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La anorexia nerviosa es considerada uno de los trastornos alimentarios más graves. Sus síntomas consisten en el rechazo a la comida por un miedo obsesivo a engordar. Sus efectos devastan cuerpo y mente a través de la restricción extrema de alimentos y la distorsión de la autoimagen, lo que pueden conducir a la desnutrición. Pero pese a que el gran público ha oído hablar mucho de esta enfermedad, sus efectos sobre el corazón suelen ser más desconocidos.
La realidad es que este trastorno ejerce una profunda presión sobre el sistema cardiovascular, haciendo que el riesgo de complicaciones cardiacas se dispare. Esto incluye arritmias y fallos en la regulación de la presión arterial, que pueden derivar en consecuencias fatales.
La combinación de desnutrición crónica y estrés prolongado altera el normal funcionamiento del corazón y del sistema nervioso autónomo. Esto se refleja en alteraciones de la variabilidad de la frecuencia cardíaca.
La regulación falla
CAMBIADO ¿Y eso que implica? Pues que cuando el intervalo de tiempo que transcurre entre un latido del corazón y otro no se adapta a las distintas situaciones, puede ser un indicador de que el sistema nervioso autónomo no está regulando adecuadamente las funciones involuntarias. Entre ellas la digestión, la respiración y el ritmo cardíaco.
Este equilibrio se logra mediante la interacción de sus dos ramas principales:
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El sistema simpático prepara al organismo para responder al estrés mediante la activación de diversas respuestas fisiológicas. Por ejemplo, el aumento de la frecuencia cardíaca, la dilatación de las pupilas y la liberación de glucosa en el torrente sanguíneo.
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El sistema parasimpático, a través de la liberación de acetilcolina, favorece la relajación y la recuperación.
En personas sanas, una mayor variabilidad de la frecuencia cardíaca suele reflejar un equilibrio eficiente entre ambas ramas. Esto permite al organismo adaptarse de manera efectiva al estrés, así como a una recuperación más eficiente. Este equilibrio dinámico no solo es un indicador de buena capacidad de recuperación del cuerpo al estrés, sino también de una buena salud cardiovascular.
Por el contrario, una variabilidad de la frecuencia cardíaca reducida puede ser señal de un desequilibrio en la regulación del sistema nervioso autónomo. Esta condición se asocia con un mayor riesgo de disfunciones fisiológicas y desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles.
Un sistema crónicamente sobreactivado
La variabilidad de la frecuencia cardíaca tiende a ser notablemente elevada en deportistas. Esto se debe a que el ejercicio regular fortalece la eficiencia del sistema parasimpático, facilita una recuperación más rápida tras el esfuerzo físico y mejora la capacidad del organismo para gestionar el estrés.
Sin embargo, en personas con anorexia nerviosa, la variabilidad de la frecuencia cardíaca presenta alteraciones significativas. Aunque en algunos casos se pueden observar valores similares a los que presentan los deportistas, este incremento no debe interpretarse como un signo de buen estado de salud sino todo lo contrario.
A diferencia de lo que ocurre en los atletas, donde una alta variabilidad de la frecuencia cardíaca refleja un sistema nervioso autónomo equilibrado, en la anorexia nerviosa indica un problema. En estos casos, la elevada variabilidad de la frecuencia cardíaca es el resultado de un desequilibrio: el sistema simpático está crónicamente sobreactivado por el estrés y la desnutrición, mientras que el sistema parasimpático se encuentra inhibido.
Esto refleja una respuesta adaptativa del cuerpo a una situación de estrés extremo, más que un verdadero indicador de bienestar fisiológico.
El desafío de la recuperación: más allá del peso
Uno de los principales objetivos en el tratamiento de la anorexia nerviosa es la restauración del peso. Este paso es considerado crucial para revertir ciertos daños causados por la desnutrición como la alteración en la función de órganos vitales, el desequilibrio hormonal y los problemas cardiovasculares.
Sin embargo, alcanzar un peso saludable no garantiza la normalización completa del organismo.
La evidencia científica no es clara en este aspecto. Se ha sugerido que la recuperación nutricional y, por ende, del peso objetivo, mejora ciertas alteraciones autonómicas. Aún así, los desequilibrios en el sistema nervioso autónomo pueden persistir.
Esto subraya la necesidad de un enfoque integral en el tratamiento. Es decir, de una estrategia que no solo se centre en el peso, sino también en otros factores y biomarcadores clave para lograr una recuperación completa.
El ejercicio físico es un buen aliado
En este contexto, el ejercicio físico se asocia con múltiples beneficios para la salud. La lista va desde el mantenimiento de la masa muscular, gravemente comprometida por la desnutrición y la pérdida de peso, hasta la mejora de la calidad de vida.
En particular, el entrenamiento de fuerza, prescrito y regular, ofrece efectos beneficiosos sobre la regulación autonómica. Entre otros, potencia el control vagal, lo que se traduce en una mayor activación del sistema parasimpático.
Esto permite al organismo recuperarse con mayor eficacia y disminuye el impacto del estrés. Así, realizado de forma regular y en la dosis adecuada, podría ser una estrategia clave para promover la salud y el bienestar en pacientes con anorexia nerviosa.
La anorexia nerviosa es un trastorno alimentario muy grave, pero con el tratamiento adecuado se puede lograr una recuperación completa en unos años. Para ello, conviene no olvidar el impacto que puede tener la enfermedad sobre el corazón, ni el papel que puede jugar el ejercicio para volver a la normalidad.

Marta Victoria Santiago García tiene un contrato para la formación de doctores en empresas (Doctorados Industriales), a través del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
Marta Victoria Santiago García tiene un contrato para la formación de doctores en empresas (Doctorados Industriales), a través del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.