Llevarle a uno por la calle de la amargura y otras expresiones propias de la Semana Santa

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Teo K/Shutterstock

Llega la Semana Santa con sus procesiones, sus pasos, sus encapuchados, sus saetas, sus torrijas y sus expresiones, que se han ido formando a lo largo de los siglos para quedarse ya en nuestro lenguaje cotidiano, seamos o no creyentes, sepamos o no de dónde provienen.

Traer o llevar a alguien en palmitas, ser el chivo expiatorio, hacerle a uno la pascua, llevarle a uno por la calle de la amargura, darle a uno un soponcio, ser tonto de capirote: son expresiones que, aunque tienen su origen en la liturgia católica de la Semana Santa, hoy se usan en el lenguaje coloquial.

En palmitas no es en brazos

Cuando decimos que a alguien lo tienen, lo traen o lo llevan en palmitas, quizá pensemos que nos referimos a las palmas de las manos y que esta persona está protegida. En realidad, “en palmitas” es la forma en la que entró Jesucristo en Jerusalén el Domingo de Ramos (dominica in palmis, litúrgicamente): entre aclamaciones y halagos, rodeado de ramos y palmas.

Calle empedrada que pasa bajo un arco en el casco histórico de la ciudad de Jerusalén.
La calle de la Amargura, en Jerusalén. Javier del Hoyo.

Es lo contrario de ir por la “calle de la Amargura”, que tiene su origen en la célebre subida por Jerusalén desde la torre Antonia hasta el monte Calvario el Viernes Santo, y recuerda las caídas, latigazos, burlas a Cristo… antes de la crucifixión. Este breve recorrido de unos 600 metros fue así bautizado por los cruzados que conquistaron Jerusalén en 1099. De allí vendría luego a Europa y se instalaría finalmente en el lenguaje común.

Vía crucis y calvarios

Es probable que alguna vez hayamos oído a alguien decir que determinado proceso o experiencia, o la vida misma, ha sido un verdadero “vía crucis”. Esta expresión latina significa “el camino de la cruz” y se refiere a las catorce estaciones o paradas en que dividieron los cruzados la calle de la amargura, que termina en el Gólgota o Calvario, es decir, se trata de un verdadero ramillete de sufrimientos físicos y morales. Cuando los cruzados regresaron a Europa se trajeron la costumbre de reproducir en las iglesias o en la calle el vía crucis, que pasaría luego al lenguaje como un recorrido vital lleno de penalidades.

¿Y de dónde viene la idea de estar pasando por “un auténtico calvario”, cuando por ejemplo nos referimos a una enfermedad o un proceso difamatorio? El Calvario es una suave colina a las afueras de Jerusalén donde fue crucificado Cristo junto con dos ladrones, y donde solía ajusticiarse a los reos. Así, en el imaginario popular el calvario es sinónimo de gran sufrimiento.

Hacerle a uno la Pascua ya sabemos que es fastidiarle, hacerle algo malo. Pero ¿por qué? La expresión recuerda lo que les hacían los judíos a los corderos en esta época del año, es decir, sacrificarlos.

Inris y chivos expiatorios

En la cruz en que murió Jesucristo se colocó el rótulo INRI: I(esus) N(azarenus) R(ex) I(udaeorum), en latín, “Jesús nazareno, rey de los judíos”. ¿Por qué decimos “para más inri” como sinónimo de algo que es el colmo? Porque además de haber sufrido una calumnia, una ruina económica, o la desgracia que sea, nos han colocado un rótulo que dice con recochineo que somos reyes.

El chivo expiatorio es aquel “macho cabrío que el sumo sacerdote sacrificaba por los pecados de los israelitas”, y que hoy es sinónimo de “cabeza de turco”, persona que sufre las consecuencias en nombre de todo un grupo o comunidad.


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Finalmente, algo tan breve y expresivo como “¡qué cruz!”, que tantas veces oímos decir con aires de resignación, se origina en la cruz que en la narración bíblica Jesús arrastró hasta el monte Calvario donde fue crucificado.

¿Quedar hecho un cristo o un nazareno?

Si nos dicen que a alguien lo dejaron hecho un ecce homo, o un cristo, o un nazareno, frase común en peleas callejeras y en combates oficiales de boxeo, sabemos que quieren decir que la persona quedó en un estado similar al de Cristo al final de la pasión. Pilatos, tras mandar flagelar a Cristo, lo mostró al pueblo completamente ensangrentado y exclamó: ecce homo, es decir, “he aquí el hombre”.

De nazarenos, así llamados por vestir una túnica morada a imitación de Cristo, se visten los penitentes en Semana Santa, mientras los gimnastas hacen “el cristo” en las anillas, figura que recuerda al crucificado y que perfeccionó el gimnasta español Joaquín Blume, por lo que se atribuye a él su invención.

Expresiones temporales de la semana santa

Cuando algo sucede “de Pascuas a Ramos” equivale a “de ciento en viento” o “de higos a brevas”, es decir, cada mucho tiempo, puesto que el domingo de Pascua es el siguiente al de Ramos. Estamos hablando de algo que ocurre de año en año.

La frase “no ser nada del otro jueves” se refiere a la época en que los viernes se ayunaba o no se comía carne, sobre todo en tiempo de Cuaresma. Por esta razón los jueves, en previsión, se comía mucho más. Lo del otro jueves sería lo bueno y abundante, mientras que lo que no es del otro jueves es poca cosa.

“La procesión va por dentro” hace referencia a alguien que lo está pasando muy mal, pero no lo demuestra, disimula su dolor. En realidad, debe su origen a los días en que llovía y no se podían sacar los pasos a la calle. Luego tomó el sentido de no exteriorizar una persona su sufrimiento.


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“Rasgarse las vestiduras” hace alusión a la costumbre de los fariseos de rasgarse el vestido exterior cuando alguna acción o palabra los escandalizaba.

Y puede que de alguien digamos que es “tonto de capirote”, sabiendo que el capirote es el gorro en forma de cucurucho con que procesionan los nazarenos en Semana Santa. Antes de darle este uso, el capirote era utilizado por la Inquisición, que obligaba a ponérselo a los acusados de herejía, por lo que los ciudadanos se burlaban del malhechor y le gritaban ‘tonto’ a su paso.

Herencias del latín eclesiástico

El latín, lengua oficial de la Iglesia durante tantos siglos, nos ha legado buen número de palabras y expresiones, que a simple vista quedan lejos de su origen etimológico. En algunos pueblos de Castilla se habla de un toletole para referirse a un alboroto, una algarabía muy grande, y procede de la frase con que los judíos gritaban al unísono a Pilatos: “tolle, tolle, crucifige eum” (Jn 19,15), es decir, “quita, quita, crucifícalo”.

Pero quizás la palabra más sugerente sea el “soponcio” que a uno puede darle, procedente de la expresión sub Pontio Pilato, que dentro del credo se recitaba cada domingo en las iglesias (“fue crucificado bajo el poder de Poncio Pilato”). El hecho de dejarle a uno bajo la jurisdicción de un juez que, cuando todo se pone más y más difícil “se lava las manos” (otra expresión que ha llegado a nuestros días), producía en el hombre sencillo del pueblo un desmayo, un soponcio (sub Pontio). Un pilatos es, además, un hombre cobarde que ignora las injusticias.

The Conversation

Javier del Hoyo Calleja no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.



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