¿Estamos preparados para decir adiós para siempre al tabaco?

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¿Se imagina un futuro en el que desapareciera el tabaco? A día de hoy, parece una utopía inalcanzable en países donde el consumo sigue siendo elevado. En España, por ejemplo, donde aunque hay una ligera tendencia descendente, todavía cerca del 25 % de personas mayores de 15 años fuma a diario. Si nos fijamos en Europa, la variabilidad entre países es importante: mientras en Reino Unido fuma cerca de un 13 % de la población, en Serbia esta cifra se eleva hasta casi el 37 %. En Latinoamérica el consumo es algo menor, siendo Argentina y Chile los únicos países con un consumo por encima del 20 %.

Ante la evidencia de lo dañino que resulta este hábito, a lo largo de los últimos años muchos países se han propuesto acabar con el tabaco, en una estrategia a la que han bautizado como “final del juego del tabaco” (o, por su nombre en inglés, tobacco endgame).

El objetivo es dar el salto y dejar de solo controlar para, de una vez por todas, poner fin a la epidemia de consumo de tabaco. Una epidemia que mata a más de ocho millones de personas al año en todo el mundo, (cerca de 56 000 personas solo en España). Por si fuera poco, causa múltiples enfermedades y genera importantes costes económicos e impacto ambiental. De hecho, las colillas de los cigarrillos son uno de los residuos plásticos más abundantes.

Objetivo conseguido: cuando menos del 5% de la población fume

Poniendo los pies en el suelo, se plantea como objetivo endgame que menos del 5 % de personas fumen en una región concreta a partir de una determinada fecha (fundamentalmente entre los años 2025 y 2040). ¿Pero cómo?

Por un lado, se ha recomendado seguir el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco, un tratado internacional que incluye medidas básicas como monitorizar el consumo, proteger a las personas del humo del tabaco, ofrecer ayuda para dejar de fumar, informar de los efectos perjudiciales del consumo y cumplir con prohibiciones de publicidad y patrocinio. En Rumanía se han implementado poco más del 50 % de esas medidas, mientras que en Países Bajos ronda el 82 %.

Por otro lado, se han propuesto soluciones innovadoras, que van más allá del Convenio Marco. Por ejemplo, el aumento radical del precio (la medida más efectiva para reducir el consumo), la reducción de contenido en nicotina de los cigarrillos, la ampliación de espacios libres de humo (a playas, por ejemplo) y el aumento de la edad mínima para la compra de tabaco.

Sin embargo, la propuesta más llamativa es la prohibición de la venta de tabaco a personas nacidas a partir de cierto año con el objetivo de conseguir “generaciones libres de tabaco”. Esta medida se propuso, por ejemplo, en Nueva Zelanda, para personas nacidas a partir de 2009. Lamentablemente, la decisión se revocó por cambios políticos. También en diferentes países de Europa, como Reino Unido, se está barajando ponerla en marcha.

Los beneficios de conseguir el objetivo serían enormes. Entre otras razones porque se ha estimado que se podrían prevenir un 40 % de muertes por cáncer de pulmón si se dejara de vender tabaco a nacidos entre 2006 y 2010.

En España, después de años de inacción en el control del tabaco, el Plan Integral de Prevención y Control del Tabaquismo 2024-2027 plantea el “final del juego del tabaco” para el año 2040, algo más tarde que Francia, que se ha puesto como fecha límite el año 2032.

Ni cigarrillos tradicionales ni otros productos con nicotina

Es importante aclarar que la lucha contra el tabaco debe incluir a cualquier producto que contenga nicotina. Es decir, se incluyen los cigarrillos electrónicos, los productos de tabaco calentado y las bolsitas de nicotina. A pesar de que la industria los promociona como “de riesgo reducido”, pueden suponer una puerta de entrada al consumo de tabaco tradicional, especialmente en jóvenes.

Además, la regulación de estos productos plantea, por su disparidad, diferentes retos. Quizás uno de los más importantes sea la publicidad de estos productos a través de redes sociales (por medio de influencers, por ejemplo). Este problema se ve agravado por el uso cada vez más habitual de dispositivos de pantalla y de redes sociales por los y las jóvenes.

Todo apunta a que, aunque aún queda camino por recorrer para poder alcanzar el tobacco endgame y el objetivo de “generaciones libres de tabaco”, los pasos que se están dando van en la buena dirección.

The Conversation

Adrián González Marrón no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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