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Este artículo forma parte de la sección The Conversation Júnior, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a [email protected]
Pregunta de Carolina, de 12 años. IES Guadalpín, Marbella (Málaga)
¿Te ha ocurrido alguna vez que mientras estabas en clase, en silencio, de repente tu estómago ha hecho un ruido extraño? ¡Qué vergüenza! Pero no te preocupes: es algo totalmente normal, le pasa a todo el mundo. Vamos a descubrir juntos por qué suenan nuestras tripas, incluso cuando no tenemos hambre.
El concierto interno: así suena el borborigmo
Eso que escuchas tiene un nombre científico un poco complicado: borborigmo. Es la palabra que se usa para describir los sonidos producidos por el movimiento de los gases y líquidos en nuestro sistema digestivo. Porque dentro de tu abdomen hay un pequeño concierto en marcha.
El sistema digestivo es como una gran fábrica que nunca cierra. Desde el momento en que comemos algo, nuestro cuerpo se pone manos a la obra para descomponer los alimentos y absorber los nutrientes necesarios para crecer, tener energía y mantenernos saludables.
Pero aquí está el detalle interesante: el sistema digestivo sigue trabajando aunque no nos llevemos nada a la boca. Este movimiento continuo se llama peristalsis. Son contracciones musculares rítmicas que empujan los alimentos, los líquidos y los gases a través de los intestinos. Imagina una ola en el mar que va avanzando y llevando todo a su paso: así funcionan nuestros intestinos, siempre en movimiento.
Gases y líquidos: los protagonistas del gorgoteo
Cuando los músculos del intestino se contraen durante la peristalsis, desplazan no solo los alimentos que hemos ingerido, sino también los gases y los líquidos. Al moverse, estos elementos interactúan entre sí, produciendo burbujas y sonidos similares a gorgoteos. Es como cuando agitas una botella que contiene agua y aire: escucharás sonidos burbujeantes y chapoteos.
Los gases pueden provenir de diferentes fuentes. Algunos se forman durante la digestión de ciertos alimentos, especialmente aquellos ricos en fibra como las legumbres, el brócoli o las coles. Y otros son simplemente aire que tragamos al comer, beber o incluso al hablar.
¿Por qué suena más cuando tenemos hambre?
Aunque el sistema digestivo siempre está en movimiento, es posible que notes que los sonidos son más fuertes cuando tienes el estómago vacío. ¿A qué se debe? Al no haber alimentos que amortigüen el movimiento, los gases y líquidos tienen más espacio para moverse y producir sonidos más audibles. Además, cuando el estómago está vacío, el cerebro envía señales al sistema digestivo con el fin de que se prepare para la próxima comida. Estas señales pueden aumentar la actividad intestinal, intensificando el ruido.
Pero incluso si no sientes hambre, tu cuerpo sigue con sus procesos normales. Puede ser que hayas comido hace unas horas y tu intestino esté terminando de digerir esos alimentos. O tal vez has bebido agua o alguna bebida, y los líquidos se están desplazando por tu sistema digestivo. Además, el estrés, la ansiedad o la actividad física pueden influir en el movimiento intestinal y, por lo tanto, en los sonidos que escuchas.
Los culpables del ruido
Hay ciertos factores que elevar el volumen del ruido abdominal:
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Estrés y nervios: Nuestras emociones tienen un impacto en el funcionamiento del sistema digestivo. Cuando estamos nerviosos, ansiosos o emocionados, el cerebro libera hormonas y neurotransmisores que pueden acelerar o ralentizar la actividad intestinal. Por eso, en situaciones como exámenes o presentaciones, es común que nuestras tripas se hagan oír más de lo habitual.
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Actividad física: El movimiento y el ejercicio pueden estimular el sistema digestivo. Al caminar, correr o realizar cualquier actividad física, los órganos internos también se mueven, lo que puede aumentar los sonidos abdominales.
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Hábitos alimenticios: Comer rápidamente, hablar mientras comemos o masticar chicle puede hacer que traguemos más aire de lo normal. Este aire extra se acumula en el intestino, incrementando la cantidad de gases y, por tanto, los borborigmos.
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Alimentos específicos: Algunos alimentos son conocidos por producir más gases durante su digestión. Entre ellos se encuentran las legumbres, las cebollas, los refrescos carbonatados y ciertos lácteos en personas intolerantes a la lactosa.
¿Debería preocuparme?
En la mayoría de los casos, los sonidos abdominales son totalmente normales y no indican ningún problema de salud. Sin embargo, si vienen acompañados de síntomas como dolor abdominal intenso, náuseas, diarrea persistente o estreñimiento, podría ser señal de que algo no está del todo bien. En esos casos, conviene consultar a un médico para descartar cualquier problema.
Si quieres algún consejo para minimizar los ruidos, come despacio. Masticar bien los alimentos y tranquilamente ayuda a reducir la cantidad de aire que tragamos. También conviene evitar las bebidas gaseosas, ya que pueden aumentar los gases en el intestino. Y ya hemos visto que algunos alimentos producen más gases que otros: mantener una dieta equilibrada conociendo cómo reacciona tu cuerpo te ayudará a silenciar las tripas.
Es importante recordar que nuestro cuerpo es una máquina increíble y compleja, siempre trabajando para mantenernos sanos y activos. Los sonidos que produce son señales de que todo está funcionando como debería. En lugar de sentirnos avergonzados, podemos verlo como una parte natural de nuestra existencia.
Además, comprender estos procesos nos permite apreciar la importancia de mantener un estilo de vida saludable. Una buena alimentación, hacer ejercicio regularmente y manejar el estrés no solo ayudan a reducir los ruidos abdominales, sino que también mejoran nuestra salud en general.
Así que la próxima vez que tus tripas den un recital en un momento inoportuno, ¡no te preocupes! Es simplemente tu cuerpo haciendo su trabajo. Todos tenemos ese pequeño concierto interno de vez en cuando.
El museo interactivo Parque de las Ciencias de Andalucía colabora en la sección The Conversation Júnior.
Álvaro Carmona no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.