¿Se sienten solos los peces?

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Los cíclidos son conocidos por sus complejos comportamientos de emparejamiento y cuidado parental, como ocurre con Symphysodon aequifasciatus, en la imagen, cuidando su puesta. Wikimedia Commons., CC BY

A finales de enero de 2025, el personal del acuario Kaikyokan (Japón) notó un comportamiento inusual en un pez luna tras el cierre temporal de la instalación. Si normalmente mostraba una conducta interactiva y curiosa, dejó de comer repentinamente y comenzó a frotar su cuerpo contra los lados del tanque.

Inicialmente, los investigadores sospecharon un problema de salud, como parásitos o trastornos digestivos, pero al observarlo más detenidamente, plantearon la hipótesis de que el pez estaba reaccionando a la ausencia de visitantes humanos.

Cuando el personal pegó grandes fotos de rostros de personas junto al tanque, en menos de un día, el pez luna recuperó su apetito y parecía visiblemente más tranquilo. Esta experiencia y otras similares sugieren que, en algunas especies, la presencia humana puede servir como una fuente de enriquecimiento ambiental y que su ausencia puede contribuir a comportamientos relacionados con el estrés.

En el acuario Kaikyokan, en Japón, pusieron a prueba un experimento: colocar máscaras de humanos delante del tanque del pez luna, que había dejado de comer ante el cierre de las instalaciones. Y funcionó: recuperó su actividad natural. X/ Kaikyokan

Visitas al acuario por videollamada

Otro caso de angustia social en peces en cautiverio se observó durante la pandemia de covid-19 en el Acuario Sumida de Tokio. Una especie de anguilas, normalmente cómodas con la presencia humana, comenzaron a enterrarse y esconderse cuando los visitantes dejaron de acudir debido a los confinamientos. Parecía que habían perdido la costumbre de interactuar con humanos, volviéndose cada vez más cautelosas ante la presencia de figuras cercanas.

Para contrarrestar esto, el personal del acuario ideó una solución creativa: animaron al público a visitar a las anguilas a través de videollamadas en FaceTime, mostrando sus rostros en pantallas colocadas cerca del tanque para ayudar a los peces a reacostumbrarse a la presencia de personas.

Estos casos resaltan la posible importancia de la interacción social, ya sea con individuos de su misma especie o incluso con observadores humanos, para el bienestar de ciertos peces.

Animales sociales

Los peces muestran una amplia variedad de comportamientos sociales que, a menudo, están estrechamente relacionados con sus adaptaciones ecológicas y evolutivas. Por ejemplo, los que viven en cardúmenes dependen de la dinámica grupal para obtener ventajas de supervivencia, como evitar depredadores y mejorar la eficiencia en la búsqueda de alimento.

En estas especies, el aislamiento puede generar un estrés significativo, medido a través del aumento de los niveles de cortisol, cambios en los patrones de natación y una reducción del comportamiento exploratorio. Estudios en peces cebra han demostrado que los individuos mantenidos en aislamiento muestran un aumento en los comportamientos similares a la ansiedad, una reducción de la audacia y una actividad neuronal alterada, lo que indica que la ausencia de congéneres les afecta.

De manera similar, especies sociales como los cíclidos, conocidos por sus complejos comportamientos de emparejamiento y cuidado parental, también muestran signos de estrés y una disminución de su funcionalidad social cuando se encuentran aislados.

La ausencia de compañeros influye en su habilidad para llevar a cabo comportamientos normales, como la defensa del territorio y la reproducción cooperativa, lo que indica que las interacciones sociales son esenciales para su conducta natural.

Cómo saber si un pez está estresado

La ansiedad se evalúa mediante una variedad de métodos que registran cambios de conducta, fisiológicos y moleculares. Un experimento particularmente útil es la prueba de tanque nuevo, que mide la ansiedad a través de la tendencia de los peces a permanecer en el fondo de un tanque desconocido, reflejando una reticencia a explorar.

De manera similar, las pruebas de preferencia luz-oscuridad examinan cómo evitan las áreas iluminadas, mientras que las evaluaciones de agrupamiento (shoaling) miden su tendencia a permanecer en grupo, un comportamiento natural que suele verse alterado bajo estrés.

También se utilizan pruebas de exposición a depredadores y tareas de preferencia condicionada para evaluar las respuestas de ansiedad al generar situaciones estresantes o emplear estímulos desagradables.

Otros indicadores de estrés y ansiedad son marcadores fisiológicos como los niveles elevados de cortisol, la principal hormona del estrés liberada por el eje hipotalámico- pituitario-interrenal.

El aumento de la frecuencia cardíaca, la frecuencia de movimientos branquiales e, incluso, los cambios visibles en la coloración del cuerpo, como el oscurecimiento de la piel en los peces cebra, también indican estados de estrés elevados.

Neuroimagen de pecera

Los avances recientes en biología molecular permiten explorar más a fondo los mecanismos de ansiedad en los peces. Entre estos, se incluyen el análisis de los niveles de neurotransmisores (por ejemplo, serotonina y dopamina), estrechamente relacionados con los comportamientos similares a la ansiedad. O el examen de los cambios en la expresión genética en vías relacionadas con el estrés, como el factor liberador de corticotropina (CRF) y los receptores de glucocorticoides.

Por último, las técnicas de neuroimagen, como la imagen de calcio, permiten visualizar la actividad neuronal asociada con las respuestas al estrés, proporcionando una visión más profunda de los fundamentos neurobiológicos de la ansiedad.

¿Tienen emociones?

Atribuir emociones humanas a los peces puede ser provocador, aunque los resultados científicos indican que muchas especies exhiben cambios medibles en su comportamiento y fisiología cuando se ven privadas de interacción social, lo que sugiere que responden al aislamiento de manera significativa.

Desde una perspectiva neurobiológica, los peces poseen estructuras cerebrales que sustentan las interacciones sociales y ambientales. Aunque carecen de los sistemas límbicos cerebrales avanzados que se asocian con el procesamiento emocional en los humanos, estos animales acuáticos sí tienen regiones homólogas que regulan el estrés y el comportamiento social.

Puede que los peces no compongan canciones de blues sobre la soledad, pero la evidencia científica sugiere que se ven afectados por el aislamiento. Estos efectos probablemente sean respuestas adaptativas, dado que el comportamiento social suele mejorar la supervivencia y el éxito reproductivo en entornos naturales. En consecuencia, aislar a los peces en entornos experimentales o en cautiverio sin considerar sus necesidades sociales también puede generar estrés y afectar su bienestar.

The Conversation

Antonio Figueras Huerta no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.



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