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Fotografía: Dra. Huyue Song |
Al final de la última glaciación mundial, la Tierra sufrió una espectacular transformación, pasando de ser una extensión helada a un planeta fangoso y en proceso de deshielo. Un estudio reciente dirigido por Virginia Tech ofrece pruebas geoquímicas pioneras de esta transición, arrojando luz sobre la llamada era del «océano plomizo», en la que el aumento de los niveles de dióxido de carbono desencadenó una inmensa y rápida fase de deshielo.
«Nuestros hallazgos son cruciales para comprender los cambios en el clima de la Tierra y la química oceánica que siguieron a las condiciones extremas de la última glaciación mundial», declaró Tian Gan, autor principal del estudio y antiguo investigador postdoctoral en Virginia Tech. La investigación, realizada con el geólogo Shuhai Xiao, se publicó el 5 de noviembre en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Durante la última glaciación mundial, hace aproximadamente entre 635 y 650 millones de años, las temperaturas de la Tierra descendieron en picado, lo que provocó una extensa cobertura de hielo en los polos. A medida que el hielo crecía, reflejaba más luz solar, enfriando aún más el planeta en un ciclo que se reforzaba a sí mismo. Xiao explicó: «Una parte significativa del océano quedó envuelta en hielo debido a los niveles extremadamente bajos de dióxido de carbono».
Este profundo efecto de enfriamiento detuvo procesos cruciales:
- - El ciclo del agua se paralizó, con una evaporación y precipitaciones mínimas.
- - La meteorización química, un proceso que consume dióxido de carbono al descomponer las rocas, se ralentizó considerablemente.
- - Como resultado, el dióxido de carbono se acumuló en la atmósfera, atrapando el calor.
Finalmente, el aumento de los niveles de dióxido de carbono rompió el hielo y provocó un rápido y dramático deshielo. «Era sólo cuestión de tiempo que el hielo empezara a derretirse, probablemente de forma catastrófica», señaló Xiao.
Al acumularse el calor, los casquetes polares retrocedieron y el clima de la Tierra pasó de gélido a cálido en sólo 10 millones de años, con temperaturas medias mundiales que oscilaron entre -50 y 120 grados Fahrenheit (-45 y 48 grados Celsius). Sin embargo, el hielo no se derritió de manera uniforme. Los investigadores describen un mundo en el que enormes ríos de agua de deshielo glaciar fluían de la tierra al mar, formando capas sobre el agua oceánica, más densa y salada.
Para probar esta teoría, el equipo examinó rocas carbonatadas que se formaron al finalizar la era glacial global. Analizaron los isótopos de litio de estas rocas y descubrieron que las firmas geoquímicas variaban en función de la proximidad a las fuentes de agua de deshielo. Las rocas cercanas a la costa mostraban señales de agua dulce más intensas que las formadas mar adentro, lo que concuerda con la hipótesis del océano plomizo.
Estos datos no sólo aclaran los límites del cambio ambiental, sino que también aportan valiosos conocimientos sobre la resistencia de la vida en condiciones extremas, ya sean de calor, frío o nieve. Xiao concluyó: «Esta investigación no sólo mejora nuestra comprensión de los climas del pasado, sino que también ofrece una ventana a la adaptabilidad de la vida en condiciones duras.»