El consumo del fentanilo cae en EE. UU., pero sigue siendo un reto urgente para la salud pública

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24 de septiembre de 2023. Manifestación ante la Casa Blanca para que el Gobierno estadounidense actuara con más contundencia para frenar las muertes provocadas por el fentanilo. Phil Pasquini/Shutterstock

Según los datos más recientes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), las muertes por sobredosis de drogas en Estados Unidos han disminuido un 24 %, especialmente en las regiones del este. Se han estimado unos 87 000 fallecimientos entre octubre de 2023 y septiembre de 2024, frente a los 114 000 decesos reportados en 2023.

Parece una buena noticia, pero la cifra no deja de ser alarmante. Las muertes todavía son significativamente más altas que hace una década, y la sobredosis continúa constituyendo la principal causa de muerte entre los estadounidenses de 18 a 44 años.

Anatomía de una caída

¿Qué hay detrás de esa caída? Una de las causas podría ser el cambio en los patrones de consumo. El creciente uso de la xilazina, un sedante no opioide, ha aumentado como adulterante en las sustancias ilícitas, lo que posibilita obtener el mismo efecto con menor cantidad de droga.

Al igual que el fentanilo, ha seguido un patrón geográfico de propagación hacia el oeste de EE. UU., lo que podría respaldar la disminución de la sobredosis por el opiáceo. Además, debido a los riesgos de consumir xilazina junto con fentanilo inyectado, ha aumentado la administración inhalada de este último.

Adicionalmente, el Opioid Data Lab sugiere que la crisis del fentanilo sigue una trayectoria en olas, con una reducción de las muertes a medida que la población vulnerable disminuye. Este patrón se refleja en la caída de decesos en el este del país, explicación que podría ser ampliamente aceptada.

También debemos tener en cuenta que los CDC han lanzado un programa que utiliza datos locales de sobredosis para implementar actividades de prevención adaptadas a las necesidades de cada comunidad. Sin embargo, surge la pregunta: ¿son esos programas suficientes para frenar el problema, o simplemente están mitigando temporalmente los efectos?

Este interrogante se hace aún más relevante cuando consideramos el impacto positivo de medidas como la mayor disponibilidad de naloxona, un fármaco que revierte la sobredosis de opioides, y los programas comunitarios para distribuirla. En realidad, debido al patrón geográfico de la reducción de las muertes, no hay evidencia concluyente de que sea la causa principal del descenso de estas. Se necesita más evidencia para confirmar si dichas iniciativas podrán mantener su eficacia en el tiempo.

Finalmente, se ha sugerido que la reducción temporal del suministro de fentanilo, como resultado de una estrategia adoptada por una facción del Cartel de Sinaloa para aliviar la presión de las autoridades, podría haber contribuido a esa disminución de los fallecimientos. También aquí persisten dudas sobre la efectividad de tales estrategias a largo plazo.

Un escenario muy diferente

¿Y qué ocurre en Europa? El Informe Europeo sobre Drogas destaca que casi el 70 % de las incautaciones de estupefacientes en la UE se realizan en puertos, lo que refleja un alto nivel de vigilancia en puntos clave de entrada. La Estrategia Europea de Lucha contra la Droga 2021-2025 ha fortalecido la detección y control de drogas y precursores químicos, evitando la proliferación del fentanilo en el continente.

En el caso particular de España, es verdad que se ha registrado un aumento del consumo de esta droga, pero la mayoría de los casos corresponden a un uso con prescripción médica y el abuso es poco frecuente.

En 2021, este país implementó un plan para optimizar el uso de opioides, que incluía un sistema de visado obligatorio para nuevas prescripciones de fentanilo de liberación inmediata.

En un informe financiado por el Plan Nacional de Drogas de 2019, el experto David Pere Martínez Oró afirmaba que España dispone de mecanismos de control suficientes para garantizar una dispensación equilibrada de opioides, lo cual aleja la posibilidad de un escenario mínimamente comparable al de los Estados Unidos.

Futuro incierto en EE. UU.

Porque, efectivamente, fue la falta de un sistema de visado para la prescripción de opioides en EE. UU. lo que contribuyó a desatar una crisis alimentada por el tráfico y la disponibilidad del fentanilo.

Aunque las incautaciones por parte de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU. aumentaron en 2023, se registró una ligera disminución en 2024, lo que podría reflejar algunos de los esfuerzos para frenar su distribución.

Sin duda, la disminución de las muertes por sobredosis es un signo de progreso, pero las razones detrás de la caída no están del todo claras y el futuro sigue siendo incierto. Lo que sí está claro es que para hacer frente a la crisis de sobredosis de fentanilo no basta con programas de prevención o tratamientos aislados: se necesita un enfoque integral que aborde las causas subyacentes que perpetúan este fenómeno.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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