Betelgeuse, una de las estrellas más brillantes, esconde un diminuto sol

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Representación gráfica de Betelgeuse y el Betelbuddy. Crédito: Lucy Reading-Ikkanda/Simons Foundation
Representación gráfica de Betelgeuse y el Betelbuddy. Crédito: Lucy Reading-Ikkanda/Simons Foundation

Investigaciones recientes han disipado la idea de que Betelgeuse, una de las estrellas más brillantes de nuestro cielo nocturno, esté a punto de explotar como supernova. En su lugar, este estudio sugiere que el brillo fluctuante de la estrella podría deberse a una estrella compañera invisible que la orbita. Apodada «Betelbuddy» por el astrofísico Jared Goldberg, esta estrella compañera actúa como un quitanieves cósmico, limpiando el polvo y haciendo que Betelgeuse parezca temporalmente más brillante.

Conocida formalmente como Alfa Ori B, la existencia de Betelbuddy se dedujo mediante simulaciones y observaciones de Goldberg y su equipo. Su trabajo, que se publicará en The Astrophysical Journal y está disponible actualmente en el servidor de preimpresiones arXiv, exploró varias fuentes potenciales de variabilidad en el brillo de Betelgeuse. «Descartamos todas las fuentes intrínsecas de variabilidad que se nos ocurrieron», explica Goldberg, autor principal del estudio. «La única hipótesis que parecía encajar es que Betelgeuse tiene una compañera».

Goldberg colaboró con Meridith Joyce, de la Universidad de Wyoming, y László Molnár, del Observatorio Konkoly del Centro de Investigación HUN-REN de Astronomía y Ciencias de la Tierra, en Hungría. Juntos, profundizaron en las características de Betelgeuse, una estrella gigante roja que brilla 100.000 veces más y cuyo volumen es más de 400 millones de veces mayor que el de nuestro Sol. A medida que Betelgeuse se acerca al final de su vida útil, su explosión como supernova es inevitable, pero este reciente estudio sugiere que podría no ser tan inminente como se pensaba.

Los astrónomos vigilan Betelgeuse siguiendo sus pulsaciones, que se asemejan a los latidos de un corazón. Betelgeuse tiene dos pulsaciones: una más corta, de un año de duración, y otra más larga, de unos seis años. Si el pulso fundamental de la estrella es su latido a largo plazo, podría estar más cerca de explotar. Sin embargo, si se trata del pulso a corto plazo, el más largo podría ser un «largo periodo secundario», probablemente influido por factores externos como una estrella compañera.

La trayectoria orbital de Betelbuddy a través del polvo que rodea a Betelgeuse podría ser la causa de estos periodos secundarios largos, empujando el polvo fuera del camino y alterando el brillo aparente de la estrella. El equipo de investigación probó otras hipótesis, como procesos estelares internos o cambios en el campo magnético, pero ninguna encajaba tan bien como la teoría de la estrella compañera. «Nada más cuadraba», dice Goldberg. «Si no hay Betelbuddy, está ocurriendo algo mucho más extraño, algo que la física actual no puede explicar».

Aunque la naturaleza exacta de Betelbuddy es aún incierta, el equipo teoriza que podría ser una estrella de hasta el doble de la masa del Sol. «Una estrella similar al Sol es la compañera más probable», afirma Joyce. «Pero una hipótesis exótica que me gusta es que Betelbuddy podría ser una estrella de neutrones, el núcleo de una estrella que ya se ha convertido en supernova».

El equipo planea confirmar la existencia de Betelbuddy mediante observación directa, con una ventana de visibilidad potencial en torno al 6 de diciembre. «Necesitamos confirmar que Betelbuddy existe realmente, ya que nuestro resultado se basa en la inferencia, no en la detección directa», afirma Molnár. Actualmente se están llevando a cabo propuestas de observación para capturar a esta esquiva compañera.

Este esfuerzo de colaboración, basado en la experiencia de diversos investigadores en observaciones espaciales, simulaciones de estrellas masivas y modelización, subraya el valor de la ciencia en equipo. La exploración en curso de Betelgeuse sigue revelando nuevos secretos sobre este gigante celeste, demostrando que incluso las estrellas más estudiadas pueden seguir sorprendiéndonos con descubrimientos significativos.

Fuentes, créditos y referencias:

Jared A. Goldberg et al, A Buddy for Betelgeuse: Binarity as the Origin of the Long Secondary Period in $α$ Orionis, arXiv (2024). DOI: 10.48550/arxiv.2408.09089

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