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Un brillante meteoro atraviesa el cielo sobre las antenas parabólicas del Atacama Large Millimeter/submillimeter Array en los Andes chilenos. Christoph Malin, ESO |
Hace unos 466 millones de años, la Tierra sufrió un bombardeo cósmico cuando un enjambre de rocas espaciales chocó violentamente contra nuestro planeta. Este acontecimiento cósmico se desencadenó probablemente por la fragmentación de un gran asteroide que orbitaba entre Marte y Júpiter. Entre los principales sospechosos de esta antigua lluvia celeste se encuentra la familia de asteroides Massalia, un grupo de asteroides que comparten órbitas similares. Sorprendentemente, casi el 40% de todos los meteoritos que han aterrizado en la Tierra tienen su origen en esta familia, y otras dos familias de asteroides también han contribuido significativamente a la colección de meteoritos de la Tierra.
Miles de estos meteoritos, que han viajado por la inmensidad del espacio, se han recuperado en la Tierra. Investigaciones recientes permiten ahora a los científicos rastrear los orígenes de la mayoría de estas rocas caídas, revelando que tres jóvenes familias de asteroides son responsables de más del 70% de los meteoritos encontrados en nuestro planeta. Este descubrimiento, recogido en tres estudios publicados en las revistas Nature y Astronomy and Astrophysics, aporta datos cruciales sobre los misterios de nuestro primitivo sistema solar.
Las tres familias de asteroides -Karin, Koronis y Massalia- se originaron por colisiones en el cinturón principal de asteroides hace 5,8 millones de años, 7,5 millones de años y 40 millones de años, respectivamente. Aunque estos acontecimientos parecen antiguos para el ser humano, son relativamente recientes si se comparan con los 4.500 millones de años de historia del sistema solar.
«Las colisiones más recientes en el cinturón de asteroides dominan el flujo de material hacia nuestro planeta», explica Michaël Marsset, investigador del Observatorio Europeo Austral y autor principal de uno de los estudios. «Cabría esperar una mezcla de todas las clases composicionales del cinturón de asteroides, pero predominan tres asteroides fragmentados recientemente».
Marsset y sus colegas trataron de resolver la discrepancia entre los meteoritos hallados en la Tierra y los observados en el cinturón de asteroides. Anteriormente, los investigadores sólo podían rastrear el origen de alrededor del 6% de los meteoritos, procedentes principalmente de la Luna, Marte y el asteroide Vesta. Se desconocía el origen del resto de meteoritos.
Mediante un estudio telescópico de las principales familias de asteroides del cinturón principal y simulaciones por ordenador de su evolución colisional y dinámica, el equipo identificó las fuentes primarias de la mayoría de los meteoritos. Compararon las composiciones químicas de los meteoritos con las de sus cuerpos madre, revelando así sus orígenes.
«Las grandes colisiones no se producen todos los días, aproximadamente cada 30 o 50 millones de años», señala Pierre Vernazza, investigador del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia y autor principal de uno de los estudios. «Sin embargo, se han producido tres colisiones significativas en los últimos 8 millones de años».
El predominio de familias de asteroides jóvenes en el flujo de meteoritos puede deberse a la abundancia de fragmentos más pequeños procedentes de sus colisiones recientes. Estos fragmentos tienen más probabilidades de colisionar entre sí, enviando escombros hacia la Tierra. «La cascada de colisiones dentro de estas familias sigue activa», afirma Marsset. «Por eso dominan la producción de meteoritos».
Los meteoritos son restos rocosos de incalculable valor de la historia de nuestro sistema solar que aterrizan en la Tierra, ofreciendo a los científicos una rara visión de sus primeros años. «Los meteoritos conservan una gran cantidad de información sobre nuestro disco protoplanetario», explica Marsset. «Relacionando estos meteoritos con familias específicas de asteroides, podemos reconstruir la composición original y los gradientes térmicos de nuestro disco protoplanetario. Éste es el objetivo último de este tipo de estudios».
El estudio de los meteoritos no sólo revela sus orígenes, sino que también proporciona información sobre los caóticos comienzos de nuestro vecindario celeste, ayudando a los científicos a comprender acontecimientos que ocurrieron millones de años antes de nuestra era.
Michaël Marsset, The Massalia asteroid family as the origin of ordinary L chondrites, Nature (2024). DOI: 10.1038/s41586-024-08007-6. www.nature.com/articles/s41586-024-08007-6