El videoclip español del siglo XXI que rompe con los estereotipos de género

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Cristina Rosevinge en un fotograma del videoclip de _La Tejedora_, dirigido por Darío Peña. CANADA

Si nos ponemos a pensar en los miles de vídeos musicales producidos a lo largo de nuestra vida, tardaremos pocos segundos en recordar a mujeres con cuerpo normativo bailando, o ejerciendo cualquier otro tipo de actividades, con poca ropa y actitudes sensuales. Pensemos en “…Baby One More Time”, con Britney Spears vestida de colegiala, o “Blurred lines”, de Robin Thicke, Pharrell Williams y T.I. bailando en traje rodeados de mujeres desnudas.

El videoclip musical ha sido históricamente un medio que ha reforzado la cosificación y sexualización de la mujer. En él se han reflejado habitualmente los estereotipos promovidos por el cine y la publicidad.

Esta representación fomenta la violencia simbólica y la subordinación de las mujeres, y perpetúa el dominio patriarcal. Aunque se han logrado avances legislativos en igualdad de género, persisten resistencias culturales y sociales que mantienen las desigualdades a varios niveles. Estas resistencias se manifiestan en fenómenos como el estancamiento de las cifras de violencia machista, la intensificación de la presión estética y la creciente pornificación cultural.

Por este motivo, decidí investigar y revisar el sexismo histórico en el vídeo musical con un objetivo principal: averiguar si existían modelos alternativos, es decir, videoclips que rompiesen con los estereotipos de género tradicionales. Para ello debían presentar a las mujeres como sujetos activos en contextos igualitarios.

También buscaba visibilizar narrativas alejadas de la cosificación mediante la representación de la diversidad corporal y de relaciones equitativas. Además, analicé personajes masculinos que contravenían los roles dominantes, ofreciendo referentes positivos para el público joven.

Contexto histórico y postfeminismo

Estudios previos de las décadas de 1980 y 1990 ya señalaban que la mujer era retratada de manera pasiva, sumisa y sexualizada en los videoclips. El hombre, por contra, asumía roles activos, dominantes y exitosos. Con el cambio de siglo y el auge del postfeminismo, los mensajes sobre la mujer se hicieron más complejos y contradictorios.

Artistas como Madonna y Beyoncé proyectaron imágenes de mujeres poderosas, pero sus videoclips siguieron reforzando estereotipos de belleza y sexualización. Por ejemplo, el videoclip “Run the World (Girls)” de Beyoncé mezcla un mensaje feminista con una estética hipersexualizada, perpetuando los clichés tradicionales.

De manera similar, artistas como Katy Perry –en “I Kissed a Girl”, “Roar” o “Woman’s World”– han utilizado narrativas aparentemente reivindicativas, pero su representación visual sigue sirviendo a la mirada masculina.

Actualmente, géneros como el reguetón y el trap intensifican esta hipersexualización. Un ejemplo reciente es la canción “Hentai” de Rosalía, que combina deliberadamente una melodía infantil con una letra explícita. Así, refleja la normalización de la pornografía en la cultura juvenil. Las imágenes de su videoclip refuerzan esta idea.

En una de las secuencias del vídeo se ve a Rosalía semidesnuda subida a un toro mecánico mientras se acaricia en estado de excitación y con guiños a prácticas como el bondage en las ataduras del atuendo o las cuerdas del toro mecánico. En la otra, que se ve en un montaje paralelo, aparece en la cama con ropa interior y calcetines, peinada con dos trenzas. Esto aporta una estética aniñada que referencia a ciertas categorías fetichistas y pedófilas de la pornografía (“colegialas”, etc). Su actitud y posturas también son altamente sexuales (se abre de piernas, se pone a cuatro patas con el trasero en primerísimo plano, se acaricia, se acerca a cámara con la boca abierta…).

Ejemplos positivos y narrativas alternativas

Aunque aún hoy predominan los estereotipos, se han identificado casos alentadores. Por ejemplo, en “Que nadie” de Manuel Carrasco y Malú, la coautoría hombre-mujer reduce los rasgos sexistas, aunque de forma limitada. También, al analizar temas como “Bellacoso” de Bad Bunny y Residente, y algunos de Lola Índigo –“Maldición”, con Lalo Ebratt, y “Me quedo”, con Aitana– vemos que tratan de incorporar diversidad corporal y actitudes alternativas, aunque con claras limitaciones.

En su álbum conceptual El mal querer, Rosalía reinterpretó la novela medieval El Roman de Flamenca, explorando temas como los celos y la violencia machista. Varios de los videoclips que acompañan el álbum están firmados por la exitosa productora catalana CANADA. Recurren a una simbología que aborda estas temáticas a través de referencias artísticas y simbólicas, conectando resiliencia y empoderamiento femenino con una narrativa compleja.

El videoclip “Quiero que vengas”, de Amaia Romero, destaca por su tratamiento contrario a los mandatos de género. Presenta una relación igualitaria donde la figura masculina se aleja del canon tradicional y el protagonista es un joven de apariencia aniñada y delicada. La narrativa incluye también una relectura del mito de Judit y Holofernes, evocando las obras de Caravaggio y Artemisia Gentileschi. En esta historia, la protagonista se muestra como una heroína que rompe con los estereotipos de su época.

Innovación en la representación femenina: Darío Peña

Nos hemos fijado también en el trabajo del director Darío Peña, quien se distingue por su enfoque innovador en la representación de mujeres y hombres. En sus obras, los personajes masculinos muestran rasgos poco habituales, como ternura y vulnerabilidad. Mientras, las mujeres asumen roles activos y multifacéticos.

Peña también incorpora elementos simbólicos y artísticos que cuestionan las normas de género. En “La Tejedora” (2015), de Christina Rosenvinge, tres personajes femeninos representan distintas etapas de la vida. El videoclip, inspirado en el arte sobre maternidad de Louise Bourgeois, destaca los signos de la edad y la complejidad emocional, elementos rara vez explorados en este medio.

Otro ejemplo es “I Hate You But I Love You” (2012), de Russian Red. Aquí, la protagonista cierra un ciclo vital tras una ruptura sentimental. La acompañan figuras femeninas que simbolizan apoyo y sororidad. El trabajo evoca el estilo narrativo del director de cine animado Hayao Miyazaki, conocido por sus protagonistas femeninas con personalidades complejas y resilientes. La relación de colaboración entre mujeres aparece asimismo en “Mi vida bajo el agua” (2011), de Christina Rosenvinge, dirigido también por Peña.

Hay esperanza

El análisis de estos ejemplos revela que, aunque persisten los estereotipos de género y la normalización de la pornificación cultural en el videoclip mainstream, existen narrativas más equitativas. Estas obras destacan por su rechazo a la sexualización imperante y por proponer modelos alternativos que promueven la igualdad y la diversidad real de las mujeres.

Fomentar un cambio relevante en la representación de género en los videoclips requiere visibilizar estos ejemplos positivos. Así podremos construir referentes culturales más responsables, capaces de influir en las generaciones futuras y transgredir las normas tradicionales que perpetúan las desigualdades de género.

The Conversation

Julia Sainz Cortés no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.



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