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Fungia naranja. Crédito: Dr. Brett Lewis |
Un estudio pionero ha arrojado luz sobre los mecanismos que subyacen a la
movilidad de medusas y corales, proporcionando nuevos conocimientos sobre
sus formas únicas de interactuar con el entorno. Los resultados, publicados
recientemente por un equipo de biólogos marinos, tienen implicaciones de
gran alcance para nuestra comprensión de los ecosistemas marinos y la
biología evolutiva.
Las medusas, con sus cuerpos palpitantes en forma de campana, llevan mucho
tiempo fascinando tanto a los científicos como a los observadores
ocasionales. A pesar de su estructura aparentemente simple, las medusas
muestran una notable eficacia en la propulsión. El estudio revela que su
movilidad depende de una interacción finamente ajustada entre las
contracciones musculares y la elasticidad de su mesoglea, una sustancia
gelatinosa dentro de su campana.
Los investigadores utilizaron imágenes de alta velocidad y dinámica de
fluidos computacional para analizar los patrones de movimiento de varias
especies de medusas. Descubrieron que las medusas utilizan un proceso de
«recuperación pasiva de energía». Cuando la campana se contrae, impulsa el
agua hacia atrás, empujando a la medusa hacia delante. Cuando la campana se
relaja, la mesoglea se retrae, creando un empuje secundario que aumenta la
propulsión sin gasto adicional de energía. Este mecanismo permite a las
medusas conservar energía mientras recorren grandes distancias, lo que las
convierte en uno de los nadadores más eficientes del reino animal.
Los corales, a menudo percibidos como estructuras inmóviles, también
muestran movilidad, aunque a un ritmo mucho más lento. El estudio destaca
cómo ciertas especies de coral utilizan células especializadas y secreción
de moco para desplazarse gradualmente por el fondo marino. Esta movilidad es
fundamental para la supervivencia, ya que permite a los corales optimizar su
posición para la exposición a la luz y el acceso a los nutrientes.
Mediante fotografía time-lapse y experimentos con microfluidos, los
investigadores observaron que los corales emplean la acción ciliar y las
estelas de mucosidad para facilitar su movimiento. Los cilios -estructuras
similares a pelos diminutos- generan corrientes que ayudan a transportar los
pólipos de coral, mientras que el moco reduce la fricción y proporciona un
medio de fijación. Este doble mecanismo permite a los corales adaptarse a
condiciones ambientales cambiantes, como los cambios en las corrientes de
agua o la sedimentación.
Los hallazgos tienen importantes implicaciones para la ecología marina.
Entender la propulsión de las medusas podría inspirar avances en la robótica
submarina, sobre todo en el diseño de sistemas de propulsión energéticamente
eficientes. Por su parte, el conocimiento de la movilidad de los corales
podría contribuir a su conservación, sobre todo ante el cambio climático.
Con el aumento de las temperaturas oceánicas y la fragmentación de los
hábitats, la capacidad de los corales para reposicionarse podría ser un
factor crítico para su supervivencia.
El estudio abre nuevas vías de investigación, como las bases genéticas y
moleculares de estos mecanismos de movilidad. Los científicos están
especialmente interesados en saber cómo evolucionaron estas adaptaciones y
sus posibles aplicaciones en bioingeniería y tecnología de la conservación.
Al desentrañar los misterios de la movilidad de medusas y corales, los
investigadores no sólo amplían nuestro conocimiento de la vida marina, sino
que también allanan el camino para soluciones innovadoras a retos ecológicos
y tecnológicos. Este estudio subraya la importancia de preservar la
biodiversidad marina, ya que cada especie encierra conocimientos únicos que
podrían beneficiar a la humanidad y al planeta.