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Belleza, poder creador y destructivo y una naturaleza impredecible son las cualidades que, según muchas culturas, la mar comparte con las mujeres.
¿Por qué surgió esta asociación? En la mitología griega, Anfitrite, esposa de Poseidón, simbolizaba el equilibrio y la fertilidad del mar. La diosa Ran, en la mitología nórdica, podía proporcionar riquezas a los pescadores o arrebatarles la vida. Mientras que, en toda Europa, reinaba la leyenda de las sirenas, símbolo de la seducción y el peligro.
Y es que, históricamente, el mar ha sido un espacio cargado de simbolismo y mitología, asociado muchas veces a la feminidad. Esto refleja la fascinación, el respeto y el temor que los seres humanos han sentido siempre hacia el océano y sus misterios.
Mitificadas… y marginadas
También, los barcos eran personificados como mujeres. Se les daban nombres femeninos y sus proas estaban decoradas con mascarones que representaban figuras mitológicas o protectoras. ¿Cuál era el fin? Proporcionar una conexión espiritual entre el barco y el mar, y actuar como símbolo de buena fortuna y guía en las aguas.
Sin embargo, las mujeres fueron sistemáticamente excluidas de las embarcaciones y del comercio marítimo por creencias que mezclaban superstición, ignorancia y un férreo patriarcado.
Se creía que provocaban distracciones entre los marineros. Y esto, a su vez, causaba conflictos y accidentes. Se extendió el rumor de que su presencia en los barcos enfurecía a los dioses, que los castigaba sufriendo tormentas y desastres.
Rol oculto
Pero estas restricciones y creencias no alejaron a las mujeres del comercio marítimo. Ejercieron en la sombra. Cuando un hombre que trabajaba como propietario de una flota, comerciante o armador fallecía, era común que su viuda o hija heredara los derechos sobre los barcos y las operaciones comerciales.
Así que, durante siglos, gestionaron negocios portuarios, administraron flotas y actuaron como inversoras en el desarrollo de infraestructuras marítimas. También ejercieron actividades vinculadas a la actividad marítima, como tabernas, almacenes y compañías de suministros para barcos. ¿Qué gran puerto comercial hubiese sobrevivido sin estos negocios?
Encontramos figuras femeninas que desafiaron las normas ¡incluso en la piratería! Anne Bonny y Mary Read fueron las dos piratas más famosas. Aunque ambas tenían que disfrazarse de hombres para navegar y combatir.
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El cambio de marea
Pero las mujeres no comenzaron a abrirse paso en el sector marítimo hasta finales del siglo XIX y principios del XX. Las catalizadoras de este cambio fueron las dos guerras mundiales, cuando la gran necesidad de personal empujó a las mujeres a ocupar roles técnicos y administrativos.
Aunque fueron los movimientos feministas, en la segunda mitad del siglo XX, quienes derribaron formalmente las barreras para que ocuparan roles de liderazgo técnico.
Sin embargo, hubo que esperar hasta 2007 para que Belinda Bennett se convirtiera en la primera capitana de cruceros del mundo. Ella fue la primera de muchas mujeres que han ocupado y ocupan posiciones de autoridad en una industria que cada vez valora más la diversidad.
¿Y cuántas son “muchas”? Según un informe del Consejo Marítimo Internacional y del Báltico (BIMCO), solo el 1,28 % de los trabajadores marítimos en 2021 eran mujeres. La cifra es muy baja. Pero representa un progreso constante en comparación con décadas anteriores.
El papel de la digitalización en la inclusión
La revolución digital que estamos viviendo en los últimos años ha sido un motor que no solo ha modernizado el sector, sino que también ha ayudado en la integración de las mujeres.
Históricamente se ha usado la “fuerza física” como barrera para justificar la exclusión femenina. Sin embargo, la automatización de procesos, la introducción de gemelos digitales para el diseño y monitorización de buques y el uso de tecnologías como blockchain, inteligencia artificial o comunicaciones por satélite han contribuido a reducir la dependencia de la fuerza física.
La nueva tecnología requiere habilidades técnicas y analíticas, en las que las mujeres han demostrado sobresalir, lo que está ayudando a extirpar un estereotipo histórico del sector.
No hablamos de un sector cualquiera. El marítimo es la columna vertebral del comercio global, y el responsable de movilizar el 80 % de las mercancías.
El cambio de enfoque basado en la tecnología permite a muchas mujeres acceder a puestos de liderazgo en el sector y romper barreras en una auténtica revolución mundial.
Si alguna vez se creyó que las mujeres traían mala suerte al mar, hoy son el viento que impulsa su modernización.
Paula Lamo Anuarbe no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.