueden reaccionar con el ADN y el ARN en las células sanas hasta provocar cambios estructurales y funcionales. Por ejemplo, un exceso de radiación en la parte inferior del abdomen o la pelvis es muy probable que afecte a la fertilidad, provocando esterilidad.

Dado que la toxicidad aguda por radiación se debe sobre todo a la destrucción de células a través de un daño oxidativo del ADN, las sustancias con capacidad para eliminar los radicales libres (antioxidantes como amifostina, glutamina,curcumina flavonoides y polifenoles) pueden disminuir este daño celular producido por la radiación ionizante.

La amifostina fue el primer protector clínico contra la radiación aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA, por sus siglas en inglés), destinado a reducir el impacto de la radiación en el tejido normal, disminuyendo su toxicidad y permitiendo potencialmente un aumento de la dosis de irradiación en el tumor. A pesar de haber sido aprobada por la FDA hace casi 20 años, la amifostina aún no ha logrado un uso clínico generalizado.

¿Hacia dónde vamos?

Son muchas las personas que encontramos cada día en los servicios de radiodiagnóstico que se preguntan si la prueba a la que se van a someter aumenta el riesgo de que sufran ese temido “cáncer”. Esta preocupación social se hizo evidente hace poco en la red social X, donde se debatía sobre si la radiación de las mamografías está asociada, paradójicamente, con un aumento del riesgo de padecer cáncer de mama.

Gran parte de los esfuerzos en materia de radiobiología se centran en poder encontrar las vías metabólicas de actuación de los distintos antioxidantes que nos permiten proteger a los tejidos sanos. Es decir, diseñar el protocolo individualizado para la intervención con antioxidantes y suplementos dietéticos de manera específica para cada caso y situación de manera que los pacientes, antes de realizarse una radiografía, tomen ese “zumo antioxidante” con efecto radioprotector.

Aunque el riesgo de estas exploraciones médicas es ínfimo, sería muy positivo reducirlo al máximo aportando sustancias que nos protejan antes de las exploraciones radiológicas.

The Conversation

Amparo Olivares Rueda no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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