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Steve Jobs presentó el Macintosh en enero de 1984 como una herramienta revolucionaria destinada a acercar la informática a la vida cotidiana. La salvación frente a un oscuro futuro en el que IBM (Big Blue) lo controlaría todo, como el “gran hermano” de la novela 1984, de George Orwell. Esta es la idea que inspira el icónico anuncio dirigido por Ridley Scott para el lanzamiento comercial del Mac: gracias a Apple, 1984 no iba a ser como 1984.
Según Jobs, el Macintosh estaba destinado a ser “el ordenador para el resto de nosotros”, el tercer gran hito de la historia del ordenador personal tras el Apple II de 1977 y el IBM PC de 1981. Sin embargo, las ventas iniciales del Mac fueron modestas y suscitó críticas por su falta de compatibilidad y su elevado precio.
El mito de su éxito comercial es una de las leyendas que giran en torno a este icono tecnológico. Cuatro décadas después de su lanzamiento y aunque su historia ha sido ampliamente documentada, persisten simplificaciones y relatos incompletos que, a menudo, oscurecen el papel de algunos visionarios sin cuya contribución el Macintosh de 1984 no habría sido lo que fue.
Este aniversario es una oportunidad única para rendir tributo a quienes hicieron posible que las computadoras, esas complejas herramientas manejadas por especialistas de bata blanca, se transformasen en ordenadores personales accesibles para la gente común.
Un contexto de innovación acumulativa
El Macintosh no surgió de la nada, ni representó un punto de partida en la informática personal. Fue más bien el resultado de décadas de avances tecnológicos liderados por compañías y desarrolladores con ideas brillantes. Desde los años 1950 y 1960, mucho antes del nacimiento de Apple Inc., pioneros como Ivan Sutherland, Douglas Engelbart o Alan Kay, entre otros, idearon conceptos que transformarían la interacción entre humanos y ordenadores.
En 1963, Ivan Sutherland desarrolló el Sketchpad, un sistema que permitía manipular gráficos directamente en la pantalla mediante un lápiz óptico, que impulsó el desarrollo de aplicaciones de diseño asistido por ordenador.
Cinco años después, Engelbart presentó el NLS (oNLine System) en la mítica “madre de todas las demos”, introduciendo el ratón, documentos superpuestos, el hipertexto y otras tecnologías que se convertirían en la base de la interacción moderna.
Por su parte, Alan Kay desarrolló, también a finales de la década de 1960 e inspirado por el Sketchpad y el oNLineSystem, la idea del Dynabook, un dispositivo tipo tableta descrito como “un ordenador personal para niños de todas las edades”.
Aunque del Dynabook no llegó a fabricarse, las ideas de Alan Kay, conocido como el “padre del ordenador personal”, se materializaron en los desarrollos de Xerox PARC, el laboratorio de investigación de Xerox en Palo Alto, California. Allí nació, en 1973, el Xerox Alto, el primer ordenador en implementar plenamente la denominada “metáfora del escritorio”, con iconos, ventanas y menús que reproducían en la pantalla del ordenador objetos del mundo físico, como los archivadores, las carpetas o la papelera. Los usuarios podían interactuar con esos elementos virtuales de un modo similar a como lo hacían en la oficina: para eliminar un fichero, lo arrastramos a la papelera.
Aunque no fue comercialmente viable, el Xerox Alto influyó profundamente en el diseño de muchos sistemas posteriores, incluido el Macintosh.
El mito del Mac como pionero de la interfaz gráfica de usuario
Uno de los mitos más persistentes es que Apple inventó la interfaz gráfica de usuario y la estrenó en el Macintosh. Sin embargo, esta ya había sido implementada en el Xerox Alto y su sucesor, el Xerox Star. De hecho, Apple incorporó muchas de estas ideas en sus productos tras una famosa visita de Steve Jobs y su equipo a Xerox PARC en 1979.
Durante esa visita, Jobs quedó fascinado por el potencial de los desarrollos en los que estaban trabajando en relación con la interfaz gráfica, los iconos, las ventanas y la manipulación directa de estos elementos a través del ratón. Esto marcó un punto de inflexión en el desarrollo no ya del Macintosh, sino de su predecesor, el LISA, un proyecto liderado por Steve Jobs que fue un fracaso comercial y cuya interfaz cambió radicalmente tras esa visita.
Sería injusto decir que Apple simplemente se apropió del trabajo de Xerox. La interfaz y los programas del Mac se inspiran en desarrollos de Xerox que fueron después refinados por Bill Atkinson (apodado como “Mr. User Interface”) y el trabajo de todo el equipo del Human Interface Group.
El ratón: de Engelbart al escritorio del Mac
Otro mito común es que Apple inventó el ratón, un dispositivo de entrada esencial en los ordenadores de sobremesa. Cualquiera que haya visto el vídeo de presentación del primer iPhone en 2007 dará por buena esta idea. En esa presentación, Steve Jobs explica que anteriormente habían introducido otras interfaces revolucionarias, diciendo textualmente que la primera fue el ratón.
La realidad es que fue Douglas Engelbart quien lo ideó en 1961 (Apple Inc. se fundó en 1976) y lo presentó como parte del NLS en 1968. En el Xerox Alto, este dispositivo fue perfeccionado para su uso con interfaces gráficas. El ratón de Xerox contaba con tres botones, como la mayoría de los ratones actuales. El ratón de Apple redujo el número de botones a uno.
Steve Jobs: ¿el “padre del Mac”?
Steve Jobs es el personaje emblemático que asociamos directamente con el Macintosh, pero atribuirle su invención es un error y una simplificación injusta con quien inició realmente el proyecto.
En 1979, cuando Jobs estaba enfrascado en el desarrollo del LISA, Jef Raskin propuso iniciar un nuevo proyecto: un ordenador pequeño, asequible y basado en gráficos, con un diseño centrado en el usuario. Raskin bautizó el proyecto como “Macintosh”, en honor a su variedad favorita de manzanas, las McIntosh.
Las tensiones entre Raskin y Jobs llevaron a que este último asumiera el liderazgo del proyecto, desplazando a Raskin.
Más allá del mito: una celebración del legado colectivo
El 40 aniversario del Macintosh, ya casi a punto de cumplir 41 años, es una oportunidad para celebrar las contribuciones de quienes lo hicieron posible. La innovación tecnológica es casi siempre un proceso colectivo, construido sobre los logros de quienes vinieron antes y que, en ocasiones, quedan ensombrecidos por el brillo de una personalidad mediática.
El verdadero legado del Macintosh del 84 es haberse erigido en el icono de un concepto que compartían sus antecesores y todo el equipo humano que contribuyó a su desarrollo: un mundo en el que los ordenadores fueran accesibles para todos.
Raquel Ávila Muñoz no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.