La aparición de los dinosaurios hace 200 millones de años está relacionada con el invierno volcánico, no con el fuego

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Con una colada de lava a lo lejos, un dinosaurio terópodo con plumas primitivas se lleva a una víctima mamífera durante un invierno volcánico nevado provocado por erupciones masivas durante la extinción del Triásico-Jurásico. Un nuevo estudio afirma que los dinosaurios sobrevivieron porque ya estaban adaptados a las heladas condiciones de las altas latitudes. Crédito: Pintura de Larry Felder
Con una colada de lava a lo lejos, un dinosaurio terópodo con plumas primitivas se lleva a una víctima mamífera durante un invierno volcánico nevado provocado por erupciones masivas durante la extinción del Triásico-Jurásico. Un nuevo estudio afirma que los dinosaurios sobrevivieron porque ya estaban adaptados a las heladas condiciones de las altas latitudes. Crédito: Pintura de Larry Felder


Hace unos 201,6 millones de años, la Tierra experimentó uno de sus acontecimientos más cataclísmicos -la extinción del Triásico Final- en el que desapareció aproximadamente el 75% de todas las especies. Esta extinción coincidió con monumentales erupciones volcánicas que desgarraron el supercontinente Pangea, dando lugar a la formación del océano Atlántico y separando las actuales Américas, Europa y el norte de África. Tradicionalmente, los científicos creían que estas erupciones liberaron cantidades masivas de dióxido de carbono, calentando gradualmente el planeta hasta niveles inhóspitos y acidificando los océanos. Sin embargo, una nueva investigación sugiere una historia diferente.

Un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences postula que el frío extremo, y no el calor, desempeñó un papel fundamental en esta extinción masiva. Los investigadores sostienen que las erupciones volcánicas iniciales, que se creía que duraban cientos de miles de años, se produjeron en realidad en intensos estallidos que duraron menos de un siglo cada uno. Estas erupciones rápidas arrojaron grandes cantidades de aerosoles de sulfato a la atmósfera, reflejando la luz solar y provocando un enfriamiento drástico, los llamados «inviernos volcánicos».

Dennis Kent, autor principal e investigador del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia, explica: «El dióxido de carbono y los sulfatos tienen efectos opuestos en distintos marcos temporales. Mientras que el CO2 tarda en acumularse y calentar el planeta, los sulfatos provocan un enfriamiento casi inmediato. Estos sucesos se desarrollaron en el lapso de una vida humana, lo que hace más comprensible el impacto».

El evento de extinción se ha relacionado desde hace tiempo con las erupciones de la Provincia Magmática del Atlántico Central (CAMP). En 2013, Kent y su equipo proporcionaron pruebas sólidas que conectaban estas erupciones con la extinción al identificar una inversión de polaridad magnética consistente en sedimentos justo debajo de los flujos de lava CAMP iniciales. Estos hallazgos indicaban una erupción simultánea en varias regiones.

El equipo de Kent prosiguió sus investigaciones analizando partículas magnéticas de depósitos CAMP en Marruecos, la bahía de Fundy en Nueva Escocia y la cuenca de Newark en Nueva Jersey. Descubrieron que cada pulso de lava, que se produjo a lo largo de unos 40.000 años, se alineaba con el polo magnético de la Tierra, lo que sugiere que cada estallido duró menos de un siglo. Las rápidas emisiones de sulfatos bloquearon la luz solar, provocando graves descensos de temperatura que devastaron muchas especies.

Los investigadores compararon estas erupciones con la del volcán Laki, en Islandia, en 1783, que provocó la pérdida generalizada de cosechas, y observaron que los pulsos del CAMP fueron cientos de veces más importantes. Los registros fósiles muestran que grandes reptiles, anfibios y plantas tropicales desaparecieron con las erupciones del CAMP. En cambio, los pequeños dinosaurios emplumados, las tortugas, los lagartos y los primeros mamíferos sobrevivieron, probablemente debido a su tamaño y a su capacidad para buscar refugio.

Paul Olsen, coautor del estudio y paleontólogo de Lamont-Doherty, subraya la importancia de la concentración de eventos. «El impacto medioambiental está ligado a la intensidad de estos eventos. Los eventos más pequeños y dispersos son menos impactantes que el mismo volumen de actividad volcánica concentrada en un periodo corto. Esta concentración probablemente hizo que las lavas del CAMP fueran extraordinariamente perturbadoras».

A medida que el cambio climático sigue afectando a nuestro planeta, la comprensión de estos fenómenos del pasado ofrece información crucial sobre la resistencia y adaptabilidad de la vida en la Tierra. Este estudio no sólo redefine los mecanismos que subyacen a una de las grandes extinciones de la Tierra, sino que también pone de relieve la compleja interacción entre la actividad volcánica y el cambio climático.

Fuentes, créditos y referencias:

Dennis V. Kent et al, Correlation of sub-centennial-scale pulses of initial Central Atlantic Magmatic Province lavas and the end-Triassic extinctions, Proceedings of the National Academy of Sciences (2024). DOI: 10.1073/pnas.2415486121. doi.org/10.1073/pnas.2415486121

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