Europa no está preparada para la inminente crisis de refugiados libaneses

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Refugiados sirios en el valle de la Bekaa (Líbano) en 2013. Sebastian Castelier/Shutterstock

Desde que comenzó, a finales de septiembre, la invasión israelí de Líbano ha llevado más miseria a un Oriente Próximo ya desbordado por la catástrofe humanitaria. A fecha de 23 de octubre de 2024, más de 1,2 millones de personas habían huido de sus hogares en Líbano, y decenas de miles intentan ahora escapar al extranjero.

Desde el punto de vista de la Unión Europea (UE), las limitadas vías legales de migración, junto con la presencia de presiones migratorias ya crecientes, podrían crear una repetición de la crisis de refugiados de 2015.

A medida que estos flujos migratorios se amplían, Europa necesita equilibrar las necesidades humanitarias inmediatas con las cuestiones a más largo plazo del reasentamiento y la integración de los refugiados. Sin embargo, el panorama político actual del continente presenta obstáculos muy difíciles de superar.

Refugiados libaneses que huyen a Siria

Después de que la Primavera Árabe llegara a Siria en 2011, Líbano se convirtió en el hogar de alrededor de 1,5 millones de refugiados sirios. En la actualidad, este movimiento se ha invertido, ya que el conflicto actual está empujando tanto a los refugiados como a los residentes libaneses a cruzar la frontera hacia Siria.

Hasta el 21 de octubre de 2024, unas 425 000 personas habían hecho ese trayecto. Además, unos 16 700 residentes libaneses han buscado refugio en Irak.

El conflicto entre Israel y Líbano está aún en sus inicios, y muchos de estos refugiados se dirigen, por ahora, a donde pueden. Sin embargo, ilustran el volumen de desplazamientos forzosos que ya se están produciendo. Con el tiempo, muchos se abrirán camino hacia Europa. Y esto provocará una mayor presión migratoria sobre la UE, muy parecida a la crisis de 2015, cuando más de un millón de refugiados entraron en el continente principalmente –aunque no exclusivamente– a través de las rutas mediterráneas.

Parece que Europa no lo vio venir. Hace sólo unos meses, en mayo de este año, la UE anunció un paquete de ayuda de 1 000 millones de euros para Líbano con el fin de hacer frente a la crisis migratoria y atajarla de raíz. Es poco probable que esta financiación baste para estabilizar la región o frenar la migración masiva.


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De hecho, es posible que Líbano, que ya se encuentra al borde del colapso político, pronto sea incapaz de coordinar ningún control migratorio significativo.

En el contexto más amplio de un Oriente Medio extremadamente volátil, esta situación ejercerá una gran presión sobre Europa. A medida que se agrave la inestabilidad de la región, los Estados europeos pueden esperar que un mayor número de inmigrantes, y sus solicitudes de asilo, les lleguen a través de países como Grecia o Italia, ambos situados en primera línea de las rutas migratorias.

¿Podría la UE acoger a todos los refugiados de Oriente Medio?

En términos puramente materiales y económicos, países como Alemania han demostrado que es posible absorber enormes cantidades de refugiados.

En 2015 llegaron a Alemania más de un millón de refugiados, la mayoría sirios, y muchos de ellos contribuyen ahora a la mano de obra del país. Los sirios y sus familias también han ayudado a impulsar el consumo interno alemán y han reforzado una población que envejece, lo que demuestra que la migración puede ser una herramienta positiva cuando se gestiona eficazmente.

Sin embargo, el panorama político actual es diferente. El creciente apoyo a los partidos antiinmigración ha creado divisiones sociales más profundas sobre la aceptación de los refugiados. La opinión pública se ha inclinado por exigir controles fronterizos más estrictos y reducir la acogida de inmigrantes.

Esta tendencia no ha hecho más que acentuarse desde las elecciones al Parlamento Europeo de 2024, cuando los partidos conservadores y de extrema derecha ganaron un considerable terreno político.

La respuesta indecisa de la UE a la crisis se refleja en sus débiles esfuerzos políticos, como la reciente promesa de acoger a 31 000 refugiados en 2024 y 2025. Esto es una gota en el océano: más de 16 millones de refugiados y desplazados están actualmente a la espera de ser reubicados en Oriente Medio y el Norte de África.

Por tanto, la cuestión de si la UE podría acoger a todos los refugiados del Líbano y de otros conflictos de Oriente Medio es complicada. Aunque sobre el papel sería económicamente factible –e indudablemente beneficioso a largo plazo–, tal medida parece políticamente inalcanzable. En su lugar, el enfoque de la UE ante esta crisis en curso vendrá determinado por su unidad (o falta de ella) en torno a una política común.

Futura política migratoria de la UE

El éxito de Alemania con los refugiados sirios pone de relieve el potencial a largo plazo de la inmigración para reforzar la economía de la UE. Sin embargo, las divisiones políticas hacen que tales políticas sean políticamente problemáticas, como ilustra la propia Alemania, que recientemente ha restablecido los controles en todas sus fronteras terrestres en un esfuerzo por reforzar los controles migratorios.

El recién lanzado Pacto de Migración y Asilo de la UE sugiere medidas como la reubicación y el apoyo financiero u operativo a los Estados miembros. Este planteamiento pretende satisfacer las demandas humanitarias, pero también permite a los Estados miembros salvaguardar su soberanía y control.


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Sin embargo, también cuestiona la coherencia de los propios valores de la UE. En palabras del propio Consejo, “al ayudar con el despliegue de centros de acogida”, la UE puede permitir el envío forzoso y a veces ilegal de migrantes a países no pertenecientes a la UE.

Estas medidas también pasan por alto lo que la migración puede ofrecer a un continente que se enfrenta a vientos demográficos en contra: los migrantes pueden colmar lagunas en los mercados laborales, promover una cultura de la innovación y proporcionar una base fiscal más joven para apoyar a las poblaciones que envejecen.

Sin embargo, para obtener estos resultados, la recién nombrada Comisión no sólo tendrá que superar la oposición política, sino también asegurarse de que las políticas que adopte permitan de forma realista una integración adecuada.

Cómo puede la UE gestionar mejor la inmigración

Varias medidas políticas clave pueden ayudar a Europa a gestionar la crisis migratoria que se avecina.

Ampliar las vías legales de migración –incluidos los programas de acogimiento, los visados humanitarios y los permisos de trabajo flexibles para ciudadanos libaneses– es fundamental para aliviar las presiones migratorias. Además, mejorar las condiciones de los refugiados aumentando la ayuda financiera y logística a Líbano y sus vecinos puede contribuir a frenar los flujos migratorios hacia Europa.

También es necesaria una mayor coordinación entre los Estados de la UE, por difícil que parezca hoy en día, para equilibrar eficazmente el control de las fronteras con el respeto de los principios humanitarios.

Por último, aunque los programas de integración deberían inspirarse en modelos de éxito como la experiencia de Alemania con los refugiados sirios, la UE también debe abordar las causas profundas de la inestabilidad a través de la diplomacia y las iniciativas de desarrollo. En concreto, esto significa adoptar una postura diplomática firme frente a Israel y, en términos más generales, superar la debilidad y la indecisión de la UE a la hora de tratar con sus vecinos de la región de Oriente Medio y Norte de África.

Citando un documento de 2010, la UE ha sido durante mucho tiempo “un pagador, no un actor”. Sin embargo, si esto cambia, la UE podría evitar que millones de personas se conviertan en refugiados.

The Conversation

Barah Mikaïl es el fundador de Stractegia, una consultora con sede en Madrid que ofrece asesoramiento sobre la geopolítica de la región de Oriente Medio y Norte de África y sobre la política española.


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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