El universo primitivo tenía más agujeros negros supermasivos de lo que se pensaba

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Impresión artística del brillante núcleo galáctico activo muy temprano, que tiene implicaciones fundamentales para el crecimiento de los agujeros negros en los primeros mil millones de años de la historia cósmica. Crédito: U.S. National Science Foundation/NSF National Radio Astronomy Observatory, B. Saxton
Impresión artística del brillante núcleo galáctico activo muy temprano, que tiene implicaciones fundamentales para el crecimiento de los agujeros negros en los primeros mil millones de años de la historia cósmica. Crédito: U.S. National Science Foundation/NSF National Radio Astronomy Observatory, B. Saxton

Los blazares, un tipo poco frecuente de núcleo galáctico activo (AGN), son fenómenos cósmicos fascinantes. En su núcleo suelen residir agujeros negros supermasivos. Cuando estos agujeros negros consumen materia, expulsan chorros de partículas cargadas a la velocidad de la luz en direcciones opuestas. Cuando un chorro de este tipo apunta directamente hacia nosotros, recibe la denominación de blazar.

Recientemente, los científicos han identificado el blazar más antiguo y distante jamás observado. Gracias a los esfuerzos combinados de varias instalaciones, como el Very Large Array de la Fundación Nacional de Ciencias de EE.UU., el Very Long Baseline Array de la NSF, el Observatorio de Rayos X Chandra y el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), los investigadores han localizado el blazar J0410-0139, situado a 12.900 millones de años luz.

Este notable descubrimiento proporciona una visión sin precedentes del Universo cuando tenía menos de 800 millones de años.

J0410-0139, el objeto más lejano conocido de su clase, es anterior a cualquier AGN similar detectado hasta ahora. Esto sugiere que los agujeros negros supermasivos de esa época pueden haber crecido más rápidamente o haber nacido más grandes de lo que se creía.

Joe Pesce, director del programa del Observatorio Radioastronómico Nacional de la NSF (NSF NRAO), comentó: «Esta observación se suma a un conjunto de hallazgos que indican que los agujeros negros supermasivos del universo primitivo no se comportan como esperábamos».

«Estas observaciones son sorprendentes porque parece que no entendemos la formación de agujeros negros supermasivos tan bien como pensábamos. Pero también son emocionantes porque es un nuevo misterio que tenemos que resolver y, al hacerlo, aprenderemos más sobre el universo y cómo funciona», añadió Pesce.

El descubrimiento de J0410-0139 plantea la intrigante posibilidad de que haya más blazares de ese periodo aún por descubrir.

Los investigadores especulan con que los agujeros negros supermasivos, como el hallado en este lejano blazar, podrían haber sido más frecuentes durante los años de formación del universo de lo que se pensaba.

A medida que los científicos continúan explorando el cosmos, cada nuevo descubrimiento, como el de J0410-0139, nos acerca un paso más a desentrañar los misterios del universo y a comprender la verdadera naturaleza de sus primeras épocas.

Fuentes, créditos y referencias:

Bañados, E., Momjian, E., Connor, T. et al. A blazar in the epoch of reionization. Nat Astron (2024). DOI: 10.1038/s41550-024-02431-4

Eduardo Bañados, Yana Khusanova, Roberto Decarli, Emmanuel Momjian, Fabian Walter, Thomas Connor, Christopher L. Carilli, Chiara Mazzucchelli, Sofía Rojas-Ruiz, and Bram P. Venemans. [C ii] Properties and Far-infrared Variability of a z = 7 Blazar. The Astrophysical Journal Letters. DOI 10.3847/2041-8213/ad823b

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