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Se acaba de estrenar la última película de la factoría Disney:Mufasa, El Rey León. Se trata de una precuela de El Rey León (1994). La nueva película tiene una realización impecable, con un guión bien trabajado, diversos guiños a la película anterior y presencia de los valores habituales de las películas de Disney: valor, amistad, solidaridad, amor, colaboración, familia, confianza… Aderezados con otros temas omnipresentes en toda buena historia: traición, venganza, violencia, maldad, engaño…
La nueva película está íntegramente realizada con imágenes hiperrealistas generadas por ordenador, de una calidad impresionante, que contrastan con los dibujos clásicos de las películas de Disney de hace dos décadas. Vuelven a ser protagonistas animales que hablan y cantan, como si fueran personas. Nos podrán gustar más o menos las historias de Disney, pero esta es otra gran película para disfrutarla en familia, un clásico de las Navidades.
Sin embargo hay algo que me preocupó al verla e inspiró este artículo: en la película (atención, espóiler) aparece una manada de leones blancos comandados por un gran león blanco llamado Kiros. Son “blancos como fantasmas”, forasteros, abandonados al nacer por sus padres por ser diferentes, raros, carentes de pigmentación y con los ojos azulados. Lo peor es que son los villanos de la película, extremadamente malvados, llenos de odio, despiadados. Carecen de misericordia y pretenden acabar con el resto de los leones, matándolos a todos.
Una historia de buenos buenísimos y malos malísimos de libro que, aunque cinematográficamente funciona muy bien, tiene otra lectura no tan favorable: la asociación del albinismo a la maldad. Me recordó el estigma y la discriminación que sufren muchas veces las personas con albinismo, también carentes de pigmentación, que durante años tienen que soportar burlas e insultos, ser señalados como diferentes, como los raros, y ser llamados “abuelos” o “fantasmas” por el color blanco de su piel.
Y es que, aunque resulte inverosimil, se ha establecido en el imaginario colectivo que el color blanco de la piel (en personas) o el pelaje (en animales) es un símbolo de maldad. Son múltiples las películas o libros que etiquetan a personajes con albinismo como asesinos o malvados criminales. Sin ir más lejos, el monje con albinismo y asesino Silas en El Código Da Vinci de Dan Brown, la película El pueblo de los malditos en el que unos niños con albinismo causan el terror en un pueblo o la ballena albina asesina Moby Dick.
Amuletos albinos
La discriminación y el estigma de las personas con albinismo es desgraciadamente común en África, donde incluso hay familias que abandonan o desdeñan a sus hijos que nacen con albinismo. Allí, una inexplicable e irracional tradición mágica de brujería, relativamente reciente, asocia la tenencia de partes del cuerpo de una persona con albinismo con la fortuna, la salud o la buena suerte en la vida. Y eso ha dado origen a que muchas personas con albinismo sean secuestradas, mutiladas y asesinadas para ser vendidas a trozos.
Estos ataques, injustificables y deleznables, provocan que las personas con albinismo en África tiendan a convivir en grupos, protegiéndose, y por ello formando parejas y teniendo hijos entre ellos, lo que aumenta el porcentaje de albinismo en la población.
Los leones blancos existen en realidad. Son portadores de una mutación característica en el gen de la tirosinasa(TYR). Mutaciones en este gen en los seres humanos son las causantes del albinismo oculocutáneo de tipo 1 (OCA1). Se trata de un gen que puede contener muchas mutaciones muy distintas. Y las alteraciones que provoca pueden ser igualmente variables, desde apenas alterar la pigmentación (como sucede en el caso de los leones blancos hasta tener, además, déficits muy graves de visión.
Los leones blancos no se consideran albinos, aunque seguramente muestren un albinismo muy leve, con depigmentación significativa del cuerpo pero sin problemas evidentes de visión. Pero lo que desde luego no son ni por asomo es malvados, asesinos, malignos o despiadados, como se muestran en la película de Disney. Son leones como cualquier otro, solo que con la piel y el pelaje blanquecinos.
Seguramente los guionistas de esta película no eran conscientes de la repercusión negativa que tiene el mostrar, una vez más, a animales blancos como malvados en lugar de elegir a cualquier otra manada. Asociar el color blanco a la maldad puede funcionar para el guión de una película, pero tenemos que ser conscientes que con ello perpetuamos el estigma, la discriminación y los ataques que padecen las personas con albinismo, particularmente los niños. Sería mucho mejor no vincular ningún color de piel o pelaje con el hecho de ser un villano.
Este artículo es una versión de otro artículo publicado por Lluís Montoliu en su blog GEN-ÉTICA.
Los contenidos de esta publicación y las opiniones expresadas son exclusivamente las del autor y este documento no debe considerar que representa una posición oficial del CSIC ni compromete al CSIC en ninguna responsabilidad de cualquier tipo. Lluís Montoliu lleva más de 30 años investigando sobre el albinismo. Es miembro y asesor científico de ALBA, la asociación de ayuda a personas con albinismo.