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Un virus desconocido impactó profundamente hace cinco años sobre la sociedad española y su Sistema Nacional de Salud (SNS). Es momento de repasar los impactos, carencias, logros y retos que significó la pandemia de covid-19 desde el punto de vista de la epidemiología.
1. Preparación ante emergencias y situaciones excepcionales
Pese a que se consideraba que el nivel de preparación de los países de renta alta frente a una nueva pandemia era muy bueno, cuando se declaró la emergencia por covid-19 los sistemas de alerta temprana no estaban lo suficientemente preparados.
Tampoco existían reservas estratégicas de material sanitario ante una pandemia de transmisión respiratoria. Los recursos diagnósticos y terapéuticos, especialmente al inicio, fueron insuficientes. Y los medios disponibles no bastaban para afrontar la atención simultánea de un número de casos muy elevado.
Es necesario un Plan de Preparación y Respuesta ante Emergencias en Salud, así como desarrollar, revisar y actualizar los planes de contingencia a nivel central y de las comunidades autónomas para mejorar la preparación y respuesta frente a futuras pandemias.
2. La estructura de salud pública: vigilancia y respuesta
Los sistemas de vigilancia en salud pública no disponían de la estructura y recursos para abordar este reto, lo cual obligó a improvisar en muchas situaciones. El compromiso de los profesionales fue fundamental para poner en marcha los mecanismos necesarios.
Es necesaria la integración de los servicios de salud pública y los niveles asistenciales del SNS para disminuir su distancia. La puesta en marcha de la Red Estatal de Vigilancia en Salud Pública en 2024, que deberá ser desarrollada, es un primer paso positivo. También disponemos ahora de la Estrategia de Salud Pública (2022) y la de Vigilancia en Salud Pública (2022).
Por otra parte, los recursos humanos en los servicios de salud pública estaban, y todavía están, infradimensionados. Los objetivos marcados en la Declaración de Zaragoza sobre Vigilancia en Salud Pública (2022) progresan a un ritmo inferior al deseable. Hasta diciembre de 2024 no se publicó oficialmente el informe donde se subrayaba que la distribución de profesionales de salud pública es desigual por Comunidades Autónomas. El liderazgo de la salud pública, tantas veces mencionado, se basa también en contar con profesionales capacitados y formados.
La gobernanza de la salud pública puede mejorar con la puesta en marcha de una Agencia Estatal de Salud Pública. Aunque la ley para su creación sigue esperando su aprobación, ahora parece más próxima. Si finalmente es aprobada, todavía quedará camino por recorrer para que empiece a funcionar.
La campaña de vacunación logró el hito de inmunizar a la gran mayoría de la población española en un tiempo récord con criterios éticos en su priorización. Contribuyó, además, a desarrollar un sistema de información sobre vacunaciones, una ganancia tras la pandemia.
Por otra parte, el Estudio Nacional de sero-Epidemiología de la Infección por SARS-CoV-2 en España, conocido como ENE-Covid, representó un logro de la investigación en salud pública y epidemiología, y también un referente para otros países.
Sin embargo, algunas iniciativas interesantes en su orientación, como la aplicación Radar COVID, resultaron fallidas. Este tipo de innovaciones requieren tiempo para un desarrollo adecuado.
3. La estructura del SNS y del sistema sociosanitario
La capacidad autoorganizativa y la flexibilidad de los centros y profesionales sanitarios permitió, en general, afrontar la situación, aportando soluciones ante un problema complejo. Tras el primer impacto persistió la fragmentación, siendo necesario mejorar la coordinación entre niveles asistenciales. Los servicios de atención primaria, con problemas de recursos y sobrecarga, necesitan ser optimizados y fortalecidos. Es necesario mejorar la planificación de recursos humanos en el SNS y sus condiciones laborales.
Además, no se ha fortalecido ni coordinado el sistema de cuidados de larga duración, cuya fragilidad fue manifiesta en la pandemia. Deben establecerse, adicionalmente, protocolos asistenciales y de vigilancia en residencias de personas mayores y otros colectivos en situación de vulnerabilidad.
Algunos aspectos, como la atención telefónica y las teleconsultas, sí recibieron un impulso, aunque es necesario revisar efectos como la equidad asistencial, especialmente en determinados colectivos.
4. La gobernanza y gestión en la respuesta inmediata y posterior
El SNS no dispone de una gobernanza adecuada, carencia que se puso de manifiesto con contradicciones en la respuesta de las distintas Administraciones. Es urgente mejorar el Consejo Interterritorial del SNS y sus mecanismos de decisión.
El marco legal existente en España es insuficiente para afrontar una crisis sanitaria como la pandemia de covid-19. Tampoco ayuda que no se haya aprobado el marco normativo desarrollado en el seno de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la prevención, preparación y respuesta frente a las pandemias, algo que, ahora, será todavía más difícil.
Hay que poner en valor el proceso de evaluación del desempeño del SNS español frente a la pandemia de covid-19, aunque tardó mucho en hacerse público y ha tenido una escasa difusión. Son destacables las iniciativas de informes de sociedades científicas, como SESPAS, dirigidas también a valorar la respuesta a la pandemia.
5. El abordaje de la comunicación y la percepción social
Durante la pandemia se manifestaron algunos errores de comunicación, entre ellos la confusión de roles técnicos y políticos en algunas situaciones. Es fundamental disponer de estrategias de comunicación, incluyendo formación en este aspecto de los profesionales de salud pública y asistenciales.
Se produjo, además, una situación de infodemia e intoxicación informativa, ante la cual no existía una estrategia específica. Ello afectó a la percepción social, evaluada por estudios como COSMO-Spain, sobre la idoneidad de determinadas medidas de respuesta.
Durante y después de la pandemia, han aumentado la desconfianza y los discursos de odio hacia la ciencia, los científicos y las instituciones como resultado de una estrategia dirigida a la desinformación. Para contrarrestarla es necesaria una respuesta colaborativa bien fundamentada, que promueva una cultura de diálogo respetuoso y basado en la evidencia.
6. Los aspectos sociales y económicos
La pandemia tuvo un impacto significativo sobre la población española, con el mayor retroceso en la esperanza de vida desde la guerra civil, aun cuando la mortalidad se concentró en personas mayores. El envejecimiento de la población en este país es un reto importante que requiere la adaptación del sistema sanitario y sociosanitario.
Además, el PIB retrocedió a niveles de 2016. Algunas medidas, como la aprobación del ingreso mínimo vital y los ERTE, pudieron actuar positivamente en la minimización del impacto.
Como consecuencia de todo lo expuesto, la confianza de la población en el sistema político se ha visto afectada, lo que requiere cambios significativos para revertir esta situación.
Las claves
La pandemia de covid-19 impactó de forma significativa en la sociedad. Se hicieron promesas para reorientar y reforzar muchos aspectos en el ámbito de la salud pública, pero todavía no se han cumplido en su totalidad.
Siguen pendientes aspectos muy importantes (Agencia Estatal de Salud Pública, mejora de las plantillas…). Es preciso ahondar en la cooperación en salud global, pese a decisiones unilaterales que la socavan. Y se debe seguir insistiendo en trabajar, con anticipación y de manera permanente, para estar preparados de manera efectiva ante futuros, y tal vez no tan lejanos, retos para la salud pública.
Artículo escrito con el asesoramiento de la Sociedad Española de Epidemiología.

Óscar Zurriaga recibe fondos, obtenidos en concurrencia competitiva, del Instituto de Salud Carlos III, para la realización de proyectos de investigación. Ha sido presidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE).
Ángela Domínguez García es investigadora de los proyectos financiados siguientes: Proyecto PI24/00692 y PI19/00354 del Instituto de Salud Carlos III, Grant Agreement 801495-EU-JAV y AGAUR 2021-SGR-00702. Es miembro del Consell Assessor de Salut Pública de l'Agència de Salut Pública de Catalunya y miembro del Consell Assessor en Vacunacions de l'Agència de Salut Pública de Catalunya. Es Coordinadora del Grupo de Trabajo sobre Vacunaciones de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) y miembro de la Comisión Asesora de Comunicación de la SEE.
Socio de la Sociedad Española de Epidemiologia. Fui Secretario de la SEE (2018-2022). Formo parte del grupo de trabajo de formación y empleabilidad de la SEE y miembro de la Comisión asesora de Comunicación de la SEE. Formo parte del grupo de investigación de Servicios Sanitarios (GRISSA) de Aragón.
Isabel Aguilar Palacio recibe fondos en concurrencia competitiva del Instituto de Salud Carlos III y del Gobierno de Aragón para investigación. Recibe también fondos de la Comisión Europea como experta en sus Comisiones de Evaluación. Forma parte de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Epidemiología.
María Isabel Portillo es investigadora en el Instituto de Investigación Biobizkaia. Coordinadora Cribados Osakidetza. Miembro de la Asociación Española Contra el Cáncer. Secretaria de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Epidemiología
Maria João Forjaz recibe fondos del Instituto de Salud Carlos III obtenidos en concurrencia competitiva para la realización de estudios de investigación científica. Es actualmente presidenta de la Sociedad Española de Epidemiología.
Pere Godoy es investigador principal de los proyectos financiados siguientes: Proyecto Project PI18/0175 y PI21/01883 del Instituto de Salud Carlos III, co-coordinador del Programa 2 (EPICET) del CIBERESP, miembro del Consell Assessor en Vacunacions de l'Agència de Salut Pública de Catalunya. Es miembro del Grupo de Trabajo de Vigilancia de la Salud Pública y del Grupo de Trabajo sobre Vacunaciones de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) y miembro de la Comisión Asesora de Comunicación de la SEE y ex-presidente de la SEE.
Susana Monge recibe fondos, obtenidos en concurrencia competitiva, del Instituto de Salud Carlos III y del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) para la realización de proyectos de investigación y es miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER) de Enfermedades Infecciosas. Es punto focal del ECDC y OMS para la vigilancia de virus respiratorios en España.
Eduardo Briones Pérez de la Blanca y Pello Latasa no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.