¿Cómo podemos prepararnos para gestionar una emergencia en el patrimonio cultural?

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Los bomberos inspeccionan la estructura de la Catedral Notre Dame tras el incendio, abril de 2019. Frederic Legrand - COMEO/Shutterstock

En 2019, un incendio en la Catedral de Notre Dame destruyó la aguja central y parte del techo, dañando también valiosas obras de arte en su interior. La pérdida de un símbolo cultural tan importante como la catedral de París mostró lo vulnerable que es el patrimonio cultural en situaciones de emergencia y motivó una movilización sin precedentes de las entidades europeas encargadas de su preservación.

Cinco años después, se han logrado muchos avances en la gestión del riesgo en patrimonio cultural. Hoy en día, los especialistas subrayan la importancia de tener protocolos actualizados y herramientas para prevenir nuevos desastres en museos, archivos y monumentos. El desafío ahora es cómo prepararse adecuadamente para enfrentarse a estas situaciones.


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La preparación ante el riesgo y la importancia de los simulacros

En los últimos tiempos, muchas instituciones culturales en España han decidido adelantarse a las emergencias y entrenarse para evitar daños. Para ello, cuentan con el apoyo de Protección Civil, Bomberos, Policía y la Unidad Militar de Emergencias, quienes tienen una larga experiencia en estos temas. La colaboración entre estas instituciones y los investigadores que analizan el riesgo en patrimonio cultural es clave para entender qué factores deben ser vigilados y evitar que una emergencia se convierta en un desastre.

Uno de los métodos más eficaces para estar preparado es tener protocolos de emergencia y probarlos con entrenamientos, ejercicios y simulacros. En los últimos años, en España se han realizado simulacros en el Museo de Bellas Artes de Valencia, la Catedral Magistral de Alcalá de Henares, la Mezquita de Córdoba, la Catedral de Granada, el Archivo de Indias y Catedral de Sevilla y la Ciudad Histórica de Antequera.

Estas simulaciones permiten llevar la teoría a la práctica y comprobar si los mecanismos de activación y coordinación de especialistas funcionan correctamente.

Entre todos estos casos, los simulacros de Antequera son especialmente interesantes. Desde 2022, estos simulacros han ido unidos a los proyectos de investigación FENIX, FENIX 4.0, Resilient Tourism y Art-Risk Difussion, dirigidos por la catedrática Pilar Ortiz de la Universidad Pablo de Olavide. La colaboración ha servido para reunir a investigadores y especialistas de diferentes instituciones del país y estudiar cómo mejorar la respuesta a emergencias en patrimonio cultural.

El último de los simulacros de Antequera fue en octubre de 2023. En esta ocasión, se realizó un ejercicio práctico de una emergencia por terremoto, que había afectado a la iglesia de San Francisco y causado un incendio en la Biblioteca Municipal de San Zoilo. Durante el mismo, los encargados de la conservación de la iglesia y la biblioteca pusieron en funcionamiento sus protocolos de rescate en estrecha colaboración con Bomberos, Policía Nacional y local, Protección Civil, los sanitarios y el equipo de conservadores.

En este simulacro, y en los celebrados en años anteriores, la participación de arquitectos, arqueólogos, ingenieros, conservadores, químicos y biólogos sirvió para analizar desde una perspectiva interdisciplinar los problemas que fueron surgiendo durante la gestión de una crisis.

A partir de las opiniones recogidas en las entrevistas y encuestas realizadas a los participantes y observadores, hoy en día disponemos de información sobre cuáles son, según los especialistas, los principales desafíos que dificultan la protección del patrimonio cultural durante una emergencia.

Desafíos y recomendaciones para estar preparados

Uno de los principales retos es la necesidad de disponer de un lenguaje común que facilite la comunicación y la coordinación de los trabajos entre especialistas. La mezcla de profesionales puede causar confusiones por los distintos términos que utilizan, así que en una emergencia es importante contar con formas de comunicación claras y eficaces.

Para mejorar la comunicación hay dos aspectos claves. En primer lugar, tanto Bomberos como Protección Civil y Policía deben conocer los bienes culturales del territorio que resguardan y los nombres de las colecciones y piezas más importantes.

En segundo lugar, los conservadores y especialistas en patrimonio cultural deben estar informados sobre las vías de comunicación oficiales que se usan durante una emergencia. Cuando se activa un plan de emergencias, cerca de la emergencia se conforma el puesto de mando avanzado, que es el principal órgano de mando. Si la emergencia afecta un bien patrimonial, en este puesto debe haber un especialista en patrimonio cultural. Esta es la forma correcta de participar en la toma de decisiones e informar a Bomberos, Policía y Protección Civil de las necesidades especiales de las colecciones.

En patrimonio cultural, la impredecibilidad de las emergencias se combina con las necesidades específicas de conservación de las obras de arte y materiales arqueológicos. La prisa puede causar confusión sobre qué hacer, cómo y cuándo para no dañar estos objetos tan valiosos. Por este motivo es esencial que cada profesional tenga claras sus responsabilidades y sepa cómo actuar.

En este caso, los conservadores son los que deben ajustar los procedimientos de manipulación antes de que ocurra una emergencia. Así, se asegura que no se causen daños al movilizar obras de arte o trabajar cerca de ellas.

Otro desafío es la falta de materiales y espacios adecuados para tratar las colecciones afectadas. Después de una emergencia, si los edificios están dañados o bloqueados, es más difícil conseguir los materiales necesarios y contar con suficiente personal.

Por eso, es muy importante que las instituciones tengan un plan de salvaguarda. Este documento es el que indica quiénes van a ayudar en el rescate, qué harán y qué recursos y espacios tienen disponibles. Contar con alianzas estratégicas con otras instituciones también es una buena opción para obtener recursos humanos y materiales en una situación de crisis.

Finalmente, es muy importante llevar un registro detallado de lo que se hace durante una emergencia. Esto ayuda a saber dónde están las colecciones y evaluar rápidamente los daños. Hoy en día existen guías que proponen fichas documentales y ejemplos prácticos, que son muy útiles en estos casos.

Nuevas tecnologías para la prevención del riesgo

Tanto en simulacros como en emergencias reales las nuevas tecnologías ofrecen herramientas para afrontar estos desafíos.

Por este motivo, uno de los avances más novedosos en los simulacros de Antequera ha sido el uso de la herramienta digital Art-Risk 4 Mision Track, que utiliza sistemas de información y comunicación para ofrecer datos cruciales sobre cómo actuar en una crisis en una institución cultural. Su uso mejora la comunicación y organiza la documentación de las obras afectadas.

Además, el grupo de investigación de Pilar Ortiz está trabajando en otras herramientas, como las imágenes satelitales, que ayudan a monitorear los peligros. Esto ayuda a tomar decisiones más informadas y coordinadas durante una emergencia. Así, en Antequera, estas herramientas permitieron dar una respuesta a la emergencia más rápida y efectiva. También mejoraron la coordinación entre los diferentes equipos y facilitaron la documentación del rescate y protección de obras de arte.

Los resultados muestran que, en un mundo cada vez más conectado y con muchos riesgos, invertir en tecnología digital es esencial para fortalecer la capacidad de los bienes patrimoniales de enfrentarse a nuevos desafíos.


Este artículo se ha escrito con la colaboración de María Suárez Fernández, estudiante del Máster en Diagnóstico del Estado de Conservación del Patrimonio Histórico de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Para ello ha contado con una beca de colaboración con el Departamento de Sistemas Físicos, Químicos y Naturales de la Universidad Pablo de Olavide. Esta beca ha sido impulsada por el Ministerio de Educación en 2023-2024.

The Conversation

Las autoras de este artículo han recibido fondos del Proyecto Art-Risk Diffusion: STEM al servicio del Arte ¿Cómo ayudan las Ciencias en una emergencia para salvar obras de Arte en un Museo? (Proyecto FCT-23-19856). Este proyecto ha sido financiado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología- Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.



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