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La reciente DANA que ha golpeado Valencia, así como a otras localidades de España, dejará cicatrices que van más allá de los destrozos materiales. Las aguas que anegaron calles y hogares también llevan en su cauce un duelo colectivo, que muchos valencianos están comenzando a procesar. En estos momentos, el dolor no es solo una experiencia individual: es un lamento compartido que requiere apoyo mutuo y reconstrucción emocional.
El espíritu valenciano ante el dolor
La frase “Valencians en peu, alcem-se”, del himno de Valencia, encarna el espíritu de una comunidad que se levanta ante cualquier adversidad. Hoy, frente a la DANA, estas palabras resuenan como un grito de sostén solidario y esperanza.
La ciencia nos muestra de forma inequívoca cómo el apoyo social y comunitario es fundamental para amortiguar el impacto emocional ante desastres naturales. El hecho de saber que el dolor se comparte y que la comunidad está presente proporciona un alivio real para quienes enfrentan ese duelo colectivo.
Recuerdo, cuando llegué a Valencia para realizar mi formación como psicóloga interna residente en el Hospital Clínico, cómo me sorprendía ver que, más de 60 años después de la riada de 1957 (“la gran riuà”), las personas mantenían vivo el recuerdo de la tragedia. Pacientes y colegas hablaban de aquella catástrofe natural como algo más que una pérdida: la consideraban una experiencia que fortaleció su identidad, les enseñó a valorar el apoyo vecinal y el poder del grupo. De hecho, el Jardín del Turia, que hoy es un pulmón verde en la ciudad, es un símbolo de aquella superación.
En 1982, la tragedia golpeó de nuevo con el colapso de la presa de Tous. Aquel quebranto fue abrumador, pero el apoyo comunitario permitió a los valencianos resistir una vez más.
Cómo facilitar el duelo
Un estudio reciente subraya la importancia de la intervención temprana en salud mental tras desastres naturales, demostrando que el apoyo psicosocial inmediato puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar síntomas de estrés postraumático y mejorar la resiliencia de las personas afectadas. A continuación contamos las estrategias concretas para conseguirlo, en el presente inmediato y con vistas al futuro.
Acciones inmediatas
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Expresar las emociones: Hablar con personas de confianza sobre lo que se está viviendo o escribir en un diario puede liberar tensiones y ayudar a procesar lo ocurrido.
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Establecer rutinas diarias: Mantener hábitos brinda una sensación de estabilidad y control. Realizar actividades diarias, como preparar las comidas, cuidar del hogar o practicar deporte, ayuda a reducir la ansiedad y aporta estructura al día a día.
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Buscar actividades que generen bienestar: Dedicar tiempo a actividades como la lectura, el ejercicio, el contacto con la naturaleza o la práctica de hobbies puede aliviar el estrés y proporcionar momentos de bienestar.
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Limitar la exposición a noticias negativas: Mantenerse informado es importante, pero conviene establecer límites y evitar la sobreexposición a noticias sobre el desastre, especialmente antes de dormir, con el fin de atenuar la ansiedad y el estrés.
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Practicar técnicas de relajación y respiración: Dedicar unos minutos al día a practicar respiración profunda, la relajación muscular progresiva o la meditación puede aliviar la tensión y mejorar el bienestar general.
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Buscar ayuda profesional: Si los síntomas de ansiedad, tristeza o insomnio persisten, psicólogos clínicos, psiquiatras y otros especialistas pueden ofrecer estrategias y acompañamiento en el manejo de emociones complejas.
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Fomentar el apoyo vecinal: Ayudar y recibir ayuda de vecinos y amigos crea un sentido de comunidad y reduce el aislamiento. En tiempos de crisis, el apoyo mutuo fortalece los lazos sociales y facilita la recuperación emocional.
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Cuidar la alimentación y el sueño: Intentar mantener una dieta saludable y un horario de descanso regular es esencial para que el cuerpo y la mente tengan la energía necesaria para enfrentar el duelo y el estrés.
Mirando al futuro: construir una Valencia resiliente
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Espacios de apoyo psicológico: Crear puntos en centros comunitarios y sanitarios donde los afectados puedan recibir acompañamiento emocional inmediato. Estos espacios brindan a las personas un lugar seguro para procesar el dolor y compartir sus emociones.
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Rituales y ceremonias de homenaje: Organizar actos simbólicos de despedida y recuerdo en lugares significativos, como ofrendas florales o minutos de silencio, permite un crear cierre representativo que facilita el duelo, fortaleciendo la unidad y el apoyo entre los vecinos.
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Redes de apoyo comunitario: Activar redes vecinales y grupos sustentados en instituciones religiosas, los casales falleros y otras asociaciones y entidades ya instauradas en la Comunidad Valenciana. Además de brindar asistencia práctica e instrumental, proporciona un acompañamiento emocional que ayuda a que los afectados no se sientan solos y refuerza el sentido de pertenencia.
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Atención psicológica de crisis: Proporcionar acceso gratuito, accesible y de calidad a intervenciones especializadas para quienes presenten síntomas de duelo complicado, sobre todo en personas que han perdido a sus hijos. Los grupos de apoyo y terapias breves pueden ayudar a expresar emociones y desarrollar estrategias de afrontamiento, reduciendo el riesgo de duelo prolongado o problemático. Fortalecer la red de salud mental también es fundamental para prevenir trastornos como el estrés postraumático.
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Centros de memoria: Crear un espacio conmemorativo para honrar a las víctimas de desastres naturales en Valencia. Un museo o centro de este tipo permitiría a la comunidad reflexionar sobre su historia de superación y aprendizaje, y daría a las futuras generaciones un lugar donde recordar y fortalecer su identidad resiliente. Tal y como cantaba Silvio Rodríguez “Sólo el amor engendra la maravilla. Sólo el amor convierte en milagro el barro.”
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Rituales de homenaje: Instituir un día de conmemoración anual para recordar a las víctimas, con actos en lugares emblemáticos como el Jardín del Turia. La realización de estos eventos ayuda a la comunidad a renovar su compromiso con la fortaleza y la unidad frente a las adversidades, permitiendo a los valencianos conectar con su historia de superación y recordar a las personas que han perdido.
“Y serás, para siempre, pueblo”
Vicent Andrés Estellés (1924-1993) plasmó en su poesía la fortaleza y cohesión del pueblo valenciano: Assumiràs la veu d’un poble / i serà la veu del teu poble / i seràs per a sempre poble (“Asumirás la voz de un pueblo / y será la voz de tu pueblo / y serás, para siempre, pueblo”.
Estos versos nos recuerdan que el sufrimiento, en tiempos de crisis, se convierte en una voz colectiva, una experiencia compartida que halla consuelo en la unión de la comunidad. Asumir el dolor de una tragedia y mantener viva la memoria, las tradiciones y las costumbres locales es también un acto de resistencia y de fortalecimiento que nos permite levantarnos y avanzar.
Así como el lodo que dejó la DANA cubrió calles y hogares, Valencia ha sabido transformar ese mismo barro en el cimiento de su resiliencia. Cada puñado de fango es testigo del esfuerzo colectivo, de manos que no solo limpian, sino que construyen un futuro sólido y compartido. Este desastre ha traído consigo el peso del dolor, pero también ha demostrado la fuerza del pueblo valenciano para moldear, desde las adversidades, una nueva esperanza.
Teresa Bobes-Bascarán no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.