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Los eventos climáticos extremos recientes, como la dana que afectó a la Comunidad Valenciana y Castilla La-Mancha o la terrible situación provocada por los incendios en California (Estados Unidos), nos han vuelto a recordar la importancia de acceder a información científica clara y veraz. También mostraron cómo los bulos y la desinformación ponen en riesgo a toda la sociedad y debilitan la confianza en las instituciones.
Como ya ocurrió durante la pandemia de covid-19, la ciencia ha demostrado ser un pilar fundamental para superar desafíos, garantizar una sociedad más libre e informada y, en última instancia, reforzar la democracia.
En un contexto donde las noticias falsas y los conceptos erróneos se multiplican, la divulgación científica no es sólo un acto de comunicación, sino también una responsabilidad social. Responsabilidad que recae en investigadores e investigadoras que acercan el conocimiento científico, dedicando esfuerzos a adaptar su sesudo trabajo científico, especializado y complejo, a toda la sociedad.
Razones por las que divulgar ciencia
En 2023, el neurocientífico David Eagleman recogió en un manifiesto seis razones por las que divulgar ciencia es fundamental:
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Debemos agradecer a quienes financian la investigación: la sociedad que paga impuestos.
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La divulgación favorece el pensamiento crítico y promueve debates basados en evidencia en lugar de creencias infundadas.
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Ayuda a frenar la difusión de desinformación en los medios.
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Contribuye a mejorar la toma de decisiones políticas basadas en datos y evidencia, evitando decisiones que se basen en opiniones o prejuicios.
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Permite enseñar qué es ciencia y qué no lo es, mostrando su capacidad para manejar incertidumbre y actualizar conocimientos constantemente.
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Por último, la divulgación también permite compartir la belleza de la ciencia, del descubrimiento científico, revelando los misterios y maravillas del mundo que nos rodea.
Podríamos añadir más razones, pero hay una de cierta importancia y es que una sociedad que valore la ciencia será más proclive a seguir invirtiendo en ella. Y la palabra “invertir” tiene importancia puesto que “no es que los países ricos inviertan en ciencia, sino que son ricos por invertir en ciencia”.
¿Se valora suficientemente?
A pesar de la importancia de la divulgación, muchos investigadores aún se preguntan si esta labor se reconoce adecuadamente. Si este esfuerzo que realizan algunos investigadores e investigadoras tiene algún retorno o reconocimiento en su dedicación o carrera profesional.
La divulgación ha sido tradicionalmente vista como un esfuerzo altruista y, generalmente, invisibilizada en la carrera académica. Hasta no hace mucho tiempo, la divulgación era poco menos que un acto clandestino, mal visto por la propia comunidad científica y no reconocido.
Pero cambios normativos recientes y, probablemente, eventos como la pandemia y el empeño de muchos científicos y científicas por acercar la ciencia a la gente, han ayudado a que la divulgación forme parte ya de las obligaciones, requisitos u objetivos, entre muchos otros, del trabajo del personal investigador. Incluso, a pesar de los riesgos que esta labor puede llegar a tener.
Según un reciente informe del Science Media Centre (SMC) de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), más del 50 % del personal investigador que divulga ha sufrido ataques o comentarios negativos en redes sociales, lo que subraya la necesidad de proteger y respaldar a quienes llevan la ciencia al espacio público.
Reconocer la divulgación: un paso indispensable
Cambios normativos como la Ley de la Ciencia de 2022 y la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) de 2023 han consolidado la divulgación como parte de las obligaciones del personal investigador.
Incluso los sexenios, tramos de evaluación de la actividad investigadora que determinan el reconocimiento de méritos y un incentivo económico, ahora consideran la divulgación como un criterio valorable en el impacto social de la ciencia, aunque todavía en escasa medida.
Asimismo, la incorporación de la divulgación científica como mérito evaluable en procesos de acreditación y promoción del personal investigador representa un cambio estructural en el sistema académico.
En el programa de acreditación ACADEMIA, requisito para el acceso del personal funcionario de la universidad, de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA), actividades como la participación en medios de comunicación, el desarrollo de proyectos de divulgación, la organización de eventos divulgativos y la publicación de contenidos audiovisuales ya son valorados con hasta 10 puntos.
La primera guía de 2018
En 2018, ante la necesidad de valorar las labores de divulgación y tratando de fijar unos criterios que de alguna forma cuantificaran esas labores, la Conferencia de Rectores y Rectoras de las Universidades Españolas (CRUE), en colaboración con FECYT, publicó la primera Guía de evaluación de la actividad divulgadora del personal académico e investigador.
Leer más: Una guía para reconocer y valorar la divulgación de la ciencia
Este documento marcó un hito en el reconocimiento de la divulgación científica como una actividad esencial en la carrera académica. Su objetivo era visibilizar y valorar el esfuerzo del personal investigador que lleva el conocimiento más allá de las paredes de laboratorios y aulas, hacia una sociedad cada vez más necesitada de información rigurosa y accesible.
La guía de 2018 abrió la puerta a considerar méritos divulgativos en procesos de evaluación, como acreditaciones y promociones académicas. Además, incluyó un abanico amplio de actividades, desde publicaciones en medios tradicionales hasta formatos digitales y redes sociales.
Sin embargo, el documento aún estaba limitado por un enfoque cuantitativo que no siempre reflejaba el impacto real o la calidad de las iniciativas divulgativas. Pese a ello, esta primera guía supuso un cambio de paradigma, evidenciando que la divulgación no solo complementa la investigación, sino que amplifica su relevancia social.
La nueva guía 2.0: una adaptación forzosa
En noviembre de 2024, la CRUE aprobó la versión 2.0 de esta guía de evaluación de la actividad divulgadora. Así, se han incorporado los avances normativos recientes, como la Ley de Ciencia y la LOSU, y se alinea con los principios de la Declaración de San Francisco sobre la Evaluación de la Investigación (DORA), que promueve un sistema más equitativo y menos dependiente de métricas como el índice de impacto, y la Coalición para el Avance de la Evaluación de la Investigación (CoARA), centrada en mejorar los criterios de valoración académica, priorizando la calidad y el impacto social sobre las métricas tradicionales en la evaluación de la actividad investigadora.
La nueva guía, en cuya elaboración hemos participado los autores de este artículo, también integra criterios para valorar las actividades de divulgación que contribuyen a la ciencia abierta, la interdisciplinariedad y la inclusión, promoviendo una evaluación más holística.
La Guía de evaluación de la actividad divulgadora 2.0, producida por la Red de Divulgación y Cultura Científica de CRUE (Red Divulga), llega para actualizar el reconocimiento y valorización del esfuerzo del personal investigador en esta tarea esencial.
Este documento se adapta a los tiempos y los retos actuales. A diferencia de la versión de 2018, la nueva versión prioriza el impacto social y la calidad de las actividades divulgativas sobre las métricas cuantitativas tradicionales. Esta evolución refleja una adaptación a las demandas actuales del sistema académico y de la sociedad.
Con esta guía, la comunidad académica cuenta con una herramienta renovada que no sólo valida su compromiso con la sociedad, sino que también incentiva el desarrollo de actividades que acercan el conocimiento científico al público general.
Un camino nuevamente asfaltado
La Guía de evaluación de la actividad divulgadora 2.0 es más que una actualización: es un compromiso con una ciencia más abierta, inclusiva y conectada con la sociedad.
El camino recorrido desde 2018 demuestra que el reconocimiento de los esfuerzos en divulgación del personal investigador es posible y necesario. Ahora, la comunidad académica tiene en sus manos una herramienta mejorada para ver valorados sus esfuerzos y continuar acercando el conocimiento a la sociedad.
La ciencia, compartida y bien comunicada, es la mejor herramienta para construir un futuro más informado, crítico y democrático.
Alberto Nájera López ha sido coordinador del grupo de trabajo que ha elaborado la 'Guía de evaluación de la actividad divulgadora 2.0'.
Alberto Márquez Pérez ha sido miembro del grupo de trabajo que ha elaborado la 'Guía de evaluación de la actividad divulgadora 2.0'.